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KATE

Han pasado cinco días desde que James me ha dado esa hermosa sorpresa, los doctores acaban de retirarse luego de la rutina de siempre, y han dicho que he progresado bastante. Con James hemos estado muy unidos desde entonces, aunque sigue con el bendito teléfono todo el tiempo. Está nervioso, le he preguntado varias veces qué le sucede pero siempre me responde con un: -no es nada, no importa... -Es tan bipolar que a veces me hace perder los papeles.

-Kate, date una ducha y cámbiate -ordena James. ¿Y a éste que le sucede?

-Disculpa, pero no entiendo el porqué de tu idea, estoy limpia -reprocho y es cierto, me he duchado anoche.

-Pero quiero que te pongas algo especial que compré para ti. Anda, ve al baño, yo te dejaré la ropa sobre el váter -insiste con una sonrisa enorme.

-¿Algo especial? Haberlo dicho antes y me duchaba hace tres horas -grito corriendo al baño.

Me despojo de mi ropa y entro a la ducha, comienzo a lavarme el cabello, luego el cuerpo y oigo la puerta del baño cerrarse indicándome que James ha dejado lo que me haya comprado. Salgo, me seco bien con la toalla, miro el váter y sobre éste se encuentra una caja color celeste cielo, en el suelo hay otra igual un poco más pequeña. Me decido por abrir la primera, es un vestido de algodón color beige, es suelto y sin mangas, no dudo en ponérmelo, me queda muy bien. Luego de mirarme al espejo un par de minutos y dar vueltas viendo como el vestido toma vuelo, decido abrir la otra caja. Unos zapatos a juego sin plataforma pedían a gritos ser calzados, me los coloqué y volví a mirarme al espejo, todo era hermoso. Me cepillo los dientes, maquillo, peino, y salgo del baño.

-¡Gracias cariño! Me queda fantástico, ¿a que sí? -pregunto dando vueltas emocionada.

-Te ves increíblemente hermosa Kate, mejor de lo que esperaba -responde con brillo en sus ojos, me abraza fuerte y me llena de besos.

-Hola... creo que mejor vuelvo en otro momento, tanta dulzura me ha causado náuseas -dice Joe arruinando el momento con su acto de presencia.

-Tranquilo, ya está amigo -responde James y me besa la frente.

-¿Ya le has dado la noticia? -Joe le "murmura" a James pero he oído todo y me hago la sorda para seguir oyendo.

-No, justo se lo iba a decir -responde James y ya me ha entrado la curiosidad.

Se dan vuelta y mi conciencia me grita: -¡Actúa con normalidad Kate! -Entonces esbozo una gran sonrisa tensa-Así no idiota, que se darán cuenta -relajo mi rostro y miro hacia otro lado. Ellos me observan extrañados, como si estuviera loca, y no es para menos.

-¿Qué sucede? -pregunto en tono inocente, James mira a Joe y éste asiente.

-Joe trae las maletas, debo poner un par de cosas más antes de irnos -ordena James y una ola de tristeza me invade. ¿Eso debía decirme?, ¿se irán?

-¿De qué hablas? ¿A dónde se van a ir? -pregunto confundida.

-Vamos cariño. Tú y yo, a casa, los doctores te han dado el alta definitiva.

Mi rostro pasa por mil emociones distintas hasta que salto de la alegría.

No tardamos en bajar, cabe decir que un James sobre protector no me permitía ni llevar el bolso, lo cual era ridículo, no pesaba nada. Pero según él, "es demasiada fuerza para la madre de mis trillizos", y me amenazó con que si no caminaba súper lento, "para no esforzarme tanto", me cargaría todo el tiempo. Pero como yo sí quería estar entre sus brazos, comencé a correr... y adivinen donde estoy ahora...

-Amor, esta no es la calle -le digo a James. Tampoco entiendo por qué Joe se fue hacia otro lado, se supone que viviríamos juntos los tres.

-Tú tranquila, ahora ponte ésto sobre los ojos. -Me tiende un trozo de tela.

Pasaron varios minutos hasta que el coche se detiene, siento como él baja pero no me abre la puerta. Comienzo a inquietarme, supongo que será parte de la sorpresa. Esperé unos cinco minutos hasta sentir como mi puerta se abre, James me toma entre sus brazos en un ágil movimiento, camina unos pasos, y me baja.

-Muy bien cariño, ya puedes ver -anuncia quitando la venda de mis ojos.

-¿Y ésto? -es lo único que logro pronunciar. Se trata de uno de los departamentos más lujosos que hay en la ciudad.

-Compré un piso solamente para nosotros... y los bebés, por supuesto -se apresura a decir.

-No puedo creerlo James, ¡es demasiado!- Respondo al borde de las lágrimas, siento que no merezco tanto.

-Por supuesto que no, nada es suficiente para mi reina y principitos. Ahora quédate aquí y cuenta hasta veinte antes de entrar. -Dicho esto entró corriendo, pero vuelve a salir por la puerta rascándose la nuca- Olvidé un detalle muy importante... nuestro piso es el siete. -Tras terminar la frase salió corriendo otra vez.

Comencé a contar en voz baja... uno, dos, tres... dieciocho, diecinueve... -¡Veinte! -grito y entro corriendo a buscar el ascensor. Tras encontrarlo, me subo y presiono el siete, al abrirse las puertas puedo ver una puerta al final del pasillo. Entro con cautela sintiéndome pequeña ante tanta belleza. Todo es lujoso, hay velas y pétalos por doquier. Camino hasta la mesa donde veo una nota y la leo.

Querida Kate:

Te amo, he actuado extraño porque planeaba ésto, sigue el camino de velas rojas y verás lo mejor.

Sin pensarlo dos veces comienzo a seguirlas, camino por un pasillo hasta toparme con una puerta de madera que tenía grabado *James & Kate*, supuse que era el cuarto y entro. Quedo petrificada al ver todo, está lleno de velas y pétalos, es tan romántico. Detengo mi vista en James, está de traje y arrodillado sobre una pierna.

-Kate Raison, ¿aceptas casarte con éste idiota que te ama mucho? -pregunta muy nervioso abriendo una pequeña caja de terciopelo rojo, dentro hay dos anillos de plata, el mío con un diamante en el centro.

Tardo en contestar, es muy emocionante la situación y me cuesta formular una palabra coherente.

-Yo... -digo y trago saliva, realmente estoy muy impresionada ante tal gesto.

-Cariño... sé que estás emocionada... yo también lo estoy... Pero me gustaría que me des una respuesta ahora porque los nervios me están matando... -pide James con una sonrisa más que nerviosa.

-Por supuesto que sí, acepto James -respondo sollozando, son demasiadas sorpresas para mi pobre corazón.

James coloca el anillo en mi dedo, yo le puse el suyo y nos acostamos. Él me abraza fuerte y comienza a acariciar mi pelo hasta quedar dormida.

Mi Profesor de ViolínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora