Resonancia acústica del disparo

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JONGIN

Algo había cambiado definitivamente desde que salí de Tonalá: en las noches ya no se respetaba el silencio. Afuera habían más problemas y más conflictos de los cuales encargarse, por más extraño que pareciera, así que todos estaban en constante estado de pelea. Ante la cosa más pequeña, aparecían las ganas de luchar.

A mitad de la noche, rodé los ojos al escuchar unos murmullos subir de volumen. Provenían de la sala y a pesar de que no podía escuchar nada de lo que decían, sí pude saber que KyungSoo era uno de los que se encontraba despierto. Sabiendo que yo debía estar presente para detenerlo de hacer cosas estúpidas, me levanté con pereza de la cama en dirección a la puerta. Antes de salir, pasé por donde BaekHyun estaba descansando y lo llamé en susurros para que viniera conmigo. Pensaba correcto hacerle saber que sucedía algo, porque al fin y al cabo él era uno de nosotros. Debía estar al tanto de todo.

En silencio y, a través de la oscuridad, el pelinegro entendió al instante que algo extraño ocurría, así que se puso de pie y fue detrás mío todo el trayecto hasta la sala. Allí encontramos, aún con las luces apagadas, a SeHun y KyungSoo amenazándose muy de cerca. El más bajo llevaba un arma lista en su mano, con ojos brillantes de ira y las venas del cuello sobresaliendo por la fuerza que ejercía para contenerse de matar.

SeHun, por su parte, parecía no tener la misma intención de pelea. Más bien parecía asustado y nervioso de que KyungSoo le estuviera reprendiendo por algo. Por algo que al principio no alcancé a ver, pero que después de comprender lo que aquellas maletas en el suelo significaban, me lo dijeron todo. Mis brazos instintivamente se cruzaron sobre mi pecho como símbolo de reproche.

—¿Qué pasa? —pregunté con voz dura llamando la atención de aquel par. Por unos segundos, ambos parecieron asustados al saber que BaekHyun y yo nos habíamos enterado de todo.

—Nada —cortó SeHun, esperando que todos volviéramos a nuestras camas, pero eso definitivamente no iba a pasar.

—SeHun... ¿Te ibas a llevar el dinero? —inquirió el pelinegro a mi lado con voz baja. Parecía no querer hacerse a semejante idea.

—Y-yo... Yo solo... —tartamudeó el aludido.

Antes de que pudiera terminar de defenderse, KyungSoo golpeó su rostro con el arma. SeHun rebotó contra la pared, pero consiguió la fuerza para mantenerse de pie mientras se sostenía la zona golpeada.

—Eres un idiota —espetó el de ojos grandes, dando un paso adelante para quedar más cerca del herido—. Así no se hacen las cosas. ¿Crees que te íbamos a dejar salir con la tuya?

—¡No sé, no sé! —gritó SeHun tendiendo un repentino ataque.

—¿Al menos sabes qué ibas a hacer con todo ese dinero tú solo? —Siguió preguntando KyungSoo—. Claramente no te ibas a pagar una mansión para esconderte ahí. ¿Te ibas a pagar un suicidio asistido o qué? Ya no te queda nada, no tienes a dónde ir. ¡¿A dónde ibas con toda esa plata?!

Las palabras de KyungSoo iban aumentando su volumen. De aquella manera, SeHun se veía cada vez más presionado, hasta el punto en que perdió los estribos y soltó un par de lágrimas desesperadas.

—¡Iba a volver por LuHan! ¡Iba a intentar rescatarlo! No hay nada más que pueda hacer con ese dinero. ¿Estás contento, idiota?

Margen Penitenciario de TonaláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora