Capítulo 32

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Con cada palabra que sale de su boca mi corazón se acelera. ¿Qué se supone que debería responder a eso? Vhalo me mira como si no creyese que yo fuese real y que tenerme entre sus brazos con nuestras piernas entrelazadas de esta manera no pudiese ser posible. De repente, sus ojos se endurecen.

— Lo siento —suspira.

— ¿Lo sientes? —pregunto confundida.

Hasta hace tan sólo unos segundos me estaba dando las gracias por infinidad de cosas y ahora se disculpa. La falta de entendimiento debe de estar escrita por toda mi cara mientras trato de centrarme en sus palabras y no en su cuerpo desnudo junto al mío.

Su mirada desciende al igual que sus manos cuyos dedos acarician mi hombro con la delicadeza con la que se le susurraría a una flor. Traza el contorno de mis cicatrices con cuidado mientras se instala en él una extraña mirada que soy incapaz de descifrar. Su mandíbula se tensa e instantáneamente se enciende en mí la llama de la preocupación.

— Debí haberlo detenido antes... —su voz es dura y cargada de arrepentimiento —... dejé que te hiriera de esta manera.

No está hablando de los acontecimientos de hoy. Me doy cuenta de que sus ojos se muestran distantes recordando lo que ocurrió hace ya tanto tiempo. El día en el que vi al gran lobo de brillante pelaje blanco por primera vez y pensé que era una increíble alucinación causada por la pérdida de sangre.

— Está bien, Vhalo

— No —niega alzando su mirada. Sus ojos se clavan en los míos haciéndome saber que para él es muy importante que escuche sus palabras —. No lo entiendes. Estuve allí todo el tiempo... oculto tras los árboles. Pude haber detenido a Ryker antes de que se lanzase sobre ti y clavase sus garras en tu piel, pero... no lo hice.

Contengo la respiración sorprendida por su repentina confesión. Siempre había pensado que Vhalo llegó y me salvó. Nunca imaginé que hubiese estado presente desde el principio. Una punzada de dolor atraviesa mi corazón, pero...

— No me conocías entonces — nos recuerdo a ambos pues yo también necesito escuchar lo que voy a decir después —. Era una extraña que entró en vuestro territorio y pagué las consecuencias. Lo que de verdad no entiendo es por qué lo detuviste. ¿Por qué no le dejaste que me matara?

Sus ojos oscurecidos en su forma humana surcan mi cara intentando averiguar si es posible que lo perdone tan fácilmente por algo que parece haber estado atormentándole durante mucho tiempo. Para que vea que mi corazón es sincero agarro la mano que todavía delinea las cicatrices de mi brazo y la beso. Mis labios rozan su cálida piel y cierra los ojos como si mi acción golpease en lo más profundo de él. Después, habla con una voz débil y lejana.

— No lo sé —abre sus ojos manteniendo su mirada inamovible sobre la mía —. Estaba allí y escuche lo que dijiste... habías venido para devolver al pequeño lobezno de ojos azules a casa. Era extraño — murmura confundido —. Siempre había descifrado fácilmente el idioma de los humanos, pero tu voz sonaba más clara en mi mente que ninguna otra. Me forcé a mantenerme alejado dejando que Ryker se encargase de la situación, pero cada vez que sus garras se clavaban en tu carne, una dolorosa sensación aprisionaba mi pecho — relata entrelazando nuestros dedos. Su piel pálida destaca junto a mi tonalidad tostada —. Cada gota de tu sangre que era absorbida por la tierra se clavaba en mí como un puñal. Cuando fui consciente de lo que hacía ya me había lanzado sobre Ryker apartándolo de ti.

Debió ser algo realmente confuso para él. Ser incapaz de controlar sus acciones y emociones alteradas por una mujer humana a la que ni siquiera conocía. Desde el comienzo nuestros caminos parecen haber estado entrelazados de un modo irreal.

Señora de los lobos © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora