Cap 39: Cálida Confesión

832 83 7
                                    

~Narra Frisk~

Todo era oscuridad...

Hasta que escuché su voz.

Esa grave y varonil voz que lo caracterizaba, podría reconocerla a cualquier distancia. Tan solo escucharlo me hacía sentir acompañada, por más que sabía que no lo estaba, por más que sabía que mi mundo había sido arrebatado en tan solo un instante y, por lo tanto, estaría sola hasta que me pudriese en una dimensión desconocida, donde la comida y bebida escaseaban, por no decir que ni siquiera existían.

Cada día mi alma se hacía más transparente, hasta tal punto en el que sería olvidada por todos, hasta tal punto en el que todos mis amigos perderían la esperanza de que despertara.
Ya era el momento de desconectarme de su mundo, el momento de dejarlos seguir con su vida sin ser influyente en sus pensamientos y dolores...Pero él me lo impedía a llantos. Podía sentirlo, su delicioso aroma mezclado con el mío, su respiración acelerada, sus frías lágrimas embarrando mi ropa y sus grandes manos rozando mi ya helada piel.
Pero su voz, su esperanza de mi regreso era lo único que me incitaba a seguir latiendo e intentar luchar con lo desconocido, con esa chica de cabellos largos y rizados que anhelaba con ansias mi desaparición completa en cualquier dimensión existente.

Podía oír sus bromas, pero ya no era lo mismo si no podía verlo o tocarlo, la risa solo salía de pura pena, pero ni él podía escucharla.

Los días pasaban así, lentos, él hablándome y yo riéndome de su poca cordura en silencio. Él perdiendo lentamente la esperanza, y yo observando su dolor sin más. Él llorando a cántaros, y yo acariciando suavemente su cabello sin que él siquiera lo notara.
Hasta que ese día, pude decidirme. Decidí ser juzgada por mi asesina para que me abriese las puertas a un mundo angelical, sin ninguno de mis conocidos. Por fin estaba lista para dejar todo atrás, ya nadie tenía esperanzas.

Pero él, pude ver su rostro al oír las noticias de mi muerte. Jamás lo había visto de esa forma, y espero jamás tener que hacerlo. Pude sentir su corazón dejar de latir, sus dulces ojos aguantando las lágrimas y su pálido cuerpo colapsar en pleno discurso desalentador. No podía abandonarlo, ni dejarle encima todo el peso de mis acciones, debía permanecer Determinada.

Fue mucho el tiempo de espera. Mi soledad se hacía cada vez más intensa, hasta que sentí sus apresuradas pisadas dirigirse hacia mi por mis espaldas. Me di la vuelta y con los ojos llorosos esbocé una inmensa sonrisa. Él miraba detalladamente cada pequeña parte de mi cuerpo, mi cabello despeinado y casi sin color, mis dedos achicharrados de tanto contener las lágrimas, mis piernas cubiertas de moretones y cicatrices que yo misma había ejercido de la angustia y ansiedad. Parecía impactado al verme de esa forma, mi rostro estaba tan pálido que parecía irreal, una muñeca de porcelana hecha trizas, lentamente, sus cansados ojos azules se enfocaron en mi pie. Mi tobillo se encontraba amarrado por una larga cadena de oro, que era precisamente lo que me mantenía atrapada en este lugar, entre una pequeña alfombra de flores doradas, que se habían vuelto mi único mundo.
Al verlo luego de mucho tiempo, grité su nombre un tanto aliviada, pero al mismo tiempo sentía angustia y dolor, ya que no quería que se lastimara por tratar de salvarme.
El albino me mostró esa sonrisa contagiosa que tanto me enloquecía, corrió hacia mi dejándose caer de una forma muy bruta. Mi alma se sentía completa al tenerlo a mi lado de nuevo, estar entre sus brazos siempre me transmitía seguridad y protección. Comenzó a besar mi frente desesperado, mientras despeinaba mi cabello con deseo y pasión, me dejé caer en su pecho, mojando su chamarra con mis incontrolables lágrimas a la vez que él inundaba mi blusa con las suyas. Podía escuchar sus fuertes latidos a través de su pecho.

Parecía un lindo y tierno reencuentro de amigos, pero no todo era tan bonito. Entrar a mi dimensión no era lo único a lo que el joven venía. Se levantó con decisión y se adelantó unos pasos en posición de pelea, mientras su sonrisa se ensanchaba más y más.
De repente, una gran sombra apareció por detrás mío, Sans se interpuso en señal de defensa observando con atención a mis alrededores, tanteándome con su mano libre. Jennifer apareció de entre las sombras, con un notable enfado en su rostro. Ambos luchadores entraron en batalla muy amenazantes.

HUMANTALE "Mi Trabajo Es Protegerte" (FRANS) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora