Capítulo 3: "La Boy Band"

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LUCY 

Ya había pasado una semana desde que Simon y yo nos enfrentamos a Chester y sus gnomos hada que, por cierto, no volvieron a atacarnos los días posteriores. Todo estaba en orden. Él se empeñaba en reparar su nave mientras Henry y yo seguíamos con lo nuestro, ayudamos a los gigantes del bosque con su disputa de territorio con los lobos triopes, y acabamos con un demonio maldito de un arcade de videojuegos. Una semana bastante productiva.  

Esa mañana pasamos por donde Simon se encontraba, en la zona de impacto de la nave. Despertaba temprano todos los días y se dedicaba a día completo para hacerla funcionar. Sin mucho éxito de momento. 

—Oye, Henry y yo vamos a ir a comer y... quería saber si te gustaría venir —le dije, desde la ventanilla del auto, él estaba ahí, usando todas sus extrañas herramientas—. Puede que la comida humana te guste. Tal vez. ¿Vienes? 

Se volvió, me miró y después se limpió el sudor de la frente con la mano.

—No tengo tiempo para comida humana —respondió pero, como si se hubiese sentido mal por aquello, agregó—. Gracias... de igual forma. 

Henry se dispuso a echar a andar el auto, pero yo no iba a aceptar un no por respuesta, así que le dije que se detuviera. 

—Vamos, te la pasas trabajando todo el día sin descanso. Solo será un momento. A puesto a que te gustará la comida humana. Es deliciosa. 

—Mi especie no descansa —dijo, tajante.

Suspiré. 

—Descansar un poco nunca es malo. Solo será en está ocasión, ¿si? Si no te gusta nunca más te volveré a insistir en hacerlo de nuevo. 

Cruzó los brazos y entrecerró los ojos, como si lo pensara detenidamente. Al final solo asintió. 

—No más de treinta minutos. 

Henry solo me miró, negando con la cabeza. Sabía que a él no le agradaba en lo más mínimo; no porque me lo hubiera dicho, sino porque era más que evidente. Al menos para mí. 

Todo el camino me la pase observando a Simon de forma disimulada, usando el retrovisor del auto para que no lo notará; estaba pegado a la ventanilla, mirando el panorama con un rostro melancólico mientras el viento le levanta su mata de cabello oscuro. Después, por un segundo, miró al retrovisor y me obligue a mirar en otra dirección. 

Más tarde nos encontrábamos en la pizzeria Deco. Yo no era una experta en pizza, pero cuando Henry me llevó a comer por primera vez a ese lugar me lo presentó como "¡La mejor pizzeria de Isla Refugio!" . 

—¿Tienen dinero? —nos preguntó Simon, mirando el lugar con sumo cuidado. 

Lo cierto era que no, aunque Henry trabajaba de salvavidas los fines de semana. Pero la forma en la que las personas nos pagaban por ayudarles era esa, dándonos comida gratis de vez en cuando. 

—¿Cómo dijeron que se llama este alimento? —nos preguntó Simon, con la rebanada de pizza en sus manos. 

—Se llama pizza, Simon. Y se supone que es para comer, no para tenerla en las manos —le respondí, con una sonrisa. 

Antes de morderla se pasó unos segundos olfateando, como si fuera un perro. 

 —¿Y bien? —le pregunté, expectante, observandolo fijamente con los ojos bien abiertos—. ¿Te gusta? 

Aún masticaba. 

—¡Es lo mejor que he probado en toda mi vida! —exclamó, casi pude ver sus ojos brillar (aunque quizá solo exagero) (es muy seguro)—. No puedo creer que algo como esto sea una invención humana, todos son tan mediocres. 

Simon y Lucy (en edición♡)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora