Capítulo 13

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Para cuando Cliff se levantó, el sol ya había salido y su madre no estaba en casa, miró a su alrededor algo desconcertado, oyendo el sonido de un par de pájaros revolotear fuera de su ventana. Se dio vuelta en su cama y se levantó de golpe. Eran las diez de la mañana.

No se lo pensó dos veces cuando salió corriendo de su habitación en dirección a la ducha. No sabe cómo, pero llegó media hora antes de medio día a la escuela. Cuando llegó estaba Corinne sentada en su lugar como normalmente lo hacía, sosteniendo su lápiz entre los labios y observando la hoja de cálculo sobre su mesa. Cliff pasó a sentarse rápidamente. Echó una mirada hacia atrás, donde se sentaban las amigas de la pelinegra, y dedicó una mirada cansada pero sonriente, ése era su saludo silencioso.

Se volteó a Corinne, besó su mejilla con rapidez y se volteó nuevamente para sacar las cosas de su mochila. Comenzó la clase con normalidad, ya no peleaba día y noche con la muchacha ni mucho menos se llevaba mal con las chicas, Cliff sentía que todo iba bien, extrañamente bien.

Al caer la noche, ya estaba acostado en la sala de estar, sosteniendo una fuente de papas fritas y una manta cubrir el piso. Vio a Corinne pasearse por el comedor con una gaseosa entre las manos. Usaba unos pantalones cortos de color morado pastel y una camiseta gruesa de color blanco.

No se hizo esperar, ambos estaban sentados en el piso con las manos juntas sobre la pierna de Cliff.

Habían agarrado esa extraña manía. Cliff y Corinne posaban una de sus manos sobre la otra, evitaban mirarse en estos momentos, los colores se le subían al rostro. Era común que quien tuviese la mano encima, acariciaba la de abajo, todo en un movimiento lento y relajado de dedos.

La chica se quedó a dormir ese día viernes en la casa de Cliff por lo que al otro día salieron temprano a algún parque a pasear.

-¿Encontraste las llaves? -le gritó la pelinegra desde la puerta de la casa, llevaba esperando al menos cinco minutos desde que salió.

-Aquí están, vamos -dijo tras cerrar la puerta a sus espaldas y voltearse a introducir la llave en la cerradura.

La muchacha salió a la vereda. Observando el paisaje a su alrededor, mirando las casas que rodeaban el pequeño vecindario. Cliff se puso detrás de ella para guardar las llaves dentro de la mochila ajena y abrió grandes los ojos cuando vio ese cabello rubio y encaramado caminar en la vereda de enfrente.

James siguió en su camino, sosteniendo la mano de su acompañante, al parecer embarazada, y meterse a su casa como si nada.

Corinne no de había percatado siquiera de la mirada atónita de su acompañante, simplemente esperaba que el otro terminara de hacer de las suyas en su propia mochila.

Para cuando anocheció, ambos volvieron a casa, caminando tomados de las manos en la iluminada calle. En silencio. Caminaron hacia la puerta y se metieron adentro antes de que Cliff echara una mirada hacia la casa de James, quien se veía en completa oscuridad.

Se acostaron a dormir en las sábanas de Cliff, estaban demasiado cansados como para armar cama en el sillón y Corinne se durmió sin más. Sintiendo el cuerpo alto y delgado de Cliff apegarse al suyo.

Cliff observó la ventana de su cuarto un largo rato, oyendo la respiración de su acompañante, preguntándose con temor ¿qué estaban haciendo? ¿que era Corinne exactamente para él?

Habían comenzado a salir sin haberse dado cuenta. Dormían juntos, se tomaban de las manos, se acariciaba. Se observaban... La luz azul volvió a entrar por su ventana. Volteó la mirada hacia su acompañante, sabía que nada de eso era real, pero no podía evitarlo. Era hora de afrontar esa realidad.

Se levantó de la cama, caminó hacia la ventana y oyó el ruido de la sirena desde hacía varias cuadras ya. Miró a sus espaldas la puerta, volvió a mirar la calle y observó a la policía entrar en la calle junto a una ambulancia. Sabía que algo terrible había ocurrido y no pensó en echarse a correr hacia la calle.

Se detuvo frente a los vehículos, buscando algo que orientara la naturaleza de la situación. Vio a James de pie frente a la casa de Dave con los ojos llenos de lágrimas, respirando entrecortado. Completamente frío, contraído, con las manos agarrotadas a su estómago. Cliff miró en dirección a sus ojos apuntaban. Vio una camilla salir de la casa de Dave. Detrás otra camilla y a Jason esposado de ambas manos, caminando alegremente frente a los dos oficiales.

–¿Qué pasó? –preguntó Cliff al ver al rubio frente a la casa –¿James?

Llantos.

Dolor.

Sirenas.

Frío.

Desesperación.

Gritos.

Ya no lo toleraba. Deseaba escapar.

VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora