Epílogo

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Hay algo curioso acerca de la vida: aunque no lo pensemos, siempre tenemos nuestra rutina. Todos estamos acostumbrados a algo que ya nos es tan común, que incluso podríamos hacer todas y cada una de las actividades de nuestro día a día con los ojos vendados.

¿Pero qué pasa cuando sucede un cambio?

Al haber una alteración en la cotidianidad de nuestra vida, todo se revoluciona, nos enloquece y nos sacude en todas direcciones. Es en ese momento que debemos tomar una decisión. Si el cambio es malo, debemos dar marcha atrás; si es bueno...

¿Era Jimin un buen cambio en la vida de Yoongi? ¡Por supuesto que sí! Antes de haberlo conocido, él llevaba una vida completamente gris, aburrida y monótona, pero el menor había llegado para pintar cada pequeña parte de ella con colores que desconocía por completo.

Yoongi se encontraba en su casa. Estaba solo. Había llegado hacía ya tres semanas de aquel viaje a Estados Unidos que había hecho junto a Jimin, y se encontraba pensando en él, ya que últimamente tenía ciertas actitudes bastante peculiares que estaba notando recién en ese momento.

Durante esos tres años que habían vivido en Nueva York, Yoongi se había visto obligado a comenzar una nueva etapa; a convivir con alguien. Aunque esto no le había molestado en lo absoluto. Sin embargo, por más agradable que haya sido, él siempre había estado acostumbrado a vivir solo. Y por más que haya estado bajo el mismo techo junto al más chico durante tanto tiempo, a veces era como si hubiera estado sólo él, ya que el estudio y el trabajo hacían la perfecta combinación para que no pudieran verse demasiado. Sólo lograban estar juntos un par de horas. Horas que eran más que valiosas para los dos.

Una vez que volvieron a Corea, también había vuelto la normalidad, aquella que era una cosa de todos los días antes de haberse marchado. Jimin había vuelto a vivir con sus padres; él, en cambio, había regresado a su casa. Y como ya había pasado muchísimo tiempo solo, no fue muy complicado para Yoongi volver a lo mismo. Además, se veía con el menor bastante seguido y, a pesar de que lo extrañara a cada momento, estaba tranquilo sabiendo que no estaban lejos.

De pronto, mientras el pelinegro se encontraba más que perdido en sus pensamientos, el ruido de las llaves en la puerta principal lo sacó de su ensimismamiento, haciendo que rodara sus ojos. A su vez, una sonrisa apareció en sus labios, pues ya sabía quién era la persona que había entrado a su hogar.



Hyung, ¿Estás en casa?

—Sí, aquí estoy.



Jimin se sobresaltó, pues no había visto que el mayor se encontraba allí en la sala, la cual estaba a unos pocos metros de la puerta principal. Una vez que lo vio, corrió hacia él y besó sus labios.



—Te extrañé.

—Nos vimos esta mañana —rió.

—¿Y eso qué? Min Yoongi, a veces pienso que no me quieres.

—Es que no te quiero.

—Aquí viene...

—Te amo, Jiminnie.

—Y yo a ti. Oye, traje unas películas para que veamos esta noche —alzó varias veces sus cejas y dejó su mochila sobre el sillón de la sala.

—Perfecto.

—Iré a preparar algo. Estoy muriendo de hambre.


Two melodies [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora