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Mientras recojo un par de cosas más por la habitación, decido guardar mis prendas que aún yacen en los bolsos más tarde. Igual no era mucha ropa la que cargaba, por lo que no era muy importante ahora.
Mi acción se ve interrumpida cuando mi móvil hace presencia con el típico tono de iPhone.

- ¿Diga?. -

- Jennie, soy Nam Joon. Necesito que vengas a la casona de inmediato. -

- ¿Ha pasado algo?. -

Silenció durante unos segundos. Mi ceño se frunce.
Se escucha su respiración, y unos murmullos desde el fondo.
Los chicos han llegado al parecer. Mi curiosidad aumenta. Y me abrasa una emoción de segundos.

- Es de vida o muerte. - emoción que se esfuma como humo.

Sin decir alguna palabra más, cuelga la línea dejándome con las palabras en la boca. Además de una angustia, sorprendida y unas par de emociones más al decir lo último. El corazón literalmente lo tenía en las manos.
¿De vida o muerte?.
Definitivamente algo malo estaba pasando, y comenzaba a temer lo peor.

Siquiera lo pensé por un segundo más, cuando me encontraba corriendo por las calles poniendo mi vida en ello.
Si había algo que me preocupara más que nada en el mundo, y que por supuesto tuviera que ver con los chicos, solo había una cosa. Más bien, alguien.

En cuanto una mi vista visualizó a un anciano bajando de un taxi, no esperé siquiera a que terminara de pagar para subirme rápidamente en él.

- ¡Le pagaré por los dos, pero por favor corra a toda velocidad!. -

El señor sorprendido de mi actitud, cogió el papel que le extendía con una dirección en marcador negro en las manos. Contaba los segundos en las personas que se pasaban por las calles caminando.
Me sentía desesperada, abrumada, agobiada. Miles de emociones se revolvían en mi estómago, lo que me provocaban ganas de vomitar por los nervios.
El destino estaba precisamente en mi contra.
Unas cuantas cuadras más y habría llegado. Pero no fue así, había un accidente más adelante por lo que nos vimos detenimos en medio de todo el desastre.
La gente corría por todas partes, lo que me estaba desesperando de sobre manera.
Como pude, saqué dinero de mi cartera sin percatarme de cuanto le pasaba al taxista, saliendo a volandas para echarme a correr lo que me quedaba de camino. Estaba demasiado eufórica para detener a pensar lo que hacía.

Incluso, estabapareciendo demasiado loca por mi actitud. Parecía una corredora de una maratón, porque de ser así ya habría ganado.
Pero no era el caso. Algo de lo peor estaba pasando en la casa de los chicos, y no me podía tomar más tiempo.
Logré dar con la calle correcta y la casa exacta. Por suerte la puerta estaba sin seguro, lo que me pareció raro pero dada las circunstancias, creo que no era muy relevantes ahora.

Me fui directo al living que es en donde oía unos murmullos bajos. Pude visualizar a todos los chicos que estaban sentados en fila sobre el sofá, sobrando un puesto. Aquellos se dieron cuenta de mi presencia, y sus caras ya me decían lo peor.
Por dios, no. Había llegado demasiado tarde.

- Jennie. -

Se acercó Hoseok, susurrando con notorio dolor en su voz. Mis ojos se encontraron con los suyos, y sin poder aguantar un segundos más, me eché a llorar en sus brazos. Siquiera sabía por qué, ellos aún no me habían dado la razón para hacerlo. Aún así, yo ya me hacía una idea de algo.

Caí de rodillas frente a él y cubrí mi rostro con mis manos. Mis llantos eran los únicos que se escuchaban en la habitación, además de sus respiraciones pesadas.

- Pequeña... -

De pronto lo oí. Un escalofrío recorrió mi cuerpo por completo, y creí morir. O que ya lo estaba. De todas formas, estaba tan mareada que siquiera sabía si me lo estaba imaginando o mi mente me estaba jugando feo.
Abrí mis ojos lo suficientemente, como para ver unos zapatillas bastante familiares frente a mis rodillas. De momento a otro ya no eran imaginaciones mías las que estaba teniendo. Era la misma realidad, y me sentí más enfadada que nunca. Sus suaves manos cubrieron ambas de mis mejillas para alzar mi cabeza y fijar mis ojos con los suyos. Su mirada me mostraba diversión al verme.

FIRST LOVE {YOONNIE} +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora