Capítulo 8

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ADVERTENCIAS: Escenas fuertes. No quiero hacer sopoiler, pero estos últimos capítulos tendrán escenas bastante fuertes.

El funeral fue a las tres de la tarde. Asistieron todos menos Jason, el profesor tutor fue en representación de su escuela, la directora apenas se presentó, fue a la casa de los padres a entregar un ramo de flores y luego se marchó.

–Muchas gracias por venir –dijo la madre de Kirk al recibir a la pandilla, su nariz enrojecida al igual que sus ojos demostraban un cansancio agónico, abrazó a cada uno de los chicos y más tarde a los padres –les agradezco mucho su apoyo

Lars caminó al ataúd temblando, sentía que todo a su alrededor era sumamente irreal, "en cualquier momento despertaré, en cualquier momento despertaré", se repetía constantemente.

–Lars, vamos –le dijo Cliff al ver el estado de su amigo, le abrazó por los hombros y le arrastró fuera del lugar

–¿Va a estar bien? –preguntó Lars forzando una sonrisa –Kirk va a estar bien, ¿verdad?

El castaño se contuvo el llanto. Odiaba responder a esa constante interrogativa en su amigo, sabía que Lars aún no lograba aceptarlo, él tampoco del todo. Pero era evidente, Kirk estaba dentro del ataúd, la familia del moreno estaba destrozada. No era un juego, no era una broma, y se maldecía internamente por pensar que alguien podría gastar una broma tan cruel. Se maldecía por guardar esperanzas. Se maldecía por no poder sobrellevar la situación y aún así... Intentarlo con todas sus fuerzas.

Cliff no logró responder. Lo abrazó fuertemente, y se entregó al amargo sentimiento de derrota. Ambos chicos, en silencio se dejaron llevar por la ola de sentimientos, Cliff sentía ya no poder más con el largo camino, sólo tenía quince, sólo tenía quince, ¿cómo esperaban que un niño cargara con todo?, no era lo suficientemente fuerte, no sería quien saque a todos del agujero, el trabajo debía hacerlo alguien más, él se había vencido.

–Lo lamento tanto –susurró Cliff –lamento ser tan débil, Lars, perdoname. No... Puedo con esto

El castaño no dijo nada.

Los amigos se fueron a sus casas apenas la ceremonia había acabado. Se encerraron en su cuartos, no comieron hasta días después. No fueron a clase la semana siguiente, estaban abatidos.

Jason salía a jugar al patio de su casa eventualmente. Observaba a su alrededor completamente aburrido, estaba solo, sus padres trabajaban desde la mañana y llegaban tarde. Entonces se tiró al sofá de su casa y prendió el televisor. Pasó de canal en canal buscando algo para matar el rato. Entonces se detuvo en un programa de medicina.

Observó como un hombre entraba a un hospital cojeando, llorando y pidiendo ayuda, no se podía ver con claridad lo que le ocurría, pero inmediatamente lo llevaron en una silla de ruedas y lo llevaron a la sala de urgencias. Ahí le rajaron el pantalón con prisa, entonces se dieron cuenta que su rodilla estaba dislocada, en su lugar había una hinchazón del tamaño de un balón de fútbol, el doctor luego declaraba que había sido un hombre fuerte, pues una persona normal no habría podido caminar con tal atrocidad en la rodilla.

El entre tres paramédicos tomaron al hombre por la parte trasera de su cuerpo, otros le pusieron una especie de goma en la boca y el doctor tiró de la pierna. La encajó en su lugar, el hombre gritó, el sonido se ahogó entre su boca y el objeto que oprimían sus dientes, y tiempo después se desmayó. Jason notó el sufrimiento del hombre, y algo se removió dentro suyo, un pequeño calor subió por sus piernas y se centró en su estómago. Se removió un poco en su lugar, animado seguía observando el programa, los gritos agónicos de los pacientes le provocaban una extraña inquietud, el calor subía, aumentaba un poco, la sangre, los hombres desmembrados, los gritos, el dolor ajeno le producía un extraño placer, se sentía bien, su cuerpo respondía ante el movimiento de sus caderas inquietas. Era una respuesta placentera ante las señales de su exterior.

Llevó instintivamente su mano a su entrepierna, rozó el bulto con sus dedos, una sensación a lo que describiría como "cosquillas" se dejaron sentir. Observó su entrepierna desde la altura y curioso se desprendió el pantalón. Su pene estaba duro, más grande de lo que recordaba, le dolía un poco, se sentía extraño, jamás había sentido algo así y curioso comenzó a tocar la zona hinchada, la carne caliente. Oyó la puerta de su casa abrirse y se acomodó la ropa con rapidez. Apagó el televisor y se fue a su cuarto antes que lo vieran en ese estado.

¿Qué había sido eso?, sus padres jamás le habían hablado de estos temas, no tenía idea de lo que era una erección. Ni por qué se sentía tan bien.

Se encerró en su cuarto a pensar, sin duda era una experiencia nueva. Se tiró en su cama boca arriba y se bajó un tanto los pantalones, metió su mano en su ropa interior y jugueteó con su masculinidad, dolía un poco, pero valía la pena. La imagen de un hombre comenzaba a tomar forma en su mente, un hombre con la frente perlada por el sudor, las pupilas dilatadas, tirado en el piso retorciéndose, quejándose, aullando de agonía. Se mordió los labios, oprimió con fuerza, la sangre huyó de la carne, estaba siendo muy brusco, pero el escozor le brindaba un toque delicioso. Su mente quedó en blanco unos segundos, sólo se centró en el placentero movimiento de sus manos contra su falo.

La imagen del hombre agonizando de dolor volvió a su mente, pero ya no era cualquier hombre, era un pelirrojo, uno alto, joven, de labios y nariz fina, cejas rectas y ojos flameantes de puro dolor. El rostro humedecido por el sudor y lágrimas, el sentimiento de humillación se apoderó del chiquillo. Pero Jason parecía estar en la misma gloria, el calor que subía por su estomago se hizo más intenso, su cuerpo se contrajo haciendo que buscara refugio con su mano libre, encontró su almohada y se aferró a ella, sus ojos se voltearon en blanco y la pálida esencia cayó sobre su mano. Se mantuvo inmóvil unos minutos, observando el techo de su cuarto, pensando en lo glorioso que se sentía, en la placentera sensación que le producía la sangre, el dolor ajeno, el sufrimiento de Dave.

Se levantó de su cama y caminó al baño de su casa a lavarse las manos. Estaba decidido, haría lo que fuese por volver una realidad su fantasía. Haría eso con su pene frente a Dave, lo vería agonizar, suplicar por su vida. Arrastrarse como la rata que era.

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