La mosca que adorna mi sopa.
Ahí están esos cuarenta pupitres.
Esas sillas para torturar estudiantes. Esas cuatro paredes en las cuales pasas encerrado noventa minutos por cada clase con otros treinta y nueve adolescentes con hormonas en media revolución.
Todo por tu futuro.
Por una buena casa. Por un buen empleo. Por lograr tener una familia y hogar estables. Por tener una vida llena de improvisación, porque siéndote sincera planifiqué mi vida hasta el 2012, de resto todo ha sido pura y mera improvisación.
En fin.
Todos tus planes pueden verse en peligro de extinción por REPROBAR UNA MÍSERA PRUEBA o el trimestre en casos mayores. Todo depende de ti. Eso puede suceder por ciertas pero influyentes razones, cómo por ejemplo: no prestar atención a clases, dormirte en ésta y luego no saber ni el tiempo ni espacio en el que te encuentras, como también, ignorar al profesor porque no te interesa nada de lo que diga y no sabes ni de dónde saca tanta saliva para gastar a su antojo, o en mi caso leer durante las clases.
Que rebeldía, cuidado mundo, Sarah va por ti, protejan sus bibliotecas, la ladrona de libros puede reencarnar en ella.
El asunto con pasar a segundo plano a los profesores es que tiene consecuencias. Lo usual, llamadas de atención, también conocidas como: inminentes pérdidas de tiempo.
Y consigo trae, la posibilidad de que mi abuelo se entere y confisque mis más preciadas posesiones, mis libros y mi teléfono. En el cual hay aun más libros.
Por lo que quiero conservar a mis libros sanos y salvos, y no en el baúl del abuelo por haber reprobado una prueba, o no haber prestado atención.Podría decirse que por tal razón, es que los nervios se apoderan de mí, desatando a su soberana gana temblores y escalofríos por todo mi cuerpo.
Qué horror.Dejo de husmear por la estrecha ventana de la puerta que da al salón para quedarme mirando una información de la cartelera, como si fuera lo más importante de toda mi existencia.
—Sariiiiiiiii —Una voz desgraciadamente familiar se distingue sobre la exuberancia de todos los estudiantes que transitan el pasillo.
La voz de mi martirio.
Ay, yisucristo.
Él no. Por favor, te lo pido. ¿Yo qué te hice?, ¿Fui mala en otra vida o qué? ¿Será que él es mi karma? ¡¿Pero qué se supone que estoy pagando?!
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El mar de su sonrisa ©
Teen FictionDicen que cada persona es un mundo, pero ¿qué tan grande y lleno de maravillas puede estar ese mundo? ¿Crece tanto cómo lo hacemos nosotros en la vida? Preguntas así me invaden con su presencia. Lucas, no el de la Biblia, ni el de la esquina. Mi vec...