No siento nada.
No hay dolor, no hay sangre, simplemente... nada. Presionando al lobo negro contra mí abro los ojos y lo observo. Me devuelve la mirada cargada de confusión, pero suspiro aliviada al saber que está bien. Lo más sorprendente es que yo también lo estoy.
Hay un profundo agujero en el suelo junto a mis pies. Algo que no estaba ahí antes y que sin duda ha sido creado por la bala que debería haberme alcanzado.
— Amara, ¡Oh, Dios mío! —reconozco la voz alarmada de mi padre tras de mí.
Cuando me doy la vuelta mi corazón se encoge. Su rostro está completamente pálido y lleno de temor. A su lado Letha mantiene el arma en alto sin apartar su cañón. Entonces, se oye un fuerte golpe y el cazador que ha disparado cae al suelo.
— Milo —murmuro agradecida cuando me doy cuenta de que ha sido él quien ha evitado lo que podría haber acabado en tragedia.
Al ver mis intenciones reflejadas en mi rostro, Milo se lanzó contra el cazador que apuntaba al lobo con el objetivo de disparar. Justo cuando yo lo rodeaba con mis brazos protegiéndolo con mi propio cuerpo, él lo alcanzó haciéndole errar el tiro por unos pocos centímetros. Forcejeando con él para conseguir desarmarlo, al final ha acabado pegándole un puñetazo en la cara.
— Amara, ¿estás bien? —pregunta Milo con la respiración agitada y el arma del cazador ahora en su poder.
Asiento, pero entonces me doy cuenta de que no puedo relajarme porque todavía hay otras armas apuntando.
— Bajad las armas —pido todavía agachada en el suelo junto a Ojos azules.
Los rostros de las personas a mi alrededor se muestran desconfiados mientras ignoran mi petición. Puedo ver la ira, el sentimiento de venganza y el deseo de cazar con el que se han adentrado en el bosque.
— ¡Apártate del animal! —grita Letha agarrando firmemente su arma con un ojo cerrado bajo la visera de su gorra para poder apuntar con precisión.
— Amara, cariño —suplica mi padre —. Aléjate antes de que ataque.
¿Atacarme? Le devuelvo la mirada a Ojos azules quien luce realmente preocupado. Las armas nos rodean y en cualquier momento podrían disparar. En ese momento se oye un bajo gruñido y recuerdo que no sólo debo preocuparme por el lobo de suave pelaje negro.
— Mierda, Ryker —murmuro observando con inquietud cómo da un paso al frente mostrando sus afilados dientes en desafío.
Su expresión manchada por la sangre del oso que todavía está caliente tras nosotros causa que algunos de los presentes retrocedan y carguen sus armas. Me levanto rápidamente y me coloco a su lado. Los gruñidos del gran lobo pardo se incrementan cuando me aproximo dificultando aun más la situación.
Mi padre no comprende porque no me muevo. Sus gritos y suplicas caen sobre mi haciéndome sentir culpable.
— Si quiere morir es su decisión —declara Letha de repente acallando a mi padre cuyos ojos se humedecen —. Dispararé tanto si se aparta como si no lo hace.
— Letha, por favor —interviene entonces Milo —. No hay necesidad...
— ¡Sólo son dos lobos! ¡Será fácil!
— ¡Sí! Acabemos con ellos.
Los incitantes gritos se suceden a mi alrededor cortando las palabras de Milo que me mira con desesperación. Sus labios se mueven, pero soy incapaz de escuchar nada más que las voces de los cazadores que se elevan pidiendo sangre. Mis ojos se mueven de lado a lado sin saber qué hacer mientras Ryker sigue gruñendo fuertemente a mi lado y Ojos azules se mantiene en silencio tras de mí.
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Señora de los lobos © #1
WerewolfMi insensatez e imprudencia casi me cuestan la vida en territorio dominado por lobos. ¿Quién pensaría que hay algo de compasión en su naturaleza animal? ¿O es que acaso hay mucho más oculto tras sus garras y fauces? Ahora estamos enlazados de una fo...