Capítulo 1

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– ¡Jason, Jason! –le gritó James desde la cancha de tierra que quedaba frente a su casa –¡Sal a jugar!

–Oye, James... –le interrumpió Dave –¿No crees que Jason está algo... tocado?

Quedaron en un largo e incómodo silencio tras las últimas palabras del pelirrojo.

– ¿Pero qué dices? –trató de aligerar el ambiente, nuestro amigo rubio –¡Claro que no!

James se dio la vuelta para observar a su grupo de amigos, el cuál asintieron un poco incómodos, todos estaban de acuerdo a que Dave tenía la razón en el asunto. Muy en el fondo, James sabía que Dave no se equivocaba, pero no quería aceptar la verdad que los rodeaba y afectaba. La respuesta hacia cualquier comentario contra Jason se basaba en lo mismo "es que jamás ha tenido amigos, eso es todo".

–Ni mascotas, ni lápices, ni tijeras en sus manos –respondía el pelirrojo

–¡Ya! –exclamó Cliff tras el incómodo silencio –es que Jason es un tanto diferente, eso es todo. Además que es una persona muy nerviosa al momento de socializar, no pueden condenarlo por ello, ¡Y ni piensen en excluirlo!, él no tiene la culpa de ser así. Todos tenemos personalidades diferentes, ¿No es así?, ¿Acaso excluimos a Kirk por ser tímido?, ¿O a Lars por ser más espontáneo y extrovertido?, ¿O a ti por ser más directo? –apuntó a Dave tras la última pregunta –No, ¿Ven?

Jason ya estaba cruzando la calle cuando Cliff dejó de hablar. Corrió hasta la cancha en que se hallaban todos y los observó sonriente. Llevaba con orgullo una caja de zapatos en sus manos y una sonrisa en el rostro.

– ¡Mi mamá les mandó esto! –exclamó eufórico

Todos miraron a James culpándolo del eufórico saludo.

– ¿Quieren? –preguntó de la misma eufórica forma

Abrió la caja de zapatos y adentro se hallaban seis helados de chocolate acomodados perfectamente. Jason volvió a sonreír, pero solo James le devolvió el gesto. Dave tenía una descarada expresión de desagrado. Cliff le observaba sin saber qué decir, mientras que Lars y Kirk buscaban una excusa para salir del lugar. Cliff, amablemente tomó uno de los helados y le dio un disimulado codazo a Lars, quién se hallaba a su derecha, para que también tomara uno.

–Gracias, Jason –agradeció Cliff

–Ya se me hace tarde, me tengo que ir –dijo Lars entre dientes y se retiró

– ¡Adiós, Lars! –se despidió Jason sin percatarse del tono de desagrado que se hallaba en su voz

–Yo... Tengo que estudiar –susurró Kirk y fue detrás de Lars

– ¡Adiós!

–Yo me largo –Dave fue más directo y simplemente salió del lugar con el balón de fútbol en sus manos

En el mismo silencio en que se iba despidiendo cada uno, quedaron James, Jason y Cliff. Sin balón y sin equipo para jugar fútbol. A pesar de la tensión del momento, Jason seguía sonriente, pensando en cuándo podrán comer helados y pasar el rato.

–Tengo canicas –dijo Cliff luego de que los otros tomaran un helado de la famosa caja de cartón

Hicieron un hoyo en el piso y comenzaron a jugar entre los tres, y aunque el juego no estaba tan animado como ellos hubieran querido, se la pasaron bien. Se rieron, conversaron y comieron helado a pesar del frío.

James no podía evitar sonreír al ver aquella (aterradora) mirada. Aquellos labios curvarse hacia arriba cada vez que algo gracioso (o en su defecto, cruel) pasaba. Estaba completamente enamorado de su amigo, y gracias a sus sentimientos no podía ver lo que realmente era Jason. No era la persona dulce y tierna, que James quería ver. Era todo lo contrario a lo que James idealizaba. Sólo que él no se daba cuenta, y prefería excusarse con que "era un tanto diferente". James no podía ver la forma extraña en que sus ojos se dilataban al ver que alguien sufriera por algo. Se sabía demás que Jason lo disfrutaba.

– ¡Cliff!, ¡A cenar! –le gritó su madre desde la puerta de su casa

Éste observó a sus colegas y se despidió, corrió a su casa y se metió sin mirar atrás. El momento que James había estado esperando, había llegado.

–Jason... –dijo algo dudoso –quisiera... quisiera hablar contigo

– ¿Mmm? –respondió Jason atento

–Bueno... yo quería... quiero decirte que... bueno... –dudó unos momentos para asegurarse de que estaba haciendo lo correcto –tú... –quedó un momento en silencio. Jason esperó paciente a que prosiguiera –tú... me gustas... y mucho

James desvió la vista de su amigo algo avergonzado. Sus mejillas se tornaron de un sutil color rojizo. El miedo se apoderó de él tras lo que había hecho. ¿Arrepentido?, quizá un poco. Una leve curvatura se cruzó por sus labios y volvió a su estado natural. Aparentaba mantenerse tranquilo, pero la adrenalina bombeaba por sus venas. Esperando en silencio, la respuesta.

–Tú también me gustas –respondió finalmente Jason y una sonrisa se dibujó en su ruborizado rostro

Se observaron sonrientes y serenos. James tomó valor para preguntarle lo siguiente:

– ¿Q-quieres ser mi novio?

–Claro que sí

Y sellaron su pacto con un tierno e inocente beso en los labios.

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