Capítulo 38

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Algunos meses más tarde...

La felicidad tiene diferentes significados para cada persona. Mientras que para algunos el sentimiento está infundado en el dinero y las posesiones, para mí se basa en la simpleza de trabajar por las tardes en una taberna y pasar el resto del día con una manada de lobos rodeada de cientos de árboles y siendo capaz de respirar el aire puro de la montaña.

Vhalo se encuentra perfectamente. Sus heridas eran algo graves, pero su determinación le hizo recuperarse en poco tiempo. Ojos azules, por su parte, se está convirtiendo asombrosamente en uno de los lobos más fuertes de la manada, aunque sin abandonar su carácter juguetón y noble. En cuanto a Ryker, después de lo que ocurrió durante la ausencia de mi compañero parece haberme aceptado como alfa, aunque de vez en cuando sigo recibiendo alguna que otra mirada molesta.

La manada, poco a poco, va recobrando su fuerza y la tregua con los cazadores del pueblo parece mantenerse estable por el momento.

— ¿Puedes encargarte del bar durante el resto de la noche? — me pregunta Benny, el dueño del lugar y mi jefe, con las mejillas ruborizas por el alcohol, un vicio que no parece poder abandonar.

Se coloca su pesada chaqueta de pana marrón sobre sus anchos y envejecidos hombros mientras lanza una mirada de inseguridad a los escasos cinco clientes que se distribuyen por las mesas de madera del bar. Ellos murmuran y susurran de vez en cuando lanzándome miradas curiosas. Es algo normal si tenemos en cuenta que cada día vuelvo al bosque para estar con los lobos.

— Claro, Benny —respondo quitándole importancia con un gesto de mi mano —. Cerraré cuando se vayan.

— Muy bien —el hombre de abundante barba canosa y aspecto bonachón sonríe satisfecho —. Ojalá no tarden demasiado. No queremos que los lobos comiencen a aullar porque no apareces.

— ¡Eso sólo ocurrió una vez! —exclamo riéndome algo avergonzada.

Fue hace unas semanas y en mi defensa diré que Vhalo se pone algo nervioso cada vez que me retraso más de la cuenta. Tras confrontarlo por ello y amenazarlo con no volver a besarlo en la vida, acabó confesando que teme que en cualquier momento decida quedarme con mi gente y no volver al bosque junto con la manada. Su inseguridad hizo temblar a mi corazón con fuerza, así que durante toda la noche trate de hacerle entender que eso no ocurría.

Benny se marcha y continúo con mi tarea. Usando un paño algo descolorido seco los vasos de cristal y, conforme termino, los voy colocando de vuelta a su lugar habitual junto a las botellas de diferente colores de licor fuerte. Mi cabeza se eleva cuando las puertas de la taberna se abren de nuevo. Al principio pienso que probablemente Benny se haya olvidado algo y vuelva para recuperarlo, pero no es así. Una chica que jamás había visto camina en dirección a la barra.

No es habitual que la gente venga a estas horas, ya que no hace mucho que el sol se ha escondido en el horizonte.

— ¿Qué te pongo? —pregunto amablemente dejando el vaso que estaba secando a un lado.

— Una cerveza, por favor —su voz tiene un agradable tono melódico.

— ¿Identificación? —pregunto elevando una ceja, ya que parece demasiado joven como para estar pidiendo alcohol en un bar tan cómodamente.

Ella ríe como si ya estuviese acostumbrada a que se la pidiesen todo el tiempo y, tras rebuscar en el bolsillo de su chaqueta negra de cuero, me tiende su identificación. Leo la fecha sorprendida al descubrir que efectivamente es algo más mayor de lo que aparenta, aunque el documento podría ser falso... y yo nunca lo sabría.

Señora de los lobos © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora