Un inocente debe morir

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LUHAN

A pesar de que me la había pasado durmiendo los últimos días, sentía la horrible necesidad de cerrar los ojos por los próximos dos meses para despertarme milagrosamente recuperado y listo para vivir. Y aunque quisiera hacerlo, los otros idiotas no me dejaban por sus gritos.

Siempre era lo mismo: los murmullos comenzaban a subir de nivel, hasta que algún fuerte estruendo sonaba y YiFan comenzaba a gritar, quién sabe qué estupideces. Yo, mientras tanto, fruncía el ceño molesto, rogando a que sus peleas idiotas se detuvieran de prisa para yo poder dormir tranquilo.

Esa noche fue más agitada que las anteriores. Podía sentirlo en la incomodidad de mi cama y en la desesperación que las voces ajenas me provocaban. No podía evitarlo, pero me nació una necesidad de huir pronto de ese lugar. Era una zona de guerra, no de aliados que intentaban esconderse de la policía. Hasta podría decir que ni siquiera con la cercanía de SeHun podía sentirme a salvo.

Pero los golpes se detuvieron después de un tiempo, como siempre lo hacían, solo que esta vez el estruendo fue mucho más duro. Algún vidrio se había reventado y al parecer eso había dado fin a la conversación. Unos murmullos le siguieron al sonido, pero se detuvieron a los pocos minutos. Mi trance de sueño y cansancio volvió a consumirme en una nube consumible que no me dejaría escapar.

Solo pude volver a la realidad cuando se escucharon unos golpes en medio de la noche. Todo estaba oscuro, no había ninguna luz encendida y mi cabeza dolía bastante. El estómago, como siempre, ardía hasta dejarme incómodo. Pensar en levantarme de la cama era algo estúpido, pero esos golpes continuaban constantes.

Giré la cabeza para mirar a SeHun, quien estaba profundamente dormido en la cama de al lado. En lugar de tranquilizarme, pensé que yo estaba teniendo alucinaciones por el dolor o simplemente ya me había vuelto loco.

—¿SeHun? —Lo llamé en un susurro, pero él no me escuchó.

Lo intenté un par de veces más pero nada funcionaba. Los golpes volvieron a sonar y, asustado, giré en mi cabeza en dirección a la puerta. Había alguien o algo allí. Estaba seguro de eso. Podía pensar que era normal, ya que no estaba solo en esa casa, pero en medio de la noche mientras todos dormían, un sonido desconocido era señal de que algo extraño estaba ocurriendo.

Con todas las fuerzas que me quedaban me senté sobre el colchón. El dolor era agudo sobre la piel de mi torso, y el color rojizo se estaba expandiendo alrededor de la herida en lugar de estar mejorando. La picazón también era algo molesto, pero no me atrevía a tocarme la herida porque podía infectarla más de lo que ya estaba. Era horrible y me preocupaba. No es como si me hubiera quemado una mano o una pierna. Es decir, esas me las podía cortar en caso de que una quemazón de tal magnitud las cubriera, ¿pero la barriga? Esa se iba con mi vida.

Ignorando el ardor, me paré sobre el frío suelo. Me tambaleé un poco porque hacía mucho tiempo no estaba de pie, pero logré sostenerme de una pared para estabilizarme. Así tuve que salir de la habitación y mirar a mi alrededor para averiguar qué carajos estaba sonando. Como no conocía el lugar en donde me encontraba, tuve que comenzar a recorrer la casa desde la izquierda. Una habitación en donde dormían KyungSoo y BaekHyun, unos grandes ventanales, un pasillo que guiaba a la sala, en frente un baño con tina y al lado la cocina.

Debía admitir que era un lugar muy bonito, o al menos el más bonito donde yo alguna vez había vivido.

No había notado otra habitación al lado derecho del pasillo. La puerta estaba cerrada, lo que se me hizo extraño porque todas las demás no lo estaban. Me acerqué mientras me sostenía de la pared, aún desconfiando de la fuerza que mis piernas tuvieran. En cuanto estuve frente a la puerta y sostuve con mi mano derecha la manija para entrar, dudé un poco. No debía tener miedo, ¿verdad? Estaba acompañado por los chicos y YiFan. Nada malo podía pasar.

Antes de atreverme a abrir la puerta, choqué mi torso contra la pared a propósito para detener la maldita picazón. Era desesperante no poder hacer nada al respecto, y eso de golpearme con la pared fue algo que me salió espontáneo. Por supuesto, aquel movimiento dolió como el infierno. Tuve que inclinarme hacia adelante para no gritar del dolor y despertar a los demás. Temía que me llamaran loco.

Me volví a estirar dispuesto a entrar a esa habitación de una vez por todas. Me di cuenta de que la pared estaba manchada con unas gotas de sangre. Al parecer, el golpe anterior me había quitado algunas zonas de la enorme costra. Era desagradable.

Sin pensarlo más, abrí la puerta. No vi nada extraño. No había nadie adentro. Pude respirar tranquilo al saber que no había nada extraño adentro de la casa. No me fui directamente a la cama porque no tenía sueño y era la primera vez que me levantaba en una semana. Así que di unos pasos al centro de la habitación para poder observarla mejor.

Había varias estanterías vacías. Solo tenían un par de tomos encima, así que me acerqué y abrí uno de ellos en la primera página. Letras. Para mí solo eran garabatos sin sentido. ¿Esas letras en rojo significaban algo importante? Me parecía extraño, ya que no hacían parte del libro sino que estaban escritas sobre un papel suelto.

Dejé el libro a un lado porque era inútil seguir intentando descifrar lo que allí ponía. Además, estaba oscuro y mis ojos se cansaban con facilidad. Miré las paredes que estaban algo viejas, con la pintura cayéndose a tiras debido al paso del tiempo. Solo había un espejo colgado, al cual me acerqué para mirarme.

Joder, ¡me veía horrible! Parecía un completo moribundo. Era asqueroso y deprimente. Incluso ahora tenía más cara de yonkie que antes, lo cual era irónico también.

A través del reflejo del espejo, vi que algo pasó rápidamente por el pasillo. No había salido del lado de las habitaciones, así que no podía ser ninguno de mis compañeros. Me giré asustado, mirando con miedo la puerta como si de allí fuera a aparecer un demonio. Pasé saliva y comencé a caminar hacia la salida. Recordaba no haber visto a YiFan, así que seguramente era él quien estaba haciendo ruido.

—¿YiFan? —pregunté con voz suave, rogando con todas mis fuerzas que me respondiera.

Unos pasos se escucharon detrás mío y, debido a lo frenético que estaba, ni siquiera me molesté en girarme para averiguar de quién provenían. Pensaba llamar a SeHun para que me acompañara y me confirmara que no había nadie extraño en la casa.

Pero después de avanzar unos cuentos metros, alguien me jaló de atrás y yo caí acostado sobre el suelo. No pude reaccionar a tiempo, y mi estómago se dio de lleno contra la dura superficie. Vi las estrellas, pero no de la misma manera que en los orgasmos. No. Mi mente se puso en blanco y no sé por qué carajos no grité aturdido.

El intruso se acercó a mí e hizo que mi espalda quedara contra las baldosas. Así podía verle la cara, aunque me tomé mi tiempo intentando enfocar la imagen que tenía enfrente mío. Me sorprendí al reconocer a YiFan, el cual tenía un hilo de sangre seca que marcaba su frente. La herida no parecía profunda, pero él estaba bastante cabreado.

—YiFan, qué susto me has dado, tío... —Comencé a hablar pero él me golpeó la cara. Eso me dejó atónito, por lo que volví a mirarlo, esta vez asustado, mientras presionaba mi mejilla—. ¿Qué coño crees que haces?

Pregunté, pensando que todo parecía bastante irreal. ¿Por qué YiFan me golpeaba? ¿Por qué me estaba siguiendo por toda la casa? Después de hacerme mil preguntas en menos de un segundo, vi con sorpresa cómo el guardia agarraba un pedazo grueso de vidrio, el cual reposaba en el suelo. Al principio no entendía muchas cosas, como por qué había una decoración de la sala rota en mil pedazos.

Pero entonces recordé aquel fuerte estruendo de hacía unas horas. Eso me había descolocado bastante, porque eso solo significaba que el tiempo pasaba de prisa y en poco tiempo sería de día. Quería que hiciera algo de brisa, en lugar del típico calor insoportable de siempre.

Nunca pude verlo; saber cómo sería el clima de ese día. Apenas si pude mirar a un lado, en dirección a la ventana, antes de que YiFan enterrara aquel pedazo de vidrio en mi cabeza con un fuerte golpe, dejándome incapaz de decir otra palabra más.

Margen Penitenciario de TonaláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora