Prólogo

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— ¡Thomas! —grito con desesperación —. ¡Ayúdame!

Me he torcido el tobillo. ¿Qué clase de estúpida se tropieza con la raíz de un árbol en medio de un bosque cuando está tratando de huir? Yo, aparentemente.

— ¡Thomas, por favor!

Él mira alarmado tras nosotros con temor a que nos alcancen. Da un paso hacia mí, pero cuando la maleza comienza agitarse a lo lejos, se detiene. Puedo ver el momento exacto en el que toma su decisión.

— Lo siento

Se me corta la respiración cuando da media vuelta y empieza a correr.

— ¡No me dejes aquí! —grito tan fuerte que una punzada de dolor recorre mis cuerdas vocales —. No...

Esto último sale en un susurro mientras observo a Thomas perderse entre los árboles. Las lágrimas caen por mi rostro al darme cuenta de que mi amigo, o al menos yo pensaba que lo era, me ha abandonado.

¡Para de llorar, estúpida! Ese hijo de su madre ya no importa ahora... ¡Muévete o estás muerta!

Armándome de valor, seco mis mejillas con la embarrada manga de mi chaqueta y me incorporo como puedo contra el tronco de un árbol. Mantengo el pie en alto intentado que no toque el suelo, pero incluso así el dolor me atraviesa llegando a cada una de mis terminaciones nerviosas. En ese momento recuerdo algo importante.

— Mierda, mierda, mierda...

Con manos temblorosas bajo la cremallera de mi chaqueta abultada en la zona baja de mi vientre. Suspiro de alivio al descubrir que mi cargamento está a salvo. Con mucho cuidado introduzco las manos dentro y lo saco. Sus grandes ojos azules me observan sin temor.

— Lo he intentado —le digo con la voz ronca debido al grito anterior —. Te lo juro.

El pequeño cachorro inclina la cabeza hacia un lado claramente no entendiendo ni una palabra de lo que digo. Genial... ahora hablo con los animales...

Un grito se me escapa cuando finalmente mis perseguidores me alcanzan. Un gran lobo de pelaje pardo atraviesa los arbustos y salta frente a mí. Me pego todo lo que puedo contra el tronco del árbol y presiono al cachorro contra mi pecho.

Siguiendo al primer lobo aparecen dos más. Colmillos brillantes y afilados me devuelven la mirada. Los grandes ojos amarillos del primer lobo ascienden hasta descubrir al pequeño animal entre mis manos. Su gruñido hace vibrar la tierra bajo mis pies y comienza a acercarse peligrosamente a mí.

— ¡Estaba intentando devolverlo! —grito desespera tratando de convencerlo —. ¡Por favor! ¡Solo quería traerlo de vuelta!

Mi gente atrapó a este lobo. Es tan pequeño... no estaba bien, así que decidí que tenía que devolverlo con su manada. Ahora me doy cuenta de que no lo pensé lo suficiente. En el momento en el que Thomas y yo pusimos un pie en el territorio de los lobos empezaron a cazarnos.

Ignorando mis explicaciones se lanza contra mí agarrando mi pierna con sus afilados dientes. Por suerte consigo moverme lo suficiente como para que lo que atrape sea simplemente la tela del pantalón. Aun habiendo evitado una herida horrible, el dolor me golpea debido al posible esguince de mi tobillo.

— ¡No! —grito, desesperada, manteniendo al pequeño cachorro todavía entre mis brazos —. ¡Por favor, no me mates!

A estas alturas debería saber que hablar con un lobo no sirve de nada. Ellos no pueden entenderme, pero el miedo y la desesperación me llevan a intentar cualquier cosa. El lobo suelta mi pantalón y esta vez agarra mi brazo.

A pesar de que abro la boca para gritar, no sale ni un solo sonido. Mi garganta ha llegado a su límite y me he quedado completamente afónica. Los dientes del lobo se tiñen con mi sangre y, a través del intenso dolor que siento, puedo ver su ferviente deseo de matar.

De repente, me doy cuenta de que el pequeño cachorro ya no está entre mis brazos. Los bordes de mi visión han comenzado a nublarse y en algún momento he debido de soltarlo. Soy zarandeada sobre el suelo como una muñeca de trapo por el gran lobo hasta que, bruscamente, me suelta.

Caigo sobre la tierra con fuerza y el aire abandona mis pulmones. Sangrando, magullada y sin fuerzas son incapaz de levantarme e intentar escapar. Mi cabeza cae hacia un lado por el peso de la gravedad y entonces lo veo. No es que el lobo se haya aburrido de jugar a desgarrarme, es que otro lobo le ha obligado a soltarme.

Ambos están enzarzados en una lucha de dientes y garras, pero uno de ellos es claramente superior. Jamás había visto un pelaje tan blanco en toda mi vida. Puro como la nieve parece reflejar la luz de la luna obligándome a entrecerrar mis ojos para no ser deslumbrada. Por un segundo creo estar teniendo una alucinación... se lo achacaré a la pérdida de sangre.

Finalmente, la lucha se detiene y el lobo pardo de ojos amarillos acaba agachando la cabeza frente al lobo blanco. Un sonido grave asciende desde su pecho y los tres lobos que me perseguían retroceden perdiéndose en el profundo bosque.

Mis ojos comienzan a cerrarse sin importar cuanto luche contra ellos. El lobo blanco se encamina hacia mí y lo último que veo antes de caer en la oscuridad son sus brillantes ojos rojos.


Well, aquí otra historia que ha aparecido en mi mente

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Well, aquí otra historia que ha aparecido en mi mente. Probablemente no debería subirla ya que tengo otras empezadas, pero qué demonios... vamos a darle una oportunidad XD (algún día dejaré este mal hábito)

Vuestros comentarios son bienvenidos :)

Señora de los lobos © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora