Capítulo 30.

138 20 11
                                    

Lloraba desesperadamente, el sonido del cuerpo estamparse contra el piso, el sonido de los huesos quebrarse, la mirada desesperada del hombre que caía a gran velocidad. No le dio tiempo siquiera de apartar la vista, cerrar los ojos o pensar en otra cosa, todo sucedió tan rápido que ni siquiera se había dado cuenta cuando se hallaba en su cama, llorando desesperadamente, gritando, el cuerpo le temblaba, apenas podía respirar, apenas pensaba correctamente, sentía mucho frío y un subidón de calor le hacía querer desvestirse, se sentía sucio, asqueado. Sentía frío, se sentía como la mierda. 

Franchesca entró al cuarto, se sentó detrás de él, intentaba averiguar qué estaba pasando, le veía temblar, llorar y gritar, veía como enterraba sus dedos en su cuero cabelludo, como se lastimaba el rostro, intentó socorrerle, quitarle sus propias manos de encima, pero James parecía ido, parecía estar en otro mundo, en otra dimensión. Franchesca esperó en silencio, ¿Qué podía hacer en esos momentos? absolutamente nada, no podía hacer nada,

Pasó al menos una hora antes de que James se tranquilizara, Franchesca tocó su hombro y preguntó con tranquilidad.

-¿Qué pasó?

No hubo respuesta, James intentó formular palabras en su mente, pero no encontraba ninguna, ¿cómo le explicaría que lo acababa de hacer había sido por el bien de su familia? se sentía roto por dentro, en aquellos momentos, cuando estaba embistiendo fuertemente la boca de Jason, sentía que su mente se había quebrado, sus pensamientos eran demasiado sádicos, ¿se había excitado por hacerle daño a alguien? ¿se excitaría de la misma manera si dañaba a su mujer? ¿a su hija?

Sentía que su mente había estallado, tenía demasiada mierda en qué pensar, demasiados pensamientos invadían sus neuronas, era demasiado, quería morir, quería morir.

Tensó su cuerpo completamente, no pudo evitarlo, quería purgarse de ese mundo, estaba en la ruina, su familia lo estaba, su mujer había estado conviviendo con un sádico asesino durante años, ¿con qué derecho repudiaba a Jason si él era igual o peor? no se sentía bien, no ahora, pero en aquel momento, era la gloria misma, el sexo no era suficiente, necesitaba algo más que le llenase ese vacío. Quería bombardear la cabeza de Jason con sus caderas, pero ahora, solo quería morirse, no era mejor que Jason, era un maldito asesino.

Quería consolarse a sí mismo diciendo que lo había hecho por su familia, pero no era suficiente, ¿cómo puedes decir que mataste por amor? ¿eso siquiera tenía sentido? 

–Maté a un hombre –dijo James entre lágrimas. La mano que se encontraba sobre su hombro, acariciando lentamente, se apartó instintivamente.

–¿Es en serio? –reprochó ella, intentando convencerse de que estaba bromeando, que no era real, aunque, al ver el estado de su marido, sabía que no estaba jugando, jamás lo había visto tan desesperado.

–Si me encuentran –siguió luego de una larga pausa –, si me encuentran, yo... diré toda la verdad, lo juro –Juro que –interrumpió James, quien parecía hablar en largas pausas –diré toda la verdad, no mentiré, fue mi culpa, lo sé, pero créeme que tuve mis motivos, Franchesca, no... quería protegerte a ti y a Cali, lo juro.

Suplicó piedad por varios minutos, lloraba en súplicas sin sentido, quería perdón, que borrasen su culpabilidad, que nadie jamás lo tomara en cuenta, que arrancaran ese día de sus memorias, quería poder purgar esa culpa, ese miedo, ese asco, esa infidelidad. Sabía que lo que había hecho no tenía perdón, si Franchesca se enteraba le odiaría por el resto de su vida. ¿Su mujer embarazada y él yéndose por ahí a tener sexo con otras personas como si nada?

Pero, eso no fue lo que pasó, ¿verdad?

Actuó por miedo, sí, por miedo, estaba aterrado, estaba temblando del miedo, no sabía siquiera si hubiese muerto si le rechazaba, ¿tenía que morir precisamente uno de los dos? Pero, ¿quién sabría esto?

James actuó por instinto, su familia era su prioridad, sus hijas, su esposa, su madre. James las amaba, tanto como para asesinar por ellas... "asesinar" no le gustaba esa palabra. Era demasiado sofisticada y en esos momentos quería maldecirse a sí mismo y convencerse de que lo que había hecho no estaba mal, que lo hizo por amor.

Amor a Cali.

Amor a Franchesca.

Amor a Marcella.

Amor a su madre.

Él sabía que lo había hecho por amor. O más bien, una ridícula romantización del amor, había matado en defensa propia.

Por defender a Cali.

Por defender a Franchesca.

Por defender a Marcella.

Por defender a su madre.

Por defenderse a sí mismo.

Pero eso no le bastaba, "amor", "defensa propia", había asesinado de todos modos y se atrevería a decir que lo había disfrutado, ¿disfrutar?

James Hetfield, eres un sádico.

"Soy un sádico" se repetía a sí mismo y en voz alta, "soy un sádico".

Observó la mirada preocupada y asustada de Franchesca, quien lloraba en silencio. Quien no entendía como podía ayudar, quien siquiera podía entender la situación por completo, si le decía que no era un sádico, ¿quitaría culpa que James se merecía?, y si se quedaba en silencio, ¿estaría ayudando a su martirio?

Se sostuvieron la mirada por un largo rato, ambos lloraban a cántaros. A James le comenzaron a arder los nudillos, su cuerpo se había calmado, se limpió la nariz y las lágrimas y observo su piel amoratada, sus dedos temblaban de dolor, su entrepierna comenzó a picarle, estaba un poco irritado, y sentía que los dientes de Jason había jugado en contra.

Quiso golpear sus genitales, se sentía asustado, asqueado y sucio.

–Me entregaré –dijo por última vez –si me encuentran me entregaré, es todo.

VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora