JAMES
No puedo creer lo que Matt me ha dicho, ahora entiendo todo, si los bebés lloran de esa manera sólo significa que la han visto, es tan malvada que hasta muerta es capaz de todo. Siento que Kate me grita y me saca de mis pensamientos, la miro intentando formular una respuesta.
—Hubo un incendio en la cárcel donde se encontraban todos... —Kate no muestra ningún tipo de sentimiento.
—Eso es bueno... ¿verdad?—pregunta— ¿Pero qué tiene que ver eso con los niños? —No comprende, por lo que debo contarle el resto. Prefería no comunicárselo debido a que es bastante asustadiza... Aunque en éste momento no soy tan fuerte yo tampoco.
—Eso no es todo... —Kate me observa atenta esperando a que continúe— La única que logró llegar con vida al hospital fue Verónica... Ella... Al parecer sus últimas palabras fueron... "No los pienso dejar tranquilos ni estando muerta, ellos deben morir, James me pertenece" —finalizo.
—Oh por Dios, quieres decir que los bebés lloran... ¿por haber visto el espíritu de Verónica? Pero eso no es posible... ¿O sí? —Sus ojos comenzaron a aguarse y la estrecho entre mis brazos.
—Tranquila cariño, ya son las siete de la mañana, tal vez haya algún sacerdote o alguien que nos ayude —intento calmarla, no creo en estas cosas, pero si llega a ser verdad, no quiero que siga torturando a mis bebés.
Kate asiente, llama a Lindsay para que cuide a nuestros hijos y le deja leche de sus pechos para darles con una jeringa, ya que al ser tan pequeños no pueden tomar directo de un biberón.
Llegamos a una iglesia bastante grande, jamás había venido aquí, pero al parecer hacían este tipo de cosas.—¿En qué puedo ayudarlos hermanos míos? —pregunta un sacerdote saliendo de una puerta. En otra situación le gritaría que no soy su hermano, pero la situación amerita guardarme lo que pienso para otra ocasión.
—Creemos que hay un espíritu en nuestra casa —respondo nervioso, me siento idiota diciendo una locura como ésta.
—¿Y por qué creen eso? —Kate y yo nos miramos.
—Pues... resulta que... Bueno es una larga historia... —No sé por dónde comenzar, ¿cómo explicas que tu ex-novia juró venganza y ahora está molestando a tus hijos a pesar de estar muerta? ¡Eso suena a una completa locura!
—Mi esposo tuvo una ex-novia, ella y mi padre han hecho muchas cosas contra nosotros, hubo un incendio y todos murieron. Al parecer en su último suspiro juró vengarse, nuestros bebés han estado llorando unas horas antes de recibir la noticia y aún no paran, creemos que han visto a alguien —Kate habla y él asiente.
Manejo hacia nuestro departamento con el sacerdote en el asiento trasero, ha traído todo su equipo; con cada minuto que pasa, más pienso que es una locura, pero lo hago por mi familia. Después de todo no pierdo nada con intentarlo, es gratis y si llega a funcionar, mejor.
Al llegar se escuchan los llantos de nuestros niños desde un piso antes de llegar al nuestro. Entramos y Lindsay parece vuelta loca, está vomitada por los bebés, despeinada y hasta parece que ha estado llorando ella también.—Al fin han llegado, ¡ya no lo soporto más! —Sale corriendo de la habitación.
—Díganme el nombre de la joven difunta —pide el sacerdote.
—Verónica —respondemos Kate y yo al unísono.
Él hace una especie de ritual, tira agua bendita por varios lugares de la casa y bendice a nuestros hijos, pero éstos no paran de llorar.
—Evidentemente es ella, puedo oírla, no para de maldecir a sus niños. Según lo que dice, ella lo quiere a usted. —Me señala, si viva era un infierno, muerta no sé qué hacer.
—¿Y qué se supone que debo hacer? ¡Tengo mi familia, no moriré para estar con ella! ¡No la amo, nunca lo hice, y nunca lo haré! —digo desesperado, Kate mantiene la mirada en el suelo. Sé que no debe ser nada fácil para ella estar pasando por este momento por culpa de una mujer loca que resulta ser mi ex-prometida.
—Habla con ella, lo está oyendo, sea sincero. Sólo así tal vez, logre descansar en paz. —Pienso unos segundos y decido que es lo mejor.
—Kate, cariño, quédate aquí con ellos... —Le doy un beso en la frente y miro al techo— Verónica, si me oyes, acompáñame al salón, hablaremos solos tú y yo... —Miro al sacerdote, éste asiente en señal de que ella ha aceptado y me dirijo al salón.
—Verónica, lo siento si te he hecho daño, tú te fuiste con mi mejor amigo antes y... lo siento, eso ya no importa. No sé si me estás oyendo, pero quiero que sepas que yo te amé en su momento. Ya no siento nada por ti, te perdono por todo, no te guardo rencor. Entiende que lo nuestro no funcionó, ya tengo esposa y tres hermosos hijos, no puedo hacer más nada por ti. Por favor Verónica, si lo que sientes por mí realmente es amor, vete, sé feliz, descansa en paz. No atormentes a mi familia, y no te atormentes a ti misma, mira como has terminado por venganza, no te destruyas más —termino y un escalofrío recorre mi cuerpo, como si me hubiese abrazado. De repente, el ambiente se siente mucho más liviano y tibio.
Corro a la habitación y Kate me mira, mira a los bebés, mira al sacerdote y repite el proceso reiteradas veces.
Es ahí donde me doy cuenta que nuestros hijos ya no lloran.—Ella se ha ido al cielo, no sé lo que le has dicho, pero ella vino hasta aquí, acarició a los niños y abrazó a tu mujer, ya no los volverá a molestar. —Dicho esto se marchó.
—Yo... la sentí... sentí su abrazo... no puedo creerlo... ya se acabó... —dice Kate para sí misma.
—Sí, ya todo acabó cariño, tranquila... —La abrazo y deposito un beso en su cabeza.
Kate les da el pecho a los bebés y llama a Lindsay para asegurarse de que esté bien y disculparse por lo sucedido.
El día transcurre sin problemas, no puedo creer que esto esté sucediendo, ya no hay más problemas y tengo una familia... es un nuevo comienzo. Miro al cielo por la ventana y cierro los ojos.—Si me oyen, quiero que sepan que los extraño, me gustaría que conozcan a mi mujer e hijos, pero el destino no lo quiso así. Los amo —hablo en mi mente intentando que mis padres y mi hermana me oigan, realmente los he necesitado mucho todo este tiempo.
—Ya no tendré que temer de mi padre nunca más... Me hubiera gustado tener a mi madre en este momento, ella era tan buena... —Kate hace una pausa y me mira— ¿Sabes qué? Al menos nuestras familias están unidas allá en el cielo, sé que están orgullosos de nosotros... —La miro y acaricio su mejilla.
No puedo evitar que una lágrima recorra mi rostro, lo que ha dicho realmente ha sido muy conmovedor para mí, sé que tiene razón, ellos están orgullosos. Asiento y la abrazo con fuerza, esperando ser feliz hasta el fin de mis días junto a la mujer que más amo y a nuestros hijos.
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Mi Profesor de Violín
Novela JuvenilNinguno de los dos se esperaba lo que sucedería a continuación, pero deberán luchar para conseguir lo que deseen, eso es seguro. ¡No te pierdas esta atrapante historia! ⚠NO ES EL TÍPICO CLICHÉ CURSI. •Libro #1 Obra registrada, cualquier copia o ada...