Hombres altos con sentimientos

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CHANYEOL

Reanudamos una marcha cansina, levantando las rodillas hasta la altura de la cintura y maldiciendo a la lluvia que había desordenado aquellos campos. Ahora estábamos cubiertos de barro por todas partes, aunque aquello era lo que menos nos importaba realmente. Si mi traje en algún momento tuvo la intención de ser elegante, ahora mismo no podría saberse. Y los zapatos. Esa era la peor parte, porque una capa de lodo los cubría haciendo toda la caminata una travesía más complicada.

Quería mandarlos a volar lejos y con rabia. No solo a los tenis, sino también a la ropa que el Centro me había dado. Ahora que había logrado salir y entender lo que era dirigir mis acciones hacia el bien de otra persona, entonces quería deshacerme de todas aquellas pertenencias, entendidas como ataduras, que aún me quedaban de Tonalá.

Nuestra demora me permitió pensar en un millón de cosas. La primera, fue aquella nota en rojo que yo le había entregado a YiFan antes de que él huyera de la cárcel. ¿La habría leído? ¿Se habría atrevido a abrirla? Y si lo había hecho, esperaba que la angustia no hubiera carcomido su cabeza. Según lo que alcancé a enterarme por teléfono antes de escapar, YiFan estaba perdiendo los estribos.

Me sentía culpable de su muerte. Ni siquiera había estado ahí para saber exactamente qué sucedió o incluso para evitar que él muriera en manos de un desquiciado SeHun. Él había muerto y ahora yo no tenía la misma ayuda de antes, porque ya no lo tenía a él ofreciéndome todo a su disposición con el objetivo de pagar su enorme deuda.

Mi vida se había arruinado por su culpa, es cierto, pero siempre estuve dispuesto a aceptarlo por el amor que en algún momento le tuve.

Y eso de volver a querer a alguien en situaciones tan enredadas me daba un poco de miedo, pero BaekHyun era diferente a YiFan. El pelinegro me devolvía la humanidad que el más alto me había obligado a perder. Uno estaba intentando limpiar las heridas que el otro había dejado.

No estaba bien compararlos, en absoluto, pero ambos eran personas que gobernaban mi vida. Uno ya no estaría jamás junto a mí, pero sus acciones y sentimientosme habían impactado tanto que su mancha nunca podría ser borrada de mi corazón; el otro se asomaba indeciso en mi interior, como pidiendo que lo dejara entrar, incluso cuando él mismo quería salir corriendo. Nos enamoramos sin quererlo. Haciendo todo lo posible porque eso no pasara, caímos de cara al hoyo.

Miré la nuca de BaekHyun sucia con barro. Aún no quería darme la cara completamente después de lo que hablamos e hicimos, pero estaba bien. Yo le iba dar tiempo y espacio si eso era lo que necesitaba, porque era cierto que su situación era dura. Todos aquellos que nos refugiábamos en esa casa teníamos las cosas difíciles, pero el pelinegro debía llevar a cuestas todo el tiempo la incertidumbre de una enorme decisión.

Ya no iba a meterme en su opinión. Si decidía tomarse la pastilla, lo apoyaría. Si no lo hacía y conservaba al bebé, entonces también me aseguraría de estar siempre a su lado. No dejaría que nadie me tocara los cojones y, aquel que tuviera la intención de dañarnos, saldría gravemente lastimado. Me convertiría en el asesino falso que YiFan me ordenó ser, si era necesario. Mandaría todos mis sueños a la mierda si eso me aseguraba que yo podía estar en control de las personas bajo mi cargo.

No más muertes y pérdidas. Los nombres de SeHun, LuHan y YiFan se marcarían en mi cabeza para darle inicio a mi lucha contra la vida.

Estábamos a pocos metros de distancia de la casa. La caminata fue más demorada ahora en la vuelta que de ida. Seguramente las ganas de no volver a entrar en esa casa eran más fuertes de lo que esperábamos. El cielo se estaba tiñendo de rosa y naranja para darle la bienvenida a un gran atardecer. El clima favorecía a que ese tipo de paisajes se viera y que, en cambio, el calor no estuviera siempre agobiando la vista azulina que la falta de nubes provocaba en Tonalá.

Margen Penitenciario de TonaláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora