VI

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JAMES

   Me levanto de un salto con la alarma, estoy emocionado por verla. Me dirijo a mi armario, parezco una mujer eligiendo la ropa, no sé qué ponerme. Al cabo de una hora me decido por una camisa azul, unos vaqueros negros y zapatos del mismo color. Tomo una ducha y me preparo para buscar a Kate; estoy ansioso.

10 minutos más tarde

Estoy en el garage contemplando mi Ferrari 458 Spider, fue un regalo de mi padre cuando cumplí los veintitrés años, casi nunca ando en él pero debía sorprenderla. Conduzco por la carretera mientras pienso en Kate, es hermosa, no puedo creer que vaya a salir con ella. Sin darme cuenta ya estoy frente a su departamento. Me bajo y voy a subir cuando me percato de algo: no sé en qué piso vive; así que la llamo para avisar que ya estoy afuera y esperarla en el auto.

KATE

   Cuelgo la llamada con James, estoy muy nerviosa, he pensado mucho en esto y me he dado cuenta de que realmente lo amo; lo cual me asusta mucho ya que es sólo mi profesor y dudo que sienta algo por mí.

Me coloqué un vestido blanco con flores celestes suelto hasta las rodillas, unas sandalias con algo de plataforma también blancas y me dejé el cabello suelto.
Bajo las escaleras con mucho cuidado de no tropezar, salgo y lo veo apoyado sobre su auto. No puede ser, ¡que auto! Debería ser un delito andar con algo tan lindo, y no me refiero solamente al coche. Me acerco lentamente a él, quedando embelesada ante su perfección, él me mira y sonríe.

—Señorita Raison, por favor entre al auto —me invita abriendo la puerta del copiloto de manera educada, me causa gracia la reverencia que hace y se la devuelvo.

—Muchas gracias, señor Houghton —contesto con el mismo tono y me siento, él cierra la puerta, rodea el auto y se sienta en el asiento del conductor.

—¿Te gustaría poner algo de música? Vamos, prende la radio y pon lo que quieras —dice a lo que yo obedezco. Cambio de estación hasta que comienza una canción que me encanta.

—¿Te molesta si dejo esta canción? —pregunto deseando que no le guste solamente la música lenta ya que es profesor de violín y parecía aburrido; aunque ya lo dudo.

—¡Por supuesto que no me molesta! ¡Me encanta esta canción! —responde y lo miro sorprendida.

Comienzo a cantar y él me sigue, no tenía idea de que cantara, tiene una voz increíble. Mientras canta me mira, como si me lo dedicara, yo sólo sigo cantando mientras me muevo al compás de la música. Definitivamente me declaro agua, me derretí por completo con su voz: es varonil pero suave a la vez.
Finaliza la canción, detiene el auto y me observa unos minutos. Ninguno dice nada, todo es silencio, pero no uno incómodo, nos hablamos con la mirada. De repente algo cruza su mente, cierra los ojos con fuerza y yo no sé qué hacer.

—Hemos llegado, Kate —dice un poco duro, no entiendo a éste hombre.

—No sabía que cantaras tan bien y menos que te gustara esa canción —hablo nerviosa intentando calmar el ambiente, está tan pesado que se podría hasta palpar.

—Yo tampoco sabía eso de ti —contesta sonriendo, es más bipolar que una mujer en sus días.

Entramos a Starbucks y pedimos un Latte con medialunas. La camarera no para de coquetear con James y me tenso, no debería ponerme celosa pero aún así lo estoy y mucho. Él parece notarlo y le pide con una sonrisa amable que se retire, ella se va moviendo las caderas de manera exagerada como si estuviera en una pasarela y yo ruedo los ojos.

—Muy bien, Kate, debo decirte algo; es importante y me cuesta bastante... —dice mirando hacia todas partes, parece nervioso.

Toma unos cuantos tragos de su Latte, me mira, abre la boca para decir algo pero la cierra, repite esa acción un par de veces más; parece un pez y río internamente.

—Kate, yo... estaba comprometido, iba a casarme pero ella se fue con mi ex-mejor amigo. Mi familia falleció en un accidente y es por eso que soy frío con todo el mundo. Desde entonces, prometí no sentir nada hacia otra persona nunca más —confiesa.

Me molesté mucho pero a la vez sentí pena por él, quería abrazarlo y a la vez quería llorar de lo incrédula que me sentía en ese momento. En su casa me había abierto a él, le conté todo mi pasado y él sólo me había mentido diciendo que era así porque sí.

—Debo irme —contesté al borde de las lágrimas, siento que lo amo pero lo que me dijo... no lo sé... si no siente nada por mí será mejor no volver a vernos, esto ha sido un gran error.

—¿Pero por qué? Sabía que no debí decírtelo, vamos, te llevo. —Se levantó a lo que yo comencé a sollozar de la rabia. ¿No debió decírmelo? Es decir que pensaba seguir mintiéndome. Qué ilusa fui al creer que podría llegar a sentir algo por mí.

—Me voy sola, recordé que debo pasar por la casa de una amiga a buscar unas cosas y queda cerca de aquí —mentí— Adiós. —Estaba dispuesta a irme pero me tomó del brazo para mirarlo.

—Espera. Lo siento si he dicho algo mal —dice mirando al suelo— Hasta mañana, Kate —saluda y yo no puedo mirarlo al rostro.

—No, James —contesté cortante.

—Entonces... hasta el martes —insiste sin entender, me suelto de su agarre de forma brusca y me cruzo de brazos.

—No James, no lo entiendes, no iré más, estudiaré en otro lugar —dije mirando el suelo.

—¿¡Qué!? ¿¡Por qué!? —grita y mis lágrimas comienzan a caer sin control.

—Porque estoy enamorada.... —Inhalo todo el aire posible para poder mirarlo a los ojos y continúo— De ti —termino la frase y su rostro mostró mil sentimientos que no pude descifrar: parecía sorprendido, triste, feliz... no lo sé.

Salgo corriendo de allí. Corro dos cuadras hasta chocar con algo, o mejor dicho con alguien, y caigo sentada al suelo pero me incorporo al instante. Al levantar la mirada para disculparme, quedo petrificada, justo con él debía chocar.

—Hola pequeña —dice mi padre sonriendo, me da un golpe en el rostro y veo todo negro.

JAMES

   Tardo más de lo que me hubiese gustado en reaccionar, dijo que se enamoró de mí, quiero responderle que yo igual pero ya se ha ido, salió corriendo de aquí llorando y me siento muy mal por eso. La camarera se acerca intentando coquetear conmigo otra vez, pero yo me largo de allí sin siquiera mirarla. Observo hacia todas partes intentando encontrarla, pero es imposible, se ha ido; tal vez sea lo mejor para ambos.

Conduzco hasta mi casa, no logro quitármela de la cabeza, lo que menos quise fue que reaccionara así, no entiendo qué hice mal.
Me recuesto en mi cama observando el techo y permanezco en la misma posición un buen rato, no tengo sueño, no tengo hambre... ¿Qué me has hecho, Kate? Me doy cuenta de que vivir sin ella será muy difícil, sólo la conozco hace unos días y ya se ha aferrado a mí como si fuese parte de mi alma.

Mi Profesor de ViolínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora