EXTRA | YiFan

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Descubrí a los catorce años que el amor a primera vista es real.

Nací en China y me crié unos años allá en la casa de mis tíos. Mis padres se habían ido a Corea desde que yo era pequeño y por eso estaba siempre cambiando de ambiente y escuela. Era un año en un lado y el siguiente año en otro. Jamás me molestó realmente porque cada experiencia resultaba ser distinta, pero supe que debía quedarme en Corea para siempre después de conocer a ChanYeol.

Éramos compañeros de clase y siempre nos sentábamos juntos, tanto en el salón como en los almuerzos. En poco tiempo nos volvimos buenos amigos y conocimos nuestras respectivas familias.

Él no sabía que, detrás de todos nuestros momentos compartidos, yo lo amaba en silencio.

Me dediqué a tragarme todos esos sentimientos que me invadían como células cancerígenas, pero al final fue demasiado doloroso para mí y tuve que decírselo. Estábamos en el patio de la escuela saltándonos la última clase cuando supe que era el mejor momento para hacerlo.

Él tenía su espalda recostada contra un árbol y mi cabeza estaba apoyada sobre su regazo. Veía su rostro sobre el cielo azul y aquella combinación se me hizo perfecta. Era imposible no sentirme maravillado.

—Hey, Chan —lo llamé con voz baja. Él bajó su cabeza y me miró directo a los ojos—. Tengo que decirte algo desde hace tiempo.

Tal vez él ya se lo veía venir y yo estaba siendo demasiado obvio, porque no mostró ninguna expresión en particular. Murmuró un quedo "jummm" mientras seguía concentrado en sus dedos alrededor de mi cabello. Y a pesar de que estuve muchos meses debatiéndome sobre aquellos sentimientos guardados, al final terminé demorándome más de lo planeado.

Miré a todas partes en un intento por encontrar fuerzas, pero las facciones de ChanYeol fueron las que me terminaron por convencer. Sus pestañas revoloteaban sin parar, sus manos tocaban con delicadeza mi frente y sus ojos brillaban por la espera.

—Te quiero—dije sin poder contenerme—. Me gustas un montón. Eres la razón por la que me he quedado definitivamente en este lugar, ¿sabes? Te quiero...

Fui interrumpido por sus labios. Eran dulces y suaves, así como los había imaginado por tanto tiempo. Yo no tenía mucha experiencia con ese tipo de caricias, así que me sentí bastante intimidado. Él, por su parte, parecía sentirse bastante seguro cuando puso una mano en mi mejilla para lograr que su lengua estuviera más pegada a la mía.

Sorprendido por su confianza, me separé para observarlo. ChanYeol siempre fue un amigo callado, inteligente y comprensivo. Sus acciones en ese momento me estaban sorprendiendo, porque jamás creía encontrar tanta fuerza en su personalidad en momentos extraños como aquellos.

—¿Cómo aprendiste a besar?—pregunté como un idiota.

Él negó con una sonrisa divertida—. En ningún lado. Es que se siente bien contigo. 

Desde entonces comenzó a maravillarme más. Él no solo salvaba mi vida en cuestiones académicas, sino que en todos los ámbitos él parecía gobernarme. Me acompañaba en mi casa cuando mis padres peleaban fuerte, me ofrecía un espacio en su cama cuando no me sentía lo suficientemente valiente para entrar a la mía y me besaba despacio cuando lograba sacarle una sonrisa.

Me enseñó un montón de cosas en pocos años: a no ser un fracaso en las ecuaciones físicas, a no temer de mis padres en una de sus fuertes discusiones y a hacer el amor.

Juntos experimentamos por primera vez la cercanía de ambos cuerpos necesitados, y fue perfecto. Nos tocábamos según nuestras necesidades y no nos importaba demasiado adoptar un rol. Es decir, si yo quería detener el mundo a patadas, entonces podía hacerme encima de ChanYeol y gruñir con placer hasta que toda la bruma se dispersara de mis ojos. Y si él tenía algún problema con los idiotas que decidían meterse con él a la salida de la escuela, entonces era su turno de tomar el control.

Margen Penitenciario de TonaláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora