XIV

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JAMES

   Ha pasado una semana desde que Kate entró en coma y no muestra indicio de que su cuadro mejore, estoy devastado, sólo he ido una vez a mi casa para asearme y volví lo más rápido que pude.
Siento cómo el bolsillo trasero de mi pantalón vibra y pego un salto, todos me miran como si estuviese loco. Es una llamada de mi mejor amigo Joseph, hace tres años no nos vemos ya que a él lo trasladaron a otro país en el trabajo. Fuimos muy unidos, él fue mi mejor amigo de la infancia y tiempo después, novio de mi hermana gemela Melissa; ambos quedamos debastados luego de lo que sucedió y no dudó en aceptar la propuesta de trabajo e irse lejos de este lugar, el cual le traía muy malos recuerdos. Decido contestar.

Hola, Joe —contesto sin ánimos, desde pequeños le digo Joe de cariño.

—Hola, James. ¿Sucede algo?

—Es una larga historia. Pero no me has llamado para oírla, ¿verdad?

—Quería comunicarte que me despidieron de la empresa donde trabajaba; hicieron recortes, ya sabes... Y me preguntaba si podía vivir contigo hasta conseguir un departamento...

—Bueno, esa larga historia tiene que ver con que ya no vivo solo, pero de todos modos ven, te contaré todo apenas podamos hablar seriamente. ¿Y cuándo llegas?

—Bueno, estoy a unas cuadras de tu casa, sabía que no me dirías que no.

—De acuerdo, voy para allá —cuelgo y me dirijo a ver a Kate.

—Cariño, debo ir a buscar a un amigo, cuando despiertes te lo presento. Es casi como mi hermano y vivirá en nuestra casa un tiempo, pero tranquila que volveré lo más rápido posible, lo prometo —finalizo, le doy un beso en los labios y me dirijo a mi casa en busca de mi amigo.

En la carretera recuerdo a Joe, es un idiota en el buen sentido. Es de mi estatura, tiene veintinueve años, un año más que yo; también es morocho de ojos azules. Siempre se deja el cabello lo suficientemente largo como para tenerlo desordenado, al igual que se deja la barba de unos días. Por alguna razón siempre era el centro de atención, todas las mujeres se daban vuelta a verlo, pero él siempre fue fiel a mi hermana; sino yo lo dejaba sin poder tener futuros hijos.
Al llegar diviso a Joe sentado en la puerta con la cabeza entre las piernas y los brazos sobre las rodillas, a su alrededor hay cinco maletas.

—Hola extraño. —Le doy un golpe en la cabeza y abro la puerta, él toma sus cosas y entra.

—Es más linda de lo que recordaba —dice subiendo las escaleras.

—Sí, claro, adelante, pasa, siéntete como en tu casa —contesto en tono sarcástico.

Joseph me habló de cómo fue su viaje y me hizo un resumen de su vida mientras ordenamos sus cosas en el que ahora sería su cuarto por un tiempo.

—Y bien, James, ¿qué ocurre? —pregunta tirándose como un saco de arena en el sillón.

—Tú sabes que soy profesor de violín y además heredé la empresa de mi padre que había dejado a cargo de Jared, ¿no? —comienzo nervioso.

—Sí, ¿y eso qué? —pregunta sin entender nada.

—Pues hace como seis meses llegó una mujer queriendo aprender violín. Es hermosa, su nombre es Kate y tiene veintidós años; me mostré frío con ella en un principio pero luego intente ser amable. Ella tiene un padre que es un imbécil, mató a su madre a golpes y la secuestró por tres días, estuvo tres meses en coma inducido debido a los cortes y golpes que le dio, despertó y ahora somos novios... Bueno, ya no lo sé, es que retomé mi cargo en la empresa y la puse de secretaria, hace una semana me encontró con Verónica en la oficina y ella estaba recargada sobre mi escritorio. ¡Pero yo no hacía nada! —grito exasperado.

Mi Profesor de ViolínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora