A las cinco en punto de la tarde

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SEHUN

Cuando el sol ya se había puesto y las olas no me parecían tan divertidas, llegamos a las playas de no-sé-donde. Apenas había hecho hasta quinto de primaria en el colegio, así que no recordaba casi nada del mapa mundial. Podía estar en Marte, que yo no me iba a enterar.

No habían personas cerca y el agua era tan cristalina que podía ver claramente lo que había en el fondo del mar. Era hermoso, pero inquietante. Es decir, si el lugar era tan bonito, sería normal que hubieran muchas personas disfrutando del lugar y de su buena vida. Pero estaba abandonado y se veían a lo lejos unas pequeñas montañas con un par de casas en la cima.

—YiFan, ¿dónde estamos? —pregunté mientras él terminaba de anclar el bote a la orilla.

Me dirigió una mirada seria antes de dejar las cosas preparadas y comenzar a caminar en dirección a esas colinas que descansaban sobre el prado.

—Lejos de Tonalá, eso es seguro.

El resto de nosotros decidimos seguirlo con paso rápido. No sabíamos con exactitud a dónde nos dirigíamos, así que no era bueno quedarnos atrás por mucho tiempo. Queríamos llegar a nuestro destino lo más pronto posible.

—¿Y cómo se supone que vamos a volver por LuHan y los otros? —insistí mientras caminaba a su lado, pero me detuve cuando él también lo hizo.

—Eso déjenmelo a mí. Ustedes no intenten hacer nada que nos ponga en peligro. —Me miraba con advertencia, como si estuviera poniendo todo su empeño en cada palabra mientras intentaba convencerme de que lo que él decía era lo correcto.

—Tú no vas a volver por ellos —acusé enojado mientras daba unos pasos en su dirección de manera amenazante.

—Ahora no es momento para hablar de esto —interrumpió KyungSoo para evitar que yo siguiera dándole vueltas al asunto—. Ya es de noche y necesitamos avanzar. Estamos en medio de la nada y organizar las ideas cuando estemos tranquilos es mejor que discutir como idiotas aquí.

YiFan demostró que estuvo de acuerdo reanimando la marcha de antes. Me dirigió una mirada gélida cuando pasó por mi lado y de aquello solo pude concluir una cosa: mi enemistad con él había comenzado. ¿Por qué? Porque se me daba la gana. Había levantado la voz cuando yo no estaba de humor, así que desde entonces decidí que mi actitud con él no sería para nada buena. Así de sencillo.

Efectivamente, llegamos a una de las casas sobre la colina. Era grande, apartada de las personas que nos pudieran traer problemas y, lo más importante de todo, era una casa. Suena bastante idiota, pero después de vivir encerrado en una cárcel de mierda por más de tres años, una sala de estar con chimenea se me antojaba al extremo. ¿Y una cama? ¡Ni se diga!

Habían dos habitaciones, así que YiFan se quedó con KyungSoo en una para poder vigilarlo mejor y evitar que en medio de la noche saliera corriendo en dirección al mar mientras prometía nadar hasta la otra orilla para volver con JongIn. BaekHyun y yo nos quedamos en la misma habitación, la cual tenía dos camas grandes que fueron ocupadas al rato con mucho gusto.

No pudimos disfrutar demasiado de nuestro nuevo dormitorio, porque a los pocos minutos entró YiFan con una maleta llena de ropa. La lanzó a mi cama, que era la más cercana a la puerta, y se cruzó de brazos en la entrada sin atreverse a entrar.

—Ahí tienen algunas prendas para que se cambien. Mañana nos acomodaremos mejor, pero por ahora descansen.

Luego se fue sin cerrar la puerta. Seguramente no estaría contento si me levantaba a tirarla de un portazo, pero decidí no hacer un escándalo en nuestra primera noche por fuera de Tonalá. Apagué las luces, dejando la casa sumida en la oscuridad y el silencio. Por primera vez, no escuchaba nada. No habían ronquidos o respiraciones pesadas las cuales me indicaran la presencia de alguien más a mi alrededor. Con el negro de la noche y ese silencio, juré estar muerto por varios segundos.

Margen Penitenciario de TonaláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora