Capítulo 8

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¿Qué te ha pasado? ¿Cómo has sobrevivido? ¿Dónde has estado todo este tiempo? Las preguntas sólo siguen y siguen. Sin contestar ninguna de ellas me aíslo en mi mente. El temblor del motor se transmite hasta mi incómodo asiento mientras la vieja camioneta atraviesa los baches del camino intentando no dejar atrás ninguna pieza importante.

En algún momento, después de la sorpresa inicial, uno de los cazadores me puso una pesada chaqueta sobre los hombros y me condujeron hacia su vehículo. Una camioneta oxidada de pintura azul desgastada estaba torpemente aparcada a medio kilómetro de distancia y con cada paso que daba hacia ella en lo único en lo que podía pensar era en Ojos azules, a quien había dejado atrás, y en Vhalo.

Le aseguré que me quedaría más tiempo y era mi intención cumplirlo, pues el lazo que entre nosotros se ha formado es algo que no esperaba sentir.

Vivir entre lobos no es fácil, nadie debe engañarse. La supervivencia lo es todo. Debes aprender a ser fuerte, no dejarte amedrentar aun estando en minoría y mantenerte firme ante las adversidades inevitables que rodean su mundo salvaje. Jamás hubiese pensado que algo así pudiese ser para mí, pero ahora que me alejo de la que ha sido mi casa durante más de un año, no puedo dejar de dudar sobre si esto es un error.

Debí haberme despedido al menos, pero mis opciones eran limitadas. Debo detener toda esta locura antes de que sea demasiado tarde. Ya he dejado pasar bastante tiempo y ha llegado el momento de afrontar la realidad. No soy un lobo. Soy humana y mi sitio está con mi gente, pero eso no me impide defenderlos a ellos hasta mi último aliento.

Christopher se va a sorprender mucho cuando te vea —el nombre de mi padre me hace salir de mi ensimismamiento y prestar atención a lo que sea que estén diciendo —. Él piensa que estás muerta... bueno, todos lo pensábamos.

Mantiene los ojos en la carretera a la vez que habla. El otro hombre de apariencia más descuidada y barriga prominente apenas disimula su curiosidad sin apartar su mirada ni un segundo de mí.

— No lo estoy —murmuro apretando la chaqueta a mi alrededor.

— ¿Oh, tienes frío? Por supuesto que tienes frío, ¡si vas casi desnuda! —exclama el hombre barrigudo a mi lado —. Déjame poner la calefacción. Este montón de chatarra puede parecer viejo, pero las cosas importantes todavía funcionan.

A pesar de sus palabras, la calefacción no parece encenderse a la primera y tras unos fuertes golpes sobre el salpicadero, el aire caliente comienza a salir ocupando la pequeña cabina en la que viajamos apretujados.

— No sé cómo has podido sobrevivir con esos trapos desgarrados que vistes. Con el frío que ha hecho este invierno —niega en consternación —. Debes de haberte congelado.

Obviamente no sino no estaríamos hablando ahora mismo. Es cierto que soportar el frío fue uno de mis mayores retos. De no ser por el calor corporal que los lobos desprenden y que se acumulaba en las profundidades del sistema de cuevas, ahora probablemente estaría muerta. Además, a ellos no les importaba mi falta de ropa.

— Estoy bien

— Bueno, tengo que reconocer que, dentro de lo que cabe, no tienes mal aspecto —interviene el conductor lanzándome una mirada de reojo —. Excepto por lo de tus... bueno, tus...

— Mis brazos —completo ya que parece que él no se ve capaz de hacerlo.

— Sí —suspira —. Recuerdo aquel día como si fuese ayer. Ese pobre chico llegó aterrorizado al pueblo.

Thomas —por primera vez en mucho tiempo pronuncio su nombre y no me pasa desapercibido el odio que acompaña a cada letra.

Había caído y él comprendió que si se detenía a ayudarme sus oportunidades de salir del bosque con vida se reducirían considerablemente, así que me miró directo a los ojos y me abandonó.

Sentía temor por el lobo pardo, pero ¿mis sentimientos por Thomas ? Oh, eso es otra cosa completamente diferente. Espero no encontrármelo porque de ser así...

— Él nos contó cómo los lobos te habían arrastrado hasta el bosque. Esas bestias jamás habían abandonado su territorio antes. ¿Quién hubiese imaginado que se acercarían tanto al pueblo?

... le arrancaría la lengua y después me deleitaría sacándole ambos ojos...Espera, ¿¡qué!?

— ¿Qué acabas de decir? —exclamo incrédula al comprender el significado de sus palabras.

Thomas nos contó como a pesar de que lucharte fuiste incapaz de escapar de sus garras.

— No, eso no. La parte en la que los lobos habían salido del bosque —mis manos se tornan en puños cuando mi cerebro comienza a teorizar como va a acabar todo esto.

— Increíble, ya lo creo —asiente seguro el cazador a mi lado —. Nunca los había visto dar un paso más allá de su territorio, pero esa noche se atrevieron a descender hasta nuestro pueblo y atacar a uno de nuestros vecinos. ¡A ti!

Mi boca cae abierta.

¡Hijo de puta! ¡Sucio mentiroso de mierda! No sólo me dejo allí tirada sabiendo que moriría, sino que además cambió toda la historia. ¡Fuimos nosotros quienes entramos inconscientemente en el territorio de los lobos y no al revés! Pero, por supuesto, Thomas sabía que esto le haría ver mal, así que por qué no mentir. Cambiar la historia para su conveniencia. De haber muerto dentro del territorio sería mi culpa por ser una insensata, pero si es al contrario... los lobos se convierten en una amenaza considerable. La situación es peor de lo que pensaba.

— Eso no fue lo que paso, nosotros no...

Mis palabras se interrumpen cuando distingo el pueblo que cada vez está más cerca. Hace unos minutos que hemos salido del basto bosque y descendemos sobre el inclinado terreno en dirección a la llanura donde un puñado de casa de madera y piedra se asientan. El sonido de mi corazón acelerado resuena en mis oídos mientras que mis manos parecen ser incapaces de dejar de temblar.

Estoy en casa.


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Estoy bastante ocupada esta semana que viene así que nos vemos el miércoles 31 ;) No os olvidéis de darme vuestra opinión. BYE

Señora de los lobos © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora