Ojos espías y un testigo

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KYUNGSOO

En medio de la noche, el celular de YiFan vibró bajo mi almohada. La sacudida me sacó de los sueños como si de un jalón se tratara, y enseguida lo tomé entre mis manos para ver qué carajos sucedía.

Leí con sorpresa que se trataba del número por el que había logrado contactar a ChanYeol el día anterior. Antes de que aquella catástrofe sucediera. Ni siquiera un día después de eso se podían quitar las manchas de sangre de las baldosas del suelo.

—¿Hola? —pregunté extrañado, esperando una pronta respuesta para ver si se trataba del alto o de alguna trampa de la policía. Me relajé cuando escuché esa voz grave del otro lado.

KyungSoo... —pidió ChanYeol con la voz entrecortada como si le estuviera costando bastante respirar. No podía gritar para exigir por una explicación, ya que la casa estaba a oscuras y no quería despertar a nadie. Seguramente otro alboroto se formaría si YiFan me encontraba con su celular—. JongIn se h-ha ido.

Tosió, como si su pecho quisiera reventarse. Oh, mierda. Algo había pasado. Algo malo, muy malo, porque la sensación de muerte se estaba expandiendo por todo su cuerpo, como si un espíritu se hubiera postrado a su lado.

—¿Dónde está? —Cualquier respuesta que fuera diferente a "en una tumba" me contentaría.

Máxima seguridad. —Logró decir antes de volver a tener una oleada de tos.

—¿Cómo así que está metido en ese hoyo? —pregunté en un susurro. Una rabia enorme estaba andando en mi pecho como una corriente rápida de sangre.

—El plan... No ha llegado. Lo lleva-llevaron, pero no entró. —El sonido de un líquido cayendo al suelo me asustó más.

—¿Eso es sangre? —cuestioné más enojado que preocupado.

Ya vienen. —Me advirtió cortante—. Ellos me curarán. JongIn se va a... —Tosió con dolor—. Comunicar contigo pronto por algún teléfono público.

—ChanYeol —llamé sin saber qué hacer con él mientras se moría al otro lado de la línea.

No contestes este celular de n-nuevo. Desaste de él.

—Oye, ¿vas a estar bien? —Seguí insistiendo, pero al siguiente segundo la llamada se cortó.

Miré la pantalla sin podérmelo creer. ¿Qué carajos había pasado? ChanYeol se estaba muriendo mientras me llamaba, joder, eso era perturbador. ¿Ese era el plan que tenía en mente? ¿El mismo que me había intentado explicar el día anterior? Maldita sea, la sorpresa me tenía tan anonadado que apenas podía pensar con claridad.

Pero pude recordar... Sentencia del director, camionetas blindadas, la cárcel de máxima seguridad y, antes de entrar, libertad. Ese sería el momento que JongIn podía aprovechar para salir. No era tan difícil y no se me había ocurrido hasta el momento por el pequeño detalle que jamás tomé en cuenta: la idea de mandar a alguien a ese lugar tan horrible. Saber que ChanYeol había sido más inteligente que yo me cayó de lleno en el orgullo.

La puerta de la habitación se abrió en un par de segundos y la silueta de YiFan se mostró imponente sobre mí. Juro que nos quedamos mirando por un par de segundos hasta que caí en la cuenta de un millón de cosas que eran estúpidamente obvias, pero que solo el subidón de adrenalina me había ayudado a entender. 

1. YiFan había llegado a la habitación porque me escuchó hablar en medio de la noche y lo creyó sospechoso, lo cual realmente era porque 2. era su teléfono el que me mantenía distraído con la noticia de que 3. JongIn se había escapado de prisión.

Margen Penitenciario de TonaláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora