Cap 13: Una Noche Con Sans (1/2)

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La habitación estaba completamente a oscuras. Tomé perezosamente mi celular, que se encontraba en la mesa de luz, intentando zafarme del agarre del ojiazul. Iluminé un poco la zona y observé la hora. 1:37. Me alivié bastante, sentí curiosidad y decidí alumbrar al albino, efectivamente estaba dormido. Me sonrojé de inmediato y cubrí mis mejillas, no se por qué si este vago está todo el tiempo durmiendo, es como su hobby. No sentí sueño alguno, por lo que decidí levantarme sigilosamente intentando no despertar a Sans. Me dirigí con cautela al escritorio, donde pasaba gran parte del tiempo dibujando, ese es mi hobby. Encendí la pequeña lámpara, amarrada a una de las maderas del ya mencionado mueble y me senté en la silla rodante, la cual se había adaptado a soportar mi peso desde hace un tiempo. Saqué la goma de la cartuchera, tomé el lápiz, de punta afilada y lo apoyé sobre la hoja blanca. Cerré mis ojos por unos momentos y dejé fluir mi imaginación, me sentía inspirada, volteé a ver a Sans, seguía en la cama. Dudo que vaya a despertar, recuerdo que una vez intentamos despertarlo con Papyrus, hicimos todo el ruido posible pero nada dio resultado. Tiene sueño pesado. Comencé a deslizar la punta del lápiz, con movimientos amplios, trazando líneas suaves sobre el papel, dibujando la imagen que tenía en mente.

De repente, sentí como ciertas manos cálidas e inconfundibles cubrían mis ojos. Apoyé las mías sobre estas y dibujé una sonrisa en mi rostro.

- Sans... - dije en tono cariñoso, a la vez que recostaba mi cabeza en sus brazos.

- ¿Por qué me dejas solo?

- Eh, Sans, yo no...- no me dejó terminar.

-.. No se supone que deberías estar aquí, niña. - interrumpió.

- ¿A sí? ¿En dónde se supone que debería de estar? - pregunté desafiante.

- Allá - señaló hacia la cama. - Conmigo. Heh, ¿ese soy yo? - guió su mirada hacia mi hoja, con una sonrisa y un leve sonrojo en sus mejillas.

Cubrí el dibujo con ambos brazos inmediatamente.

- ¿Por qué te averguenzas? Si está bastante cool, como los Spaghettis de Papyrus.

- Gracias, Sansy.

- Welp niña, mejor terminas eso luego, mañana definitivamente ya no tenemos excusas para no ir a clases.

Él tenía razón, por más inspirada que esté, mañana es día de clases y ya no podemos faltar.

- Frisk... - se lanzó encima mío acariciando mis mejillas mientras jugueteaba con mis cabellos.

- ¿Si, Sans? - Pude sentir mis mejillas volver a tornarse de ese color rubí, tragué en seco y mis brazos comenzaron a temblar.

- Sabes que eres mía ¿verdad? - comenzó a acercarse a mi rostro, él me observaba serio, con las mejillas y la nariz pintadas de rojo.
De repente y sin ningún aviso, alguien abrió la puerta, encontrándonos en una posición muy comprometedora. Era Asriel, que nos observaba un tanto confundido.

- ¿Que haces tú aquí? - su voz ronca y cansada a la par de su expresión daban la sensación de estar actuando como el "hermano protector" que siempre tuvimos Chara y yo.

- Bueno niño, ya sabes.. no puedo dejar que mi papá vea las heridas. - me quedé realmente sorprendida, no por el hecho de que no quisiera mostrárselas, sino, porque le había llamado de una forma que nunca antes había hecho.

- ¿Le dijiste "papá"? - pregunté en tono de burla, con una sonrisa de oreja a oreja. El solo bufó con un suspiro profundo, formando un pequeño puchero, a la vez que sus mejillas se sonrojaban, lanzé unas carcajadas junto con Asriel.

- Bueno, ya en serio, deberían dormirse, mañana hay que levantarse temprano y esta vez no vamos a escaparnos. - Asriel, que llevaba consigo su típico pijama verde manzana con dos franjas amarillas, sonrió mostrando su afecto y aprobación, y dejó una pequeña caja bien decorada con un lazo color lila en el suelo, justo frente a la puerta. Se despidió, y salió de la habitación a pasos peresozos.

- ¿Qué es? - preguntó el albino de ojos azules acercandose o mas bien arrastrándose hacia la extraña caja. Estiró sus brazos por debajo de la cama, intentando alcanzarla. - Frisk, ¿llegas? - se dirigió a mi, al darse cuenta que no podía alcanzar el objeto.

- ¿En serio tan vago eres? - me levanté de mi cómoda posición en la cama y me arrodillé frente a aquel objeto misterioso, que extrañamente había dejado mi hermano sin siquiera hablar de ello.
Sans solo observaba atentamente desde arriba, quité la tapa que parecía como si su creador hubiera empeñado mucho tiempo en decorarla, y ambos pudimos apreciar unos tiernos y pequeños chocolates con forma de corazón. Justo encima de ellos, había una pequeña nota, la cual leí en voz alta: - "Disfruten tortolos. Pd, apruebo su relación".

- Oh vaya, que amable. - Sin prestar mucha atención a los términos utilizados por el de la pijama verde, tomó uno de los chocolates lanzándolo a su boca.
Yo simplemente no podía quitar la vista de aquella nota, mientras sentía como mi rostro lentamente se tornaba rojizo. De repente hacia mucho calor.

- ¿Relación? Pero qué le pasa, si no tenemos ninguna relación. - comenzé a alterarme un poco, no comprendía como podía tomarse esas palabras con tanta calma. Él solo me sonrió de forma bastante pervertida. Desearía que lo nuestro realmente fuese una relación.

- Como sea, oye, fijate que se va a acabar si no empiezas a comer.

Nos recostamos en la cama, comiendo y conversando en voz baja acerca de algunos temas de menor importancia, contándonos bromas que por cierto algunas no llegué a comprender, obteniendo unas carcajadas por parte del albino.
Llegó el momento, solo quedaba un chocolate.

- Welp, las damas primero. - acercó la caja a mi, con el dulce tan tentador ahí dentro.

- Sabes, con Asriel y Chara hicimos una promesa hace un tiempo, "siempre compartir el último trozo del Pie de Toriel" ¿crees que podamos aplicarlo a esto también? - alejé nuevamente el chocolate, quedando en medio de ambos.

- Como quieras, pequeña. - me besó en la frente y utilizó sus poderes para dividir el chocolate en dos partes, era muy notable que no eran iguales. - La más grande para mi princesa.

- Heh, gracias Sansy. - devolví un pequeño beso en su mejilla, lo cual hizo que se sonroje. Luego de esto le agarró un ataque de risas, del cual intentaba ocultarse. - ¿Qué tienes? - lo tomé de los hombros.

- Vaya, realmente eres tan inocente, pequeña. Creí que personas así ya no existían en este mundo. - contestó entre risas, que se detubieron de repente al comenzar a toser mientras sujetaba las vendas.

Lo observé preocupada.

- Welp, sabes niña, yo también quiero contarte algo... Siempre creí que sería innecesario decírtelo, pues dudo que te guste mucho.

- Te escucho. - dije un tanto esperanzada.

- ¿Recuerdas cuando encontraste esas pastillas en la nieve, cerca de mi trabajo en el Subsuelo? - asentí - Bien, te dije que eran para el dolor de cabeza. - asentí nuevamente - Pues, realmente no era eso... Yo, hace un tiempo había estado bastante deprimido y para serte sincero, creí que ya ni siquiera era útil para cuidar de Papyrus, me rendí literalmente y decidí acabar con todo de una vez por todas. Pero justo unos momentos antes de tomar esas pastillas, escuché el chirrido de aquella gran puerta morada, proveniente de las Ruinas. Eras tú, luego de eso te conocí y dejé el plan de suicidarme para otro momento. Podría decirse que me salvaste, te lo agradezco princesa.

Me quedé helada, se me había formado un nudo en la garganta y lo único que se me ocurrió hacer fue golpearlo en el pecho repetidas veces.

- ¿Cómo vas a hacer eso, idiota?

- Heh, ¿Y por qué te preocupas tanto por mi? - preguntó con una mirada pervertida, sobándose el golpe.

- ¡Sans! ¿Qué no es obvio? Si eres mi mejor amigo, claro que me preocuparía por tí.

- Demonios, creo que acabo de quedar en la Friskzone.

- ¿Qué?

- Olvídalo.

HUMANTALE "Mi Trabajo Es Protegerte" (FRANS) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora