Capítulo 29

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James se frotó la pierna sin saber qué hacer, le tenía un asco tremendo a besar a ese hombre, se sentía asqueado, amaba a su mujer y no había otros labios que disfrutase besar más que el de su mujer, de Franchesca, de su delgada y delicada mujer. Amaba sus senos, su cintura, el vientre arrugado y cicatrizado por el parto de su primera hija, las pequeñas arruguitas que se le iban formando alrededor de sus ojos...

Jason notó que el beso no estaba siendo correspondido y se quitó luego de un momento, observó a James, quien arrugaba los ojos y el rostro.

Sin pensarlo dos veces, el rubio llevó su tosca mano hacia la nuca de su acompañante y le hizo acercarse mientras depositaba rudos y secos besos, besos sin lujuria, sin deseo ni pasión, besos que daba por cumplir y miedoso de ser atacado si no aportaba la misma pasión que entregaban en él. Rápidamente comenzaron a besarse con exagerada pasión, Jason no había sentido el tacto de otra persona de una forma tan íntima hacía muchos años, por lo que su cuerpo respondía fácilmente a los estímulos. No le tomó demasiado tiempo sentir una fuerte erección entre sus piernas, y sus manos comenzaron a explorar el cuerpo ajeno, y aunque James se sentía incomodado con la situación, sentía que debía de aceptar lo que estaba ocurriendo. No había forma de escapar. 

Intentó escaparse del la boca del castaño, por lo que prefirió dirigir sus labios al cuello del castaño, sabía que sería una buena forma de escaparse de ese desagradable hombre, pero no contaba con que las hormonas comenzarían a hablar por Jason.

–Ah, ah, James –gimió el castaño –muérdeme, James, muérdeme.

James no perdió oportunidad de poder desquitarse de todo aquello que había ocurrido, y sin pensárselo dos veces, comenzó a morder fuertemente el cuello que tenía a su disposición, dejando rojas marcas que al pasar de los minutos serían opacadas por el cúmulo de sangre, convirtiéndose en grandes moretones.

James tomó de a Jason por sus largos y castaños cabellos y jaló con fuerza, exponiendo aún más el cuello pálido y maltratado. Habían ocurrido un par de minutos en los que se había ensañado en hacerle daño, en morder con fuerza, dejando marcas, chupetones, y sin embargo, sentía que esa descarga de adrenalina le hacía disfrutar el momento, y sin darse cuenta, ambos se habían levantado de su lugar, besándose frenéticamente, se tiraron en el piso, James por encima, sintiendo la erección ajena encima de su pierna, Jason se había estado restregando como loco.

Tomó los brazos de Jason y los puso por encima de su cabeza, al sentir que había comenzado a invadir su territorio, no se dejaría tocar, estaba bien así como estaban. Dado a que los dedos de James era mucho mas gruesos y fuertes, logró mantener ambas muñecas en un fuerte amarre. El castaño eventualmente forcejaba, pero los dedos se iban apretando cada vez mas fuerte a su brazo, y aunque eso le doliera, le producía un muy placentero escozor.

–Jameeeees –gimió el más bajo –oh James, más duro, sí, sí, muérdeme –exigió, moviendo sus caderas hacia la palpitante erección contraria.

El rubio se levantó, alejó un poco su rostro y se posicionó encima del de ojos castaños, sentándose encima de su estómago, aún manteniendo sus brazos neutralizados con una sola mano. Con la otra, que se hallaba completamente libre, aprisionó sus mejillas, dejando entresalir aquellos labios enrojecidos. Apretó con fuerza y sin pensarlo demasiado, descargó varios puñetazos en aquel rostro, sentía los pies de Jason retorcerse bajo suyo, sus caderas arquearse, sus quejidos entremezclados en gemidos bajos y suaves, y su mirada completamente emborrachada de lujuria.

–Estás enfermo –le dijo James con odio, observando la magullada piel –estás loco –volvió a comentar tras llenarle la costilla de puñetazos. Se ensañó en aquella zona, por lo que rápidamente se hallaba golpeando con ambas manos casi todo el torso del castaño, sintiendo su cuerpo arquearse, y a Jason intentando protegerse muy débilmente.

Empujó sus brazos en un fuerte movimiento y rápidamente oprimió el cuello lleno de heridas. Rodeó con sus dedos y dejó caer gran parte de su peso bajo su hombro, privándole de total oxígeno. No lo soltó sino cuando comenzó a amoratarse.

El oxígeno entró de golpe a sus pulmones. Produciendo un escandaloso quejido de satisfacción, se sentía dolorido, el cuerpo le quemaba, ardía sus costillas, su mejilla hinchada. Pero le fascinaba la idea de tener a James encima suyo, con una palpitante y húmeda erección entre sus pantalones, se sentía en el mismo cielo.

Jason quiso dominar la situación, pero un puñetazo directo a la nariz le hizo desistir. Se dejó tirado en el piso, con la nariz sangrando y sintiéndose en el éxtasis de la gloria, ¿habría algo en el mundo que superara ese momento?, sí, le dolía el cuerpo, se sentía débil y cansado, pero el calor seguía subiendo por sus genitales. Y la necesidad obsesiva de masturbarse le estaba dominando, quería tocarse, tocar su pene, jugar con los fluidos de su cuerpo.

James se levantó rápidamente al ver que Jason bajaba su mano hacia su pantalón e intentaba liberar su miembro duro, sintió un poco de pavor y asco ¿como podía estar disfrutando tanto de aquella tortura? Él había disfrutado de golpearlo, pero no de una manera sexual. Tenía el cuerpo de Jason tirado frente a él, golpeado, sangrando, no había otro sentimiento además de rabia y asco (por sí mismo y por él) que describiera la situación, estaba loco, Jason estaba enfermo. Para cuando Jason se arrodilló frente a él, se dio cuenta que también estaba duro, le abrieron el pantalón, bajaron su ropa interior y sin pensarlo dos veces, el castaño comenzó a chupar desesperadamente a medida que se masturbaba.

James no lo podía creer. Su cuerpo respondió, sólo había placer, no asco, no rabia ni miedo, ya no más. Su mente estaba emborrachada de hormonas, y sus manos aprisionaron la cabeza del castaño y embistió fuertemente a su acompañante, sentía arcadas, ruidos húmedos y extraños, gemidos, el momento era simplemente único, quería correrse en su boca, su mente había perdido completamente los estribos, la lujuria le estaba dominando, se sentía tan malditamente bien que no quiso despegarse un solo momento, la saliva comenzó a brotar de a boca de Jason y sentía que eso ayudaba, jamás había tenido sexo rudo con su mujer, y le estaba comenzando a gustar, quería golpear a Jason, hacerle sangrar. Sentía que tocaba el cielo con sus mismas manos. Oprimió fuertemente la cabeza entre sus manos, hundió su erección en el fondo de la garganta y eyaculó grotescamente, gimiendo con fuerza, como nunca lo había hecho.

Terminado esto, se separó de Jason, intentó arreglarse la ropa, pero nuevamente el asco volvió a apoderarse de él, ¿qué mierda había hecho?

El rubio se sentó en la banca, intentando descansar de lo ocurrido, el castaño lo siguió y se sentó frente a el, sobre sus piernas, mirándole a los ojos, con el pene por fuera, masturbándose bruscamente, gimiendo y bufando.

El castaño se subió sobre él, quedando de frente, sentándose sobre su regazo, con su mano en su erección y sus labios en el cuello del más alto es que repentinamente comenzó un jadeo suave. Su rostro estaba enrojecido, tenía la boca con saliva muy tibia y espesa, su nariz había dejado de sangrar aunque aún quedaban rastros de sangre seca en su rostro. Siguió avanzando por la pálida piel de su acompañante, quien le hacía el quite sutilmente, observando hacia el cielo, aguantándose las ganas de llorar.

James volvió a abrazarle, esta vez por la cintura, Jason, quien se encontraba bastante delgado, lo abrazó con las piernas por la cintura, el rubio le levantó, le guió por el pequeño camino de tierra y le hizo sentar en el barandal, observó hacia abajo, se encontraban en un gran balcón, el mirador era precioso y la altura letal.

Tomo a Jason por el cuello, lo apartó bruscamente, y sin miedo estampó su puño en sus testículos, sintiendo como su cuerpo se tensaba y un grito desesperado se dejaba oír a la misma vez en el cuerpo caía al vacío.

–¡James!

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