Capítulo 20

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Me olvido de la lluvia por completo. Simplemente corro dejando a mi mente volar entre los árboles. Mis piernas se mueven rápido y ágiles sobre la tierra. Respiro profundo permitiendo que el aire puro de las montañas inunde mis pulmones. Corriendo por el bosque me siento libre y, por un momento, me olvido de mis problemas.

Ha pasado un tiempo desde que no me sentía de este modo y debo reconocer que lo he ansiado más de lo que podría haber imaginado. Avanzo con una dirección fija sabiendo exactamente hacia donde quiero ir. Sin duda ni incertidumbre... me dejo llevar.

Los minutos pasan y, de repente, me doy cuenta de que ya no estoy corriendo sola. De forma coordinada, cuatro patas imitan mi ritmo y mi velocidad. Sus ágiles garras golpean el suelo a la par que mis pies y su respiración jadeante acompaña a la mía que ya empieza a mostrar signos de agotamiento. Giro la cabeza sin detener mi carrera y sonrío.

Ojos azules — él me devuelve la mirada y se junta más a mí. Río encantada al saber que no se ha olvidado de mí en el tiempo que hemos pasado separados y ambos corremos a través del bosque como solíamos hacerlo. Juntos —. Llévame con Vhalo.

El pequeño cachorro que en su día salvé y que ahora es un gran lobo de pelaje tan negro con el carbón, se adelanta guiándome entre los frondosos árboles.

Un par de veces mi tobillo se tambalea al pisar sobre profundos charcos de barro. Aprieto los dientes aguantando la ligera punzada de dolor que asciende por mi pierna y continúo moviéndome sin perder tiempo. Ojos azules hace un par de giros bruscos dispersando pequeñas gotas de agua con su pelaje empapado. Entonces, se para.

Disminuyo la velocidad y me detengo a su lado. Al principio no veo nada, no escucho nada... después, mi corazón se desboca como si hubiese perdido el control. Una figura blanca e imponente se abre paso entre los altos árboles. Su movimiento es pausado como el de un rey que pasea por sus dominios. Vhalo aparece frente a nosotros, pero algo no va bien. Muestra sus dientes sin pudor y gruñe de forma temible en mi dirección.

Doy un paso atrás sorprendida y Ojos azules se coloca inmediatamente delante de mí. Adquiere una postura defensiva enfrentando a Vhalo que, por la expresión que sus ojos reflejan, es obvio que no me quiere aquí. Al ver al lobo joven frente a él, sus gruñidos se vuelven todavía más graves y fuertes. Sus garras se clavan profundo en la tierra húmeda a la vez que se inclina hacia delante como si en cualquier momento fuese a saltar sobre nosotros. Ojos azules responde de igual modo y, por un momento, me inunda el pánico. Mi fiel amigo está desafiando a su alfa y eso no es nada bueno. Vhalo le dobla el tamaño, la edad y la fuerza.

De repente, siento como la ira empieza a incrementarse. Al principio es una pequeña ola que agita mis entrañas, pero después acaba azotando todos los rincones de mi ser. Los miro cada vez más enfadada y al final, irremediablemente, acabo explotando.

— ¡Basta! —alzo mi voz. Ambos disminuyen sus gruñidos amenazadores, pero no se detienen. Continúan uno frente al otro con la intención de atacar si fuese necesario. Ojos azules no se deja amedrentar por la actitud dominante de su alfa y se mantiene firme en su posición. No agacha las orejas, no inclina su cabeza, no se subyuga ante Vhalo, quien parece empeñado en hacerlo retroceder — ¡Me importa una mierda cuál sea tu problema conmigo, Vhalo! Tenemos otros problemas más importantes ahora mismo.

Vhalo me observa sobre el lomo erizado del lobo negro que se interpone entre nosotros. Sus ojos rojizos como la sangre se endurecen mientras continúa mostrando sus dientes. Mi corazón se encoje dolido por su rechazo, pero la ira rápidamente aplaca tal patética emoción.

Me adelanto valientemente y dejo caer mi mano sobre el cuello de Ojos azules. Mis dedos se enrollan alrededor de gruesos mechones de su oscuro pelaje agarrando un buen puñado. Doy un fuerte tirón hacia atrás y éste se deja llevar alejándose del alfa enfurecido. Me permite apartarlo porque jamás podría conseguir mover a un lobo con mi fuerza humana. Observo la preocupación en sus azulados ojos y lo acaricio allí donde he dado el tirón intentando convencerlo de que puedo manejar esta situación por mí misma.

Señora de los lobos © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora