Simon y Lucy (en edición♡)

Capítulo 9: "Luz de Cristal"

ADAM 

Llegamos a Isla Refugio después de un largo viaje. Era de noche, y lo primero que hicimos fue buscar un lugar para dormir. Estaba demasiado cansado como para buscar la ubicación de la casa de mis padres, el lugar donde yacía la otra parte de su investigación. 

Nos hospedamos en un hotel y al día siguiente comenzamos la búsqueda. Desde el primer día supimos lo especial que era Isla Refugio; por todos lados nos encontramos con gente conversando sobre el ataque de una jauría de extraños lobos. 

"Arruinaron mi jardín" escuché decir a una mujer. 

"Pudo ser peor" le contestaba otra mujer. 

—Parece que nos perdimos la acción —decía Joy, quien ya se había pasado por más de tres tiendas de souvenirs, llevaba puesta una camisa y un sombrero. También había comprado un peluche de un dragón de tres cabezas, un llavero y una taza—. La taza es para que tomes tu café. ¿Ves? Sí pienso en tí. 

Seguimos buscando por unas horas más, preguntamos a muchas personas hasta que un hombre nos guío a una apartada y vieja cabaña ubicada por el bosque, algo distante al pueblo. Fuimos afortunados porque aquel hombre se ofreció a llevarnos en su camioneta.

Era una cabaña de madera oscura, de dos pisos, algunas pequeñas ventanas repartidas por ahí. Lucía tenebrosa. 

—Imaginaba algo más... decente —dije al entrar por la puerta, que produjo un feo rechinido. Como si hubiéramos entrado a la cabaña del terror.

—No seas quisquilloso, niño rico —Joy entra e inmediatamente se dedica a abrir las persianas para iluminar el interior, que sí, es muy oscuro. Hay polvo por todos lados, y eso me irrita la nariz. 

—Tú también eres una niña rica. Incluso más que yo. 

—Pero no soy delicada —mira todo alrededor, con las manos en la cintura—. Tenemos mucho que limpiar así que menos lloriqueos y más acción. Andando. 

—No quiero ensuciarme el traje —le digo—. Deberías cambiarte primero. 

Pero es Joy. Y Joy jamás me escucha. Ella ya está limpiando las telarañas del techo, sin importarle lo mucho que se está ensuciando.  

Ambos pasamos las tres horas siguientes deshaciendonos del polvo, los animales que habían vivido dentro todo el tiempo (toda una familia de mapaches con alas) y la suciedad del lugar. Al final termino agotado, me dejo caer en el sofá, liberando una nube de polvo al lanzarme; empiezo a estornudar. 

—Hay que cambiar los sofás. 

Ella está a un lado mío, sirviendo agua en la nueva taza; me la extiende. 

—Gracias —le digo, mientras le tomo; dice "Amo Isla Refugio" en un costado. 

—¿Estás cansado, niño rico? ¿No estás acostumbrado a limpiar? 

Sostengo la taza en mis manos, aún con agua en su interior. 

—Me alegra no ser tan inútil, para variar —eso la hace sonreír—. Pensándolo mejor, la cabaña no está nada mal. Es un buen comienzo. 

Es mejor que vivir en la enorme casa de los Snow, donde nadie me quiere ahora. Con mi partida, mi familia estará muy feliz, su problema habrá desaparecido. Y no pienso volver. Así que todos salen ganando; ella lo sabe. 

—Pensé que extrañarías tu mansión en Londres —dice ella. 

—Todo lo que quiero está aquí —pienso un momento en lo que acabo de decir y me sonrojo, obligándome a bajar la mirada. A la taza—. Eso fue en realidad muy cursi...