Las pesadillas que sufría Jason cada vez se fueron intensificando, aunque sí sentía un poco de nulidad respecto a la mayoría de las emociones, le costaba emocionarse por algo, la comida no tenía sabor y la mayor parte del tiempo se sentía atontado y cansado. Estaba harto de vivir en aquel lugar, pero su idea de poder volver a salir le estaba obsesionando, sabía que la mayoría de los doctores eran unos imbéciles ególatras.
Quería marcharse, y cada vez comprendía mejor el como se manejaba su estado psíquico, él era considerado la escoria de la sociedad, pero ¿por qué?, ¿acaso era tan malo haber eliminado a sus padres?, ¿a esos bastardos egoístas?, ¿acaso no te enseñaban que era malo apartar a las personas? ¿y no era acaso eso lo que hacía Dave siempre?
Se lo merecía, ¿no es así? ¿No es lo que cualquier persona habría hecho en su lugar?, Dave era un maldito hijo de puta, así como él era un peligro para la sociedad, ¿acaso no hizo lo correcto?, Así como Jason es un peligro, ¿Dave no lo era?, Se deshizo de él, así como el juez de Jason, ¿cuál es la diferencia?
Recordaba casi todo lo que había ocurrido, recordaba la sensación de su cuchillo entrar en la carne de su madre, de su padre. Sentía la sangre tibia brotar de aquellos cuerpos inmóviles, sentía esa extraña y dulce sensación, el hedor proveniente del cuerpo humano, esos colores tan lustrosos y definidos, la sangre era más oscura de lo que se imaginaba, era roja, claro que sí, pero al estar tan concentrada, se veía muchísimo más oscura, ¿un color vino tal vez?, parecía que se ennegrecía a medida que se concentraba aún más, y cuando la tocabas, tus manos quedaban completamente roja. El sabor era incluso amargo, la carne a pesar de ser reciente, era tibia, y veía los músculos retorcerse, la grasa de su madre, le dio un par de masticadas a la grasa que entre salía de su madre, pero no logró comerla, era demasiado dura, y aunque le excitaba la idea, sentía que podía ahogarse y no quería morir, después de todo no habría nadie que le ayudara a quitarse eso de la garganta, pensó incluso en cocinarla, pero jamás había tocado la sartén de su casa, además, ¿qué condimentos irían con aquel sabor? de seguro un poco de sal, ¿orégano?, no, odiaba el orégano.
Observaba a su alrededor, estaba cansado de ese tipo de vida, y aunque le costara pensar u observar detenidamente, los pensamientos en su cabeza vagabundeaban con mayor claridad, seguían siendo su único entretenimiento, y eso le estaba volviendo loco, seguía cansado de pensar día sin detenerse, sin tener nada mejor que hacer, sentía que su cuerpo se atrofiaba, que caminaba con más lentitud y que había adelgazado rápidamente. Sentía su cuerpo extrañamente liviano, más de la cuenta, más de lo que debía.
Se había comenzado a sentir enfermo, y agradecía que su rostro demacrado lo demostraba, por lo que le preguntaban constantemente si se encontraba bien. Le hicieron un par de revisiones y se habían dado cuenta que había un hueco en su estómago, que sus heces eran más líquidas y claras de lo que debían ser y que sus ojos vidriosos y apagados eran producto de la fuerte medicación. Le dieron un pequeño mejor trato, le despertaban personalmente con una sacudida de cuerpo, le dieron mejores raciones de comida, ahora podía comer yogur al desayuno y al almuerzo, también le dejaban estar más tiempo en el patio, le entregaban libros y sonreían más, y aunque eso parecía dulce, Jason sabía que sólo estaban tratando de hacerle mejorar. Pero se sentía en la mismísima mierda, y los doctores sabían que se estaba ahogando en una depresión que había comenzado a brotar hacía un tiempo. Le hicieron preguntas acerca de si quería irse del lugar, y Jason, aunque dudó si responder con la verdad, dijo que era lo que más anhelaba en su vida.
Finalmente y al paso de un par de años, pudieron contrarrestar los síntomas de la depresión con medicamentos, pero por otro lado, su cerebro estaba lo suficientemente destruido como para que no hubiese una mejora en sus impulsos de asesinar gente.
Los tratamientos fueron cambiando, hasta el punto en el que tuvieron que acudir a la tortura psicológica. Jason sentía un repentino asco cada vez que recordaba aquella escena en la que observaba el cuerpo de su madre desmembrado, y vaya que quería volver a sentir ese morboso deseo, quería recordar aquellas escenas con las mismas ganas, pero sentía una extraña repulsión, y aunque sabía que era producido por todo el tratamiento y medicación, odiaba esa sensación, por lo que poco a poco comenzó a dejar atrás esos deseos.
La primera hija de James nació a mediados de Junio. Era una niña de hermosos ojos azules y cabello rubio, al igual que sus padres. Su parto fue bastante dificultoso, Franchesca tuvo demasiadas complicaciones, sufrió de una fuerte anemia que por poco le arrebata la vida, por lo que amas tuvieron que quedarse en el hospital un buen tiempo. Para cuando la madre se encontró en mejores condiciones, pudo marcharse a su casa. Para la familia fue bastante difícil el inicio de esta nueva vida, pero la madre de James se sentía orgullosa de tener a aquella niña en sus brazos.
Para Franchesca, su salud fue una complicación más, ya que le costó bastante adaptarse a su nueva vida de madre, y aunque sentía que su suegra se metía más de lo que quisiera, entendía que era por el bien de Cali, su segunda hija.
Acerca de su primer hijo, jamás hablaría otra vez, y esperaba que tanto ella como James se llevaran ese secreto a su tumba, era su intimidad, y sabía que James sería capaz de respetarlo.
Aprendió a tratar a su hija y a socorrerla con paciencia, mucha paciencia.
No se sentía muy preparada para ser madre, de hecho, había veces en las que se arrepentía profundamente de haber tenido a Cali, pero en otras ocasiones sentía todo lo contrario, no había nada que amara más en su vida que a su recién nacida.
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Venganza
FanficJames, Lars, Kirk, Cliff, Dave y Jason viven a unas casas de distancia. Yendo al mismo colegio, compartiendo tiempo juntos y experiencias. Pero éste último tiene serios problemas psicológicos. Algo que demorará años en sanar, y ni siquiera lo hará e...