Estoy a punto de dar respuesta a la atormentadora pregunta de Jin, cuando alguien da una mejor excusa que yo.
—Sí, soy prometido. ¿Por qué? ¿Tienes algún problema con eso? —responde Jungkook. Observo su expresión, lo ha dicho de una manera extraña. Jin muestra una sonrisa burlesca.
—¿En serio? Que gracioso. Sé que tú... —está a punto de decir algo, cuando yo misma le cierro la boca con mis dos manos. Jin abre mucho los ojos en cuanto a mi repentino ataque, me mira suplicante que lo suelte pero lo amenazo con la mirada por si es que le queda ganas de decir algo más. Giro la cabeza para visualizar las expresiones de los demás, me miran asustados. Tengo que dar una excusa lo más rápido posible sino quedaré como una loca, aunque creo que ya lo estoy.
—Ah...es que tenías algo en el rostro, algo aquí... —aparto mis manos del rostro de Jin y señalo su mejilla, aludiendo que había algo allí— Solo era eso —río para aparentar la incómoda situación.
—¿Quieres que te demuestre? —Jungkook le habla a Jin.
—¿Qué? —Jin lo mira desconcertado.
—Te lo demostraré entonces... —Jungkook me levanta del mueble jalándome del brazo, me acerca a él—Te demostraré que soy su prometido...
Puedo ver como todos nos miran desconcertados pero también puedo sentir como sus labios rosan suavemente los míos. Este bribón, se le ha ocurrido la grandiosa idea de demostrarlo besándome. Está loco, de remate. Ha tomado mi rostro con sus manos y ha cercado su rostro al mío para inmediatamente aplastar sus labios con los míos. Debe haber perdido la cordura, acaso se le ha olvidado el contrato que hay de por medio. ¡¡Nada de contacto físico!!
Tengo hambre. Toda esta situación ha generado ansiedad en mí, así todo algunas cosas de la nevera. Tengo galletas de chocolate, yogurt y helado en pote, y también agua, para que así digiera mejor todo lo que estoy a punto de comer.
—Esto se ve delicioso —estoy a punto de dar el primer bocado a la galleta cuando escucho que tocan la puerta de mi habitación. Frunco el ceño— ¿Quién es?
—¿Puedo pasar? —es la voz de Taehyung. Qué extraño, porqué vendría.
—Si, pasa —él entra silenciosamente, como si tuviera miedo de que alguien lo atacara— ¿pasa algo? Es tarde... —ya dentro de mi habitación, se acomoda sentándose en mi cama frente a mí.
—¿Te comerás todo eso? No creo que sea bueno para tu salud —señala a los aperitivos que he traído de la nevera.
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— Es que tengo hambre, por eso...
—¿Estás preocupada por algo, cierto? —me interrumpe. Frunco el ceño.
