No soy Rocky, pero me tienen llevando puñetazos.
—Y por eso he llegado a la racional conclusión...—De que estás RJ —termina Zoe por mí. Quitando el peso muerto de la garrapata desnutrida de sus piernas. Asomándose entre los asientos delanteros. La sonrisa boba y relajación total que posee en este momento solo es prueba concisa de su ebriedad. Eso y la menta que tuve que darle después de que vomitara a mi bebé, mi auto.
Así es, todos corremos peligro aquí.
—¿Y eso qué se supone que significa?
No es necesario mirarla para saber que ha volteado los ojos con algo de diversión y burla por mi desconocimiento sobre sus terminologías o abreviaciones propias de una revista o algún programa de cotilleos, o lo que sea.
—Significa, amiguito, que estás realmente jodido, la cagaste así de simple, y lo peor es que no sabes cómo remediarlo —explica y no sé cómo pero se las ha ingeniado para sentarse sin tacto alguno en el asiento de copiloto de alguna manera fuera de este mundo. Tal vez de chiquilla le enseñaron krav magá. Nunca se sabe—. Mandaste al caño la credibilidad y confianza que Sarah tenía en ti —admite con esa naturalidad desesperante. Como si hablara del clima.
Sin poder evitarlo una mueca de aflicción carga mi rostro.
—Odio que sea tan fácil cargarla. Un mínimo error es suficiente para mandar todo lo que te importa y te has quebrado la espalda en alcanzar por el desgraciado caño —reposo mi frente contra el volante con algo de pesadez.
Metí la pata, feo y hasta el fondo, y no sé cómo sacarla del barro. Soy inocente de lo que se me acusa, ergo, cuando tienes a Sarah Castillo como jueza puede ser difícil demostrarlo. ¿Pero qué es más difícil que eso? Eliminar mi insistencia.
Algo imposible, si se me permite agregar.
Si Prometeo no se rindió al escalar El Monte Olimpo, menos me rendiré con ella.
Joropo is coming, bebé.
—Sssssiiiiiii —arrastra las palabras—. Es cierto. Es tan fácil que todo se vaya a la mie*rda. Incluso huele a mier*da en este auto —repone con una expresión de entendimiento en su relajado rostro. Al ver mi expresión de diversión y desconcierto, continúa—. Aunque si te pones a pensar; el creerte es algo difícil. Viéndolo desde su punto de vista. Tienes todas en tu contra. Es más, para mí es difícil creerte.
Una mueca se forma en mi rostro ante sus palabras. Genial, otra persona que pone en duda mi palabra.
Tragándome las ganas decirle sus cuatro cosas, recordando que no debo pagarla con nadie, con toda la calma del mundo que puedo reunir me giro hacia ella. He aprendido que cuando sabes que estás diciendo la verdad no tienes por qué alterarte. Hay que demostrar la honestidad como si los que dudan creyeran ciegamente en ti. Ese es el secreto de todo.
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El mar de su sonrisa ©
Teen FictionDicen que cada persona es un mundo, pero ¿qué tan grande y lleno de maravillas puede estar ese mundo? ¿Crece tanto cómo lo hacemos nosotros en la vida? Preguntas así me invaden con su presencia. Lucas, no el de la Biblia, ni el de la esquina. Mi vec...