Escena extra (Preludio)

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VHALO

El mejor momento del día es cuando mi consciencia se apaga y comienzo a soñar. Mi cuerpo lobuno se transforma en el de un hombre grande y fuerte. Adquiero la capacidad de hablar y mis pensamientos se aclaran, como si las nubes que a veces enturbian mi mente se desvaneciesen. Esto por si solo es increíble, pero sin duda no es la mejor parte.

Mi mundo parece iluminarse cuando la veo.

Amara...

Jamás podría imaginar estar con nadie más que ella.

Amara yace tumbada bocabajo sobre la abundante hierba fresca junto al riachuelo. Su largo cabello negro, recogido en una gruesa trenza, cae sobre su hombro derecho rozando la vegetación. Ella mantiene los ojos cerrados y la expresión tranquila mientras mis manos se deslizan sobre su espalda desnuda. Me encanta como la tonalidad oscura de su piel contrasta con la palidez de la mía.

Con mis ásperos dedos recorro las líneas de tinta que llenan su espalda y que forman la cabeza de un lobo. Grises, negros, marrones y dorados. Tantos colores y todos tan perfectos que me hacen pensar que así sería ella si fuese como yo... un animal, un lobo. Entonces, un escalofrío la hace temblar y las comisuras de sus labios se elevan.

- Me haces cosquillas - murmura divertida sin abrir los ojos.

Tumbado junto a ella, no puedo evitar reírme. Es tan hermosa que ni siquiera el tiempo será capaz de extinguir mis intensos sentimientos por ella. Me inclino hacia delante y deposito un húmedo beso sobre su hombro izquierdo.

- Pero te gusta -susurro junto a su oído con una voz ronca y conocedora.

- Sí, me gusta -responde ella ampliando su sonrisa.

Alcanzo su trenza y comienzo a deshacerla hasta que su cabello está completamente suelto. Después, lo peino lentamente con la punta de mis dedos y, mientras tanto, Amara se presiona contra mi cuerpo absorbiendo así la intensa calidez que desprendo.

- Por cierto, ¿dónde estaba Ryn esta tarde? No he conseguido verla en todo el día -me quejo.

Esa pequeña hija mía es realmente escurridiza e hiperactiva. El tiempo pasa rápido y no hace mucho que ya ha cumplido diez años. Hay veces en las que me quedo mirándola y me pregunto cómo su existencia ha sido posible, aunque supongo que la pequeña fracción de Cambiaformas que hay en mí ha tenido algo que ver.

- Probablemente molestando a Ryker como viene siendo habitual -Amara hace un pequeño encogimiento de hombros.

El hecho de que ella se tome tan bien la amistad entre nuestra hija y el lobo que estuvo a punto de matarla, hace ya tanto tiempo, siempre me sorprende.

Continúo acariciando su cabello con movimientos lentos y repetitivos. Por un momento, creo que Amara se ha dormido, pero entonces murmura:

- ¿Sabes? Nunca lo he preguntado porque me imaginaba la respuesta, pero... ¿dónde están los padres de Ojos azules?

Mis dedos se detienen. Amara frunce el ceño y, finalmente, sus párpados se separan dejando a la vista unos grandes ojos oscuros. Ella se da la vuelta y me mira extrañada.

- No lo sé -respondo.

- ¿Qué quieres decir con que no lo sabes? -pregunta confundida.

Su pelo cae suelto enmarcando su rostro y, antes de darme cuenta, mi mano se alza para colocar un mechón tras su oreja.

- No lo sé porque no sé quiénes son -le aclaro, aunque por la expresión perdida que se instala en su cara puedo decir que no estoy haciendo un buen trabajo en aclarar sus dudas. Suspiro -. Lo encontramos próximo a los límites de nuestro territorio... un cachorro abandonado de apenas una semana de vida.

Señora de los lobos © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora