Capítulo 11

192 29 43
                                    

Amaneció con el amargo sabor en la boca, un mal olor impregnado en su nariz y el frío congelándole los pies, se levantó de su lugar y caminó hacia la puerta, rodó la perilla y tiró, pero no se abrió. ¿su madre lo había dejado encerrado a propósito?, no, ¡imposible!, jamás haría algo como eso, su madre no lo encerraría en su cuarto.

Miró a su alrededor algo desesperado, el olor y el mal sabor en su boca lo estaban alterando, corrió hacia la ventana y abrió la abrió de par en par, una bocanada de aire fresco le invadió el rostro, la sensación fresca en la boca le animaba un poco. Observó a sus espaldas el charco de desechos y no pudo evitar sentir asco, se imaginó a las larvas intentar comerse el vómito y regocijarse con los alimentos en mal estado y un sabor agrio volvió a subir por su garganta. Las imágenes comenzaron a invadir nuevamente su cabeza, la imagen desagradable de millones de gusanos e insectos roer su cuarto, subirse a su cuerpo, escarbar dentro de su boca y dejar un rastro de cosquilleo en su piel. Comenzó a golpearse los brazos intentando ahuyentar a las desagradables criaturas, se revolvió el cabello, gritó asustado, suplicó en llanto que lo dejaran en paz. Entonces recordó que no habían gusanos, no existían esos desagradables insectos, todo era parte de su imaginación, y con la poca cordura que logró reunir, quiso pensar en otra, en animales más agradables, quizá un lindo gatito o un perro amigable, pero toda imagen era corrompida con el cadáver del mismo siendo comido por las larvas, desesperado, comenzó a hurgar en su cabeza, revolviéndose el cabello, rasguñándose el cuero cabelludo.

Azotó su cabeza contra el vidrio de la ventana, entonces supo que sería bastante fácil poder sacarla. La tomó por los costados, la levantó y luego la lanzó para que cayera sobre la cama. Se levantó sobre el marco y miró hacia abajo, ¿era buena idea escapar así de su casa?, miró nuevamente hacia atrás y las desagradables escenas volvieron a su mente, no pudo más y se lanzó al vacío esperando caer de pie. 

Jason apenas había abierto los ojos cuando sus pensamientos se fueron hacia la ceremonia que llevaría a cabo esa misma tarde.

Su madre fue a trabajar como de costumbre, su padre igual. Por lo que apenas despertó, sabía que tendría todo el día para llevar acabo el plan.

Entró al cuarto de sus padres, revisó la habitación de pies a cabeza, abrió el closet, la cómoda, buscó debajo del colchó. Y aunque buscara no encontró lo que quería. Abrió la pequeña mesita de noche, y ahí estaba. Una caja de madera, tomó el candado e intentó tirar de él inútilmente. Bajó al patio y buscó un martillo. Rompió la frágil madera y los billetes salieron de su escondite, tomó lo suficiente y salió de casa en busca de alguna ferretería. Llegó a una que quedaba bastante lejos, pidió varios metros de cuerda, luego pasó a una botonería, compró varios botones grandes, agujas finas e hilo grueso y resistente. Más tarde pasó a comprar hilo de caña y un par de ganchos. Todavía no sabía para qué ocuparía los ganchos, pero ya improvisaría.

Pasó por un helado, volvió a casa, y en el camino se encontró con un grupo de personas y una ambulancia afuera de la casa de Lars. Le echó un vistazo a medida que caminaba a su hogar, pero mucha importancia no le dio.

Enhebró la aguja con el hilo de caña y se llevó practicando un buen rato con un pollo congelado que había en el congelador. Luego de eso guardó todo bajo el sofá y subió al cuarto de sus padres buscando el botiquín.

Encontró las pastillas para dormir que su madre ocupaba, por lo que decidió sacar todas las cajas y también una caja de paracetamol.

Comenzó con la pastilla menos agresiva, molió seis en el mesón y las puso en el vaso de agua. Revolvió hasta lograr disolverlas. La observó luego de un rato y notó que quedaban los restos abajo. No le dio demasiada importancia, de seguro sus padres no se fijarían.

Esperó la hora adecuada, sirvió la comida como correspondía, dejó la mesa lista y cenó. Se levantó de su lugar y se fue a sentar al sofá a ver televisión.

Esperó a que sus padres llegaran, con la televisión puesta en un canal sobre medicina, esperó a que subieran a asearse, observaba de reojo cada vez que pasaban frente a él. Su madre se sentó en la mesa. Cenó en silencio tras ver a su marido acompañarle, dejaron los trastes en el lavaplatos y caminaron hacia la sala de estar.

–Estoy cansadísima –dijo la mujer dando una leve cabeceaba

Su marido le observó, él también sentía el peso de su cuerpo caer, su cabeza apenas lograba mantenerse en su lugar. Sus ojos se cerraban voluntariamente.

–Iré a acostarme –dijo la mujer

Intentó despabilarse, sacudió su cabeza un poco y finalmente se levantó. Su cuerpo adormecido cedió ante su propio peso, y aunque intentó afirmarse de la pared, tuvo que arrodillarse.

–Mi cabeza... –gimoteó antes de que quedara completamente dormida, sentada y apoyada sobre la pared.

Cuando Jason levantó la vista, se encontró con su padre roncando con la boca abierta. Su madre sentada en el piso y la televisión apagada. Ya era hora.

Se acercó a su madre. Golpeó su cabeza con su palma esperando despertarla. Ni siquiera reaccionó, su cuerpo cargaba una sobredosis de clonazepam, no se despertaría aunque le taladraran cerca del oído.

Luego de un rato de pruebas, Jason finalmente levantó a su madre de la cintura, y con bastante esfuerzo, la llevó al sillón. Observó a ambos adultos, ¿con cuál debería empezar?

Tomó el hilo de caña junto a la aguja, observó los cuerpos inmóviles y se decidió por comenzar con su madre. Su padre tenía demasiada barba, eso haría demasiado difícil el trabajo.

Tomó el labio superior de la mujer y lo estiró esperando ablandar y amasar un poco la carne. Posicionó la aguja justo por la línea de su labio y la incrustó con delicadeza, la aguja pasó completamente limpia. Jason se agachó un poco para poder ver el agujero, pero no salía sangre. Y así comenzó con las puntadas, luego pasó al labio inferior, y de dentro hacia afuera volvió a pasar la aguja, subió al labio superior y repitió el proceso hasta que selló por completo la boca de su madre.

"Por fin, por fin se callaría la vieja bruja", pensó.

VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora