XXVI

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KATE

   Estamos saliendo del hospital, por suerte todo ha marchado de maravilla. Los bebés están en perfecto estado, son hermosos, no lloran durante la noche.... Bueno al menos no lo han hecho las dos noches que hemos estado aquí y duermen bastante, son unos angelitos.

—Aquí están cosa una, dos y tres —dice Matt besando las cabecitas de mis pequeños. Sí, ese es el apodo que ha elegido; él y Lindsay los llaman así desde que se le ocurrió a Matt, la verdad no me hace ninguna gracia.

—Ya no los llames así, no son cosas —le reprocho por milésima vez.

—Shhh, no te metas con mis cositas. ¿Quiénes son las cositas del padrino? —le juega a mis pequeños mientras les hace muecas graciosas.

—Sí sabes que aún no distinguen nada, ¿verdad? —pregunto, ellos ni siquiera han abierto los ojos... Bueno sí, pero apenas unos segundos y vuelven a cerrarlos.

—Cállate, arruinas el momento.

Yo ruedo los ojos mientras James deposita a nuestros hijos en sus respectivos porta bebés, en el asiento trasero del auto de Matt.
Conecto mi celular al estéreo del auto y selecciono una canción a un volumen bajo para no molestar a mis niños. A mitad del trayecto hacia la cabaña, una música distinta a la que oíamos da a saber que se trata de una llamada entrante en mi teléfono. Descuelgo, es un número privado, aprovecho el que esté conectado al estéreo, de esta manera James y Matt podrán oír todo en caso de ser una mala noticia.

—¿Sí? —digo, se escucha bullicio del otro lado.

Señorita Raison, soy el oficial Tom, he llamado varias veces al celular de su marido, pero éste no ha contestado... Quería comunicarles que al fin hemos dado con Trevor, ya están todos donde se merecen. Pueden volver a su departamento si así lo desean, de todos modos habrá policías cerca por un tiempo. Ah y felicidades por sus bebés —finaliza y corta la llamada.

Los tres bailamos en nuestros asientos y soltamos gritos silenciosos para no alarmar a mis hijos. Ya teníamos el cuarto de los bebés, sólo faltaba decorar todo según su género.
Llegamos a la cabaña y nos apresuramos a empacar todo para emprender viaje hacia nuestro departamento, estoy nerviosa y feliz. ¿Será que al fin habrá calma? ¿Al fin podremos tener la familia feliz que tanto deseamos? Eso espero.
En el trayecto, Matt insiste en hacer algo para nosotros y llama a Lindsay para que tenga el cuarto preparado.

—James, detente un momento por favor —le pido al oír el llanto de Will, él es el más cariñoso de los tres, además debe tener hambre. Me sorprende que ninguno haya llorado antes, puesto que hace tres horas estamos viajando.

—Aquí está mi rey —dijo tras ir al asiento trasero y alcanzarme a Will, quien pareció calmarse al sentir los brazos de su padre. Depositó un beso en su frente, miró a las niñas y se quedó vigilando a Matt, quien se quedó dormido hace una hora— Si despierta y ve tu pecho fuera dando de comer a mi niño, lo dejo sin poder tener hijos propios —advierte serio e intento disimular la risa que me causó su comentario.

—Tranquilo cariño.

Tras acabar de darle el pecho a Will, mis niñas lloran al unísono, James me pasa a ambas, una enfermera me enseñó a darles el pecho al mismo tiempo y por suerte, lo he logrado al primer intento. Al terminar, le entrego a las niñas, él se asegura de que los tres estén bien colocados, cierra la puerta con seguro y sigue el viaje.

(***)

—Llegamos al fin —Matt suspira cansado. ¿Pero cansado de qué si apenas se despierta?

—¿De qué te quejas si te has despertado al apagar el motor del coche? —le reprocha James como si leyera mi mente. Yo río por lo bajo.

—¿Tienes idea de lo agotador que puede ser soñar tantas cosas y tan diferentes? Gente desconsiderada... —bromea adormilado Matt.

—¡Hola! —saluda efusivamente Lindsay, le da un casto beso a Matt y me mira saltando— ¿Dónde están cosita una, dos y tres? ¡Quiero ver a esas hermosuras ya! —grita y abre la puerta para ver a mis niños durmiendo plácidamente.

—¿Y bien? ¿Cómo ha quedado el cuarto? —pregunta James tomando a Will y a Crystal mientras me entrega a Josie en brazos.

—Hermoso, ya verán, soy toda una decoradora. —Sonríe orgullosa y los tres rodamos los ojos mientras reímos, ella nos saca la lengua y corre hacia la habitación de los bebés.

—Ya quiero verla —le digo a James, éste me da un beso en la frente y abre la puerta.

—¿Les gusta? —pregunta Lindsay saltando y dando palmaditas como niña pequeña.

—¡Sí! —grito de la emoción. Está todo hermoso, decorado con rosa y celeste. Me detengo en las cunas perfectamente adornadas, dos con un listón rosa para las niñas, y uno celeste en la cuna del medio para mi niño— ¿Qué les he dicho de llamarlos cosa? —les reprocho al ver un pequeño enterito rojo sobre cada una que decía Thing 1, Thing 2 y Thing 3. Matt y Lindsay sonríen de manera inocente y levantan sus hombros.

Comenzaron a llorar los tres juntos, dando a entender que tenían hambre, debía aprovechar que han despertado para darles el pecho, cambiarlos y dormirlos en sus cunas para acostumbrarlos

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Comenzaron a llorar los tres juntos, dando a entender que tenían hambre, debía aprovechar que han despertado para darles el pecho, cambiarlos y dormirlos en sus cunas para acostumbrarlos.
Luego de una hora caminando de un lado a otro, logro que Will se duerma, ya que al ser el más mimoso necesitaba de toda la atención posible y para eso debía aguantar el sueño.

—Estoy exhausta. —Me tiro en la cama junto a James, quien me esperaba para dormir. Matt y Lindsay se han ido hace rato.

—Yo igual, ven cariño, ven a dormir... —Extiende su brazo para rodearme la espalda y yo apoyo mi cabeza en su pecho.

Aquí es donde deseo estar, con ellos. Son mi todo, en este momento soy feliz y espero seguir así. Estoy tan cómoda con James que quedo profundamente dormida de inmediato.

(***)

Unos llantos incesables me despiertan, miro la hora en el reloj de la mesita de noche y veo que son las cuatro de la madrugada, corro hacia ellos e intento darles el pecho pero no tienen hambre.

—¡James, ven rápido, algo les pasa a los bebés! —grito y no se hace esperar. Intentamos calmarlos de mil maneras posibles pero no paran de llorar.

—Vamos, los llevaré al pediatra del hospital. —Toma a las niñas y yo a Will.

Ya en el hospital, el pediatra revisa a los tres, le comento que son prematuros pero que están sanos y no habían llorado de ésta manera ni al nacer.

—Discúlpenme, pero sus hijos no tienen nada, absolutamente nada... No logro entender el motivo de sus llantos, tal vez sea algo que hayan sentido, los bebés suelen ser muy persuasivos y ven cosas que un mayor no logra ver o sentir... Tal vez alguien que los odie, o haya sucedido algo, no lo sé... —finaliza el doctor y volvemos al departamento.

Suena el teléfono de James, es Matt. ¿Qué querrá a éstas horas? ¿Será que lo que hayan sentido mis bebés tenga que ver con ésta llamada? No creo en cosas paranormales, pero es todo muy extraño.

Hola, Matt —saluda James con el tono de voz un poco elevado debido al llanto de los tres. Sus ojos se abren de par en par— ¿¡Qué!? —grita, al parecer Matt le dice algo más y corta la llamada.

—¿Qué sucede cariño? —le pregunto, él no responde por unos minutos, ni siquiera me mira, sólo mira a nuestros hijos que lloran y luego a su teléfono varias veces sin comprender.

Mi Profesor de ViolínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora