Capítulo 37: Encantamiento Patronus

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Los días de vacaciones pasaron demasiado rápido, cuando mis amigos y yo nos quisimos dar cuenta teníamos ya nuestros equipajes listos para volver a Hogwarts. Draco me había enviado una carta para Navidad, bueno, no era una carta, sino más bien era un paquete que contenía unas quince o veinte rosas en un paquete dorado como regalo de navidad.

Caminé junto a mis tres amigos para adentrarnos a un compartimiento del tren, este viaje sería diferente porque Harry estaba muy feliz por haber pasado tiempo con Sirius, y ahora se había unido Ron, cuyo padre ya estaba recuperado y había vuelto al trabajo.

—¿Chicos, cuánto creen que tardará la Señora de los dulces? —preguntó Ron, subiendo su mentón para observar hacia el pasillo del tren desde su asiento.

—Tal vez no tendrías tanta hambre si te hubieras levantado a desayunar una de las diez veces que te llamé —le dijo Harry, mientras apoyaba sus piernas en el resto del asiento que Ron no ocupaba.

—Cállate tú. Era algo inhumano despertarme a las nueve de la mañana, ¿En qué mundo vives Potter? —le dice Ron en forma de chiste.

—Todavía me pregunto dónde metes tanta comida —le hablé a Ron mientras lo observaba con mis ojos entrecerrados —. Mataría a alguien por comer como tú y no engordar, vamos Ron, pídeme que mate por ti —le rogué, poniéndome de pie y tomándolo del cuello de su suéter.

—Merlín, Malfoy hizo lo que más temía, te llevó al lado oscuro. Perdiste la cabeza —me respondió el pelirrojo, poniendo sus manos sobre las mías y haciendo que deje de tomarlo de suéter.

—Tal vez ha sido algo grato —le respondí, sacándole la lengua.

—¿Te gustó ir al lado oscuro de Malfoy? —rió Harry, resaltando lo humorístico de esa oración.

—Eres horrible, Harry. Eres un ser perverso —le respondí, volviendo a mi lugar y permitiendo que Ron volviera a observar el pasillo del tren.

—Pero al parecer soy el Elegido y por eso me quieres —dice cara orgullosa.

—Harry, cállate —le pidió Hermione, quien tenía el libro de Runas Antiguas que le había regalado, sobre sus piernas.

—Oh vamos Hermione, ¿Vas a leer ese estúpido libro todo el viaje? Qué aburrida te vuelves con los años —le dijo Ron.

—Y tú lo único que haces todo el viaje es comer —respondió la castaña sin levantar la vista del libro. Yo solté una risita y Ron buscó consuelo en su amigo de lentes, pero él negó con la cabeza.

—Ella tiene su punto amigo —le respondió Harry.

—Lo siento Ron, pero este es un libro que ustedes jamás van a entender. Tiene todo lo que necesito para saber sobre las Runas, así que si me disculpan quiero crecer culturalmente —responde ella con un tono demasiado sofisticado.

—Tienes tanta suerte de que seamos tus amigos —suspiró Ron, mirándola con odio —. Luego preguntas por qué no te invité al baile, hubieras preferido quedarte leyendo en la biblioteca.

—Él tiene su punto —murmuré —. Harry, ¿Qué tal si vamos a buscar a Ginny eh?

Harry asintió frenéticamente, mientras que nos poníamos de pie y observamos como el rostro de Hermione se volvía cada vez más rojo. Sabíamos ambos que no nos convenía quedarnos luego de que Ron se sentenció a muerte.

—RONALD BILLIUS —gritó ella, cerrando su libro enorme muy fuertemente.

—Y ese es nuestro pie para retirarnos —le dije a Harry y él asintió. Nos dirigimos junto a Ginny, Neville y Luna que compartían un vagón y hablamos la mayor parte del tiempo sobre el Ejército de Dumbledore.

Outsider - Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora