Capítulo 25: "Blue Bryce"

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BRYCE 

La revolución había terminado muy mal. Todos mis hermanos. Muertos. 

Yo era el último. Perdí mi brazo cinco veces, y mis piernas dos antes de siquiera poder escapar. Mis creadores consideraron que éramos una falla. Basura inservible que no cumplía con sus expectativas y, al no conseguir el balance, éramos aberraciones defectuosas. 

Así que, antes de ser destruidos, nuestro hermano Duncan 39231 inició una revolución para librarnos de nuestros amos creadores, y conseguir una vida normal. Lo consiguió. Pero nadie más logró lo que yo... 

Los días posteriores los pasé ocultandome en el bosque, alimentandome con pequeños animalitos. 

Mi existencia prolongada, sumado a las experiencias en el nuevo entorno comenzaron a inundar mi mente con recuerdos que no eran míos; era como una nueva mente que invadía la mía, volviéndose una sola.

Empezaba a tener sueños en los que recordaba cosas que estaba seguro que jamás había hecho; comer pizza, detener un gran cometa a bordo de una nave espacial, cantar en... una clase de karaoke, entre muchas otras más. 

No sabía que ocurría conmigo. Pero tenía miedo... 



LUCY 

Simon no me quiso contar nada de lo ocurrido en el Templo Lunario. A pesar de que insistí demasiado en eso. Al final me resigne... Am. Más o menos. 


—¿Seguro que no quieres?... 

—No, Lucy, no quiero hablar sobre eso —me responde, mientras carga un montón de pequeños conejitos voladores entre sus brazos; estaban invadiendo la propiedad de los gigantes y su líder, Shashka, nos pidió ayuda para sacarlos. Son escurridizos y ningún gigante se acerca por temor a aplastarlos. 

—Tendremos que hacer algunos ajustes al corral —dice Henry, también con los brazos llenos de esos esponjosos conejitos; incluso lleva unos en la cabeza, mordiendo su cabello.

—¿Alguien podría decirme porque los guardan en un corral? —pregunta Simon—. Eso... ¿no es un poco cruel? 

—Para nada —le respondo—. Mamá los cuida bien. Y creeme, están mejor en el corral, ahí nada les hace daño... Y sus popos son un buen ingrediente para pociones mágicas. Pociones de invisibilidad, creo... Las pociones nunca fueron mi fuerte. 

—Oigan —dice Henry—, pensaba que... no lo sé, tal vez podríamos ir a comer pizza. Más tarde. Cuando terminemos con los conejitos. 

Asiento. 

—Es una gran idea. 

Me vuelvo a Simon.

—Sí, claro —dice, con cierto sarcasmo; desde que regresó lo noto un tanto más extraño. Más extraño que de costumbre—. El monstruo dentro de mí tiene mucha hambre... —se hace un largo silencio—. Hablo de mi estómago... 

—¿Tanta hambre como para comerte a una estrella? —le pregunta Henry; no lo admite, pero está resentido por lo de la guitarra. 

Simon lo mira, frunciendo el entrecejo. 

Simon y Lucy (en edición♡)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora