CHANYEOL
Tonalá tenía muchas cosas malas, pero una de las que más me disgustaba era el clima. El maldito calor estaba más presente que mi propia consciencia. Hasta en las noches, cuando supuestamente podía descansar del bochorno que provocaban los rayos del sol, me despertaba sudando.
A medio día la temperatura era insoportable. El cielo era de un azul muy intenso y no habían nubes cerca que pudieran tapar por unos minutos el sol, el cual estaba ubicado en todo el medio de cielo. Aún así, ese día decidí ir al patio para tomar un poco de aire fresco, pero terminé lavado en sudor. Ni siquiera habían sombras proyectadas que pudieran protegerme de los rayos, así que acepté con estoicismo el ardor que el sol me provocaba.
Cerré los ojos, esperando no desmayarme sentado en esa maldita banca solitaria. A mis espaldas, una maya me separaba de los campos abiertos para encerrarme con otros presos atontados por el calor. Unos incluso eran capaces de jugar baloncesto y correr, pero eran demasiado pocos aquellos quienes aguantaban el agobio. Intenté agudizar el oído y ser consciente de todos los sonidos que se formaban alrededor mío. En el último par de días había aprendido que aquello relajaba mi cuerpo y, de una extraña manera, mi mente. Hacía que yo me desconectara del mundo gris en el que estaba encerrado para recordar que aún seguía vivo después de todo.
Mi ejercicio de relajación se vio interrumpido cuando, dentro de todo ese alboroto de murmullos y gritos que se escuchaba en el patio, pude captar una respiración pesada a mi izquierda. No abrí los ojos de inmediato porque ésta era tranquila y lenta, lo cual mostraba que no tenía ninguna mala intención. En ese caso, estaría un poco más alterada. Imaginando de quién se podía tratar, dejé escapar un suspiro frustrado.
—Puedes sentarte —invité aún con los ojos cerrados.
Seguí escuchando con atención a mi alrededor, y así pude ser consciente de las pisadas que me rodeaban hasta alcanzar la otra punta de la banca en donde yo estaba sentado. No era muy larga, pero era obvio que él quería mantenerse fuera de mi alcance.
—Hacía mucho no te veía por acá.
Ante sus palabras, decidí finalmente mirar a Huang a los ojos y devolverle una mirada decidida. Su ceño estaba fruncido por el sol directo que recibía, pero de resto se veía bien. Incluso parecía no tener una sola gota de sudor, como si hasta ese pequeño detalle pudiera controlarlo. Él seguía siendo la cabeza en una red de narcotráfico ilegal, y yo considerado loco peligroso por el resto de reclusos. A pesar de que muchas cosas habían pasado, nada había cambiado demasiado, a fin de cuentas.
—No hay mucho qué hacer aquí —respondí encogiéndome de hombros para volver la mirada hacia el frente y concentrarme en los tipos que corrían detrás de la pelota.
—Tampoco hay mucho que hacer adentro —contraatacó con simpleza. No pude evitar mirarlo por el rabillo del ojo, porque de hecho me había sorprendido el recordar que Huang era igual de persuasivo y audaz con las palabras que yo. Ese detalle me pareció curioso—. Pero veo que te has conseguido una manera de entretenerte.
—¿Te refieres a los taser que ahora cargan los guardias? Están bien, supongo —dije en sarcasmo para que él siguiera hablando y descubrir a qué carajos se refería.
—Me refiero a ti. ¿Sabes? Ahora que estás solo no te ves tan fuerte como antes. Has perdido confianza. —Se encogió de hombros ante mi silencio y soltó un pequeño suspiro—. Creo que es lógico: llegas solo, sales solo.
Aquello me dejó bastante sorprendido, así que tuve que mirarlo de frente. Había una alerta en mi cabeza al darme cuenta de que Huang estaba sospechando cuáles eran mis planes. Igual de calculador y desesperado; era de esperarse que entendiera mi forma de actuar. Aún así, pensé que aquella posible acusación podía valerse para diferentes amenazas, así que mi cuerpo se tensó a la defensiva.
ESTÁS LEYENDO
Margen Penitenciario de Tonalá
Fanfiction《 Te voy a sacar de éste horrible lugar. 》 Eso fue lo que ChanYeol le había prometido a BaekHyun, y a pesar de que las cosas se pusieron complicadas en el proceso, al final cumplió con su palabra. Ahora uno estaba adentro y otro estaba fuera. Debían...