Esta noche se celebra la Fiesta de la Llama. Es tradición que, pasado el invierno se construya una gran pila de madera en el centro del pueblo y, cuando las manecillas del reloj estén próximas a la media noche, se le prenda fuego. Las llamas se elevan en la noche junto a las pequeñas partículas de ceniza que se dispersan en todas las direcciones. Todos los vecinos ataviados con túnicas de pesada tela de saco y máscaras, que simulan la apariencia de diversos animales, bailan durante horas alrededor de la gran hoguera con el propósito de pedirle al elemento del fuego que mantenga alejado al invierno durante el mayor tiempo posible.
Cuando la gente se percata de mi presencia, todo se detiene. Literalmente, las personas dejan de hablar alegremente con sus amigos y familiares para girarse a contemplarme llenos de asombro. Incluso los músicos han dejado de golpear los tambores con sus palmas y de infundir aire en las flautas dulces. La tensión se respira a mi alrededor junto con los susurros que empiezan a correr de esquina a esquina.
Han paso dos semanas desde que volví y apenas he salido de casa. Esta noche, por fin he decidido que ya era hora de dejar mantener el misterio y que mejor manera de hacerlo que presentándome sin túnica y con la piel de mis brazos al descubierto. Mi corazón late rápidamente en el interior de mi pecho mientras mantengo la barbilla en alto y me abro paso entre ellos.
— ¡Oh, Dios mío!
— Mira sus brazos... que horror
Sus susurros continúan como si creyesen que soy incapaz de escucharlos. Presiono los labios con fuerza intentando contener la ira ferviente que está empezando a crecer en mí y mantengo los ojos fijos en la mesa que se encuentra en el fondo, al otro lado de la ardiente pila de madera. Dándoles la espalda me detengo al alcanzarla. Varios segundos más tarde, la música se reinicia ahogando en parte los murmullos que no cesan.
— No estaba seguro de si vendrías
Milo aparece a mi lado con una sonrisa. Al igual que el resto, la túnica lo cubre abriéndose en la parte delantera y una gran capucha se descuelga por su espalda. La parte superior de su rostro se encuentra oculta tras la máscara de un ciervo de pelo anaranjado, pero lo reconozco por su voz alegre y sus ojos verde oliva.
— Estaba empezando a sentir claustrofobia entre las paredes de mi habitación —sonrío de vuelta —. Además, no pensaba perderme la Fiesta de la Llama por nada del mundo.
— Has hecho bien —asiente él.
Sus ojos descienden y su sonrisa titubea casi imperceptiblemente al observar mis cicatrices. Por suerte, en lugar de preguntar sobre ellas decide ignorarlas. Desvía la atención hacia la mesa a nuestro lado sobre la que se encuentran varias máscaras y su brazo sale de debajo de la túnica para alcanzar una.
— ¿Quieres unirte a mí y dar vueltas alrededor de la hoguera mientras saltamos y fingimos tener problemas mentales? — me tiende la máscara al mismo tiempo que la graciosa invitación.
Me río divertida por la descripción acertada del baile que siempre se realiza junto a las llamas. Acepto la máscara que mantiene entre sus dedos, pero me detengo antes de ponérmela. Nunca me había molestado utilizar el rostro de un cordero, en cambio ahora no puedo evitar sentir cierta reticencia. Mis ojos viajan a la mesa donde todavía aguardan varias máscaras sin dueño. Un jabalí de pequeños colmillos, las plumas brillantes de un cuervo negro y el afilado rostro de un temible lobo. Pelos gruesos de color marrón oscuro cubren el hocico y sus orejas puntiagudas. Sin pensarlo demasiado la intercambio por la del indefenso cordero y la fijo sobre mi rostro.
Milo parece sorprendido por mi elección. Antes de que pueda decir algo agarro su mano y tiro de él hacia la hoguera. Muevo mi cuerpo al ritmo de los tambores mientras, como bien ha explicado antes Milo, saltamos dando vueltas alrededor de fuego. Cierro los ojos y me permito disfrutar de la música, la calidez de las llamas y su agradable compañía mientras bailamos dejando atrás los comentarios y miradas de los habitantes del pueblo.
ESTÁS LEYENDO
Señora de los lobos © #1
WerewolfMi insensatez e imprudencia casi me cuestan la vida en territorio dominado por lobos. ¿Quién pensaría que hay algo de compasión en su naturaleza animal? ¿O es que acaso hay mucho más oculto tras sus garras y fauces? Ahora estamos enlazados de una fo...