Salo

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BAEKHYUN

Pensé que después de haber golpeado a YiFan en la cabeza, la noche iba a ser tranquila. Fui iluso al creer que, durante las horas que estuviera inconsciente, iba a poder dormir cómodamente y olvidarme de las punzadas en mi estómago.

Es cierto que pude limpiarme la sangre antes de acostarme. Entré al baño y, con ayuda de SeHun, quien al parecer estaba familiarizado con toda clase de heridas callejeras que te pudieras imaginar, dejé mi estómago luciendo como un verdadero estómago y no como un deforme colador. Lo extraño era que no me dolía tanto como parecía y las heridas no estaban tan inflamadas. Solo estaban abiertas y yo debía esperar a que la cicatriz comenzara a formarse para ver aquellos huecos cerrados. Demonios, sonaba tan desagradable.

Me acosté sintiendo paz por primera vez en mucho tiempo. Sentía que me había quitado un peso de encima, y el sueño me agarró de prisa. No tuve pesadillas, mi cuerpo no dolía y el calor era medianamente perfecto por lo que no me desperté sudando con ese horrible ruido. Sí. Hubo un ruido tan estridente que los habitantes de la casa quedamos helados en nuestro puesto.

Había un par de razones por las cuales la sangre comenzó a correr más rápido en el interior de mis venas: a. YiFan se había despertado del golpe y ya había comenzado a causar estragos, algo relacionado con b. los vidrios que se habían reventado contra su cabeza después de haberlo golpeado con una decoración pesada.

Me paré al instante y en cuanto llegué al pasillo vi que SeHun también había reaccionado de la misma manera. Me miró a través de la oscuridad y se fue. Hasta entonces caí en la cuenta de que SeHun no era el mismo de siempre; estaba más callado, más distante y sus impulsos asesinos parecían agotados. Él mismo luchaba contra aquel instinto demente que le provocaba matar gente sin razón alguna, cuando antes ni siquiera se molestaba en meditar sus acciones. Siempre saltaba a la locura, y en esos últimos días había comenzado a calmarse.

Sus intentos por contenerse le fueron muy difíciles de mantener una vez llegó a la sala y vio lo que había pasado: YiFan tenía la respiración agitada y a su lado, en el suelo, LuHan estaba inmóvil, sangrando por la cabeza.

Ver a SeHun despertar solo me provocó una cosa: terror.

Su rostro tomó una expresión tan cargada en odio, ira y sed de venganza, que YiFan supo incluso antes de que todo sucediera que estaba muerto y no había nada que pudiera hacer para detener a SeHun.

Este se tiró para adelante y, mientras soltaba un grito cargado en dolor, cayó sobre el cuerpo de YiFan y comenzó a apuñalarlo por doquier con el mismo vidrio lavado en sangre con el cual el guardia había golpeado a LuHan. Lo enterró una y otra y otra vez en el rostro de YiFan, y este ni siquiera podía gritar por ayuda.

Murió en silencio, ahogado en su propia sangre, y el único ruido que se escuchaba eran los puños de SeHun contra la carne del cadáver.

Mi reacción ante tal espectáculo fue acercarme en silencio, para poder ver el estado en el que el cuerpo de YiFan se encontraba. Mi boca se abrió para dejar escapar un jadeo de angustia y mis piernas temblaron hasta el punto en que tuve que agacharme en cuclillas. Estuve allí todo el tiempo que SeHun se demoró haciendo de las suyas con lo que alguna vez fue la cara de YiFan, y noté cómo progresivamente el chico se iba a cansando de desquitarse con el muerto hasta que se detuvo.

Se limpió el sudor de la frente con el antebrazo, dejando en su lugar una marca de sangre, como para regodearse del asesinato que acababa de cometer.

Margen Penitenciario de TonaláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora