Sexo en el lodo

1.8K 325 69
                                    

BAEKHYUN

El hecho de que KyungSoo hubiera vuelto a la casa unas horas más tarde después de todo aquel altercado no me sorprendió. No había desarrollado un sexto sentido de repente para saberlo; lo había adquirido con el paso del tiempo. Un sicario que sólo por medio de la boca de otra persona había sido atrapado, porque la policía estaba lejos de encontrarlo por sus propios medios y que tenía razones -una persona, para ser más específicos- por las cuales luchar, no lo convertían en un hueso fácil de roer.

Además, era una de las personas más ágiles e inteligentes con las que alguna vez me había topado. ¿Era un ironía que fuera justamente en prisión donde encontré a personas tan estrategas? Claro que sí. Todo lo que ocurría dentro de aquella caja gris superaba los límites de lo normal y nadie se salvaba de haber perdido sus rasgos ordinarios.

Una mano extendida en mi dirección, proveniente de lo que parecía una gran altura desde mi puesto en el sillón, me recordó aquella ironía. Me iba a parar de aquel mueble y me iba a sacudir los oscuros pensamientos de encima justo como antes, en la lavandería. Sabía todo eso sin siquiera tener que levantar el rostro para conectar mis ojos con los de ChanYeol. ¿Acaso él siempre iba a estar en el lugar indicado?

Seguí en mi lugar, con la vista clavada al frente en un intento por no perder la concentración en sobrevivir a aquel día. Me dolía la cabeza, los pies y hasta la garganta, como si esos gritos internos que mis recuerdos producían en realidad se estuvieran generando en el exterior. Y hasta el momento, según lo que alcanzaba a recordar de aquellos borrosos días desde el escape, yo no había gritado realmente. Apenas si había hablado.

—Vamos, ¿te vas a quedar ahí para una pintura? No te has movido desde que llegué en la mañana.

Bufé ante su sarcasmo. Sabía que si aceptaba su mano y hablaba con él por un rato, aquella terapia psicológica que practicaba conmigo en la lavandería volvería a repetirse. Pero yo lo necesitaba, así que entrelacé mis dedos con los suyos y me puse de pie, sintiendo mi respiración rebotar en su quijada debido a la cercanía.

Él se dio media vuelta, separándose de mi como si no quisiera estar tan cerca, y se paró frente a la puerta. Al abrirla, una brisa fría despeinó mi cabello oscuro aún estando en medio de la sala. Yo también me giré pero para agarrar unos cuantos billetes de las maletas. Luego me paré bajo el umbral y recordé la anterior pelea con KyungSoo porque éste tuvo la brillante idea de ir a dar un paseo por el pueblo.

Pero él había vuelto sin ningún rasguño o perturbación. En un lugar tan pequeño no llegarían pronto las noticias de fugitivos y mucho menos se correría el rumor de nuestros rostros. Estábamos a salvo, al menos temporalmente.

Sin esperar alguna frase alentadora de ChanYeol, puse un pie afuera y comencé a caminar a través del barro y los pastizales. Mis piernas debían levantarse con fuerza para poder dar el siguiente paso. La tierra me enterraba los pies en el suelo, pero mis ganas de querer alejarme de aquella casa eran fuertes.

Así logré llegar a un camino no pavimentado y caminé derecho hacia el pueblo. Mis tenis y mis jeans estaban sucios, pero no me importaba. Todo en ese lugar lo estaba, pero era hermoso. El olor a campo, la humedad fría entrando por mis fosas nasales y aquel viento que me hacía entrecerrar mis ojos de vez en cuando. No sabía que necesitaba con tanta urgencia esa paz mental. Y pensar que había estado a una puerta de distancia...

Seguramente el bosque conjunto a la anterior casa también era igual de tranquilo, pero ahora solo podía pensar en él con un poco de miedo y remordimiento. Ese hombre, con familia, amigos, trabajo, muerto junto a mí. Y esa casa, repleta de hombres desesperados, también desaparecidos en un ataque de locura.

Margen Penitenciario de TonaláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora