Cap 40: Bienvenida a Casa

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Mis mejillas fueron inmediatamente decoradas con ese bello color carmesí intenso, una gran ola de calor bañaba mi piel, haciendo que el sudor se desprenda de esta y resbale hasta más no poder. Esto se mezclaba con un leve dolor de cabeza, y el sentimiento cursi de "mariposas en el estómago". Lo más extraño e irónico era que solo ese hombre me hacía sentir de esa forma.
Mis ojos comenzaron a entreabrirse lentamente, pero aún no podía despertar.
Observé al albino entregarme la mitad de mi alma, estaba bastante agrietada, sin embargo llena de vida y yo tenía la suficiente determinación como para sobrevivir incluso si solo era una mitad, al menos por un tiempo, ya que pronto sería necesario de la otra mitad si quería seguir viviendo.

- Heh, bienvenida a casa... princesa. - dijo con una voz seductora, acariciando mis mejillas con una sonrisa.

Sans me observaba con deseo, desde un principio comprendí que se estaba resistiendo a aumentar el simple roce con mi piel, que mientras más tiempo pasábamos juntos, más color tomaba.

- Se que debí haber hecho esto antes, niña. Pero... ¿querrías ser mi novia? - Ya no daba más, todo mi cuerpo estaba tenso, mi rostro sonrojado y mi respiración a mil por segundo. Sentía que cualquier cosa que dijese, haría que arruine el momento, por lo cual preferí callarme y disfrutar. Sans pareció no comprender, la tensión del momento nos llegó a los dos, y no quiero ni imaginar sus ansias al tener que esperar a que yo le responda con una de las dos opciones. Intenté no morir de la risa al ver como las gotas de sudor resbalaban desde su frente y su piel se volvía roja como un tomate.
Abrí los ojos y decidí acabar con su cruel sufrimiento de una vez. A penas pude recuperar mi cuerpo, por lo tanto, por más ganas que tuviese de gritarle que sí y abrazarle, solo logré asentir despacio con la cabeza. Él se percató de eso y se echó a reír con esa sonrisa contagiosa, que no tardó en hacer efecto en mi.
Intenté abrazarle con todas mis fuerzas, pero fue en vano ya que solo conseguí más risas burlonas en mi contra, ya no sabía que pensar ni que hacer, jamás había estado de pareja y eso me aterraba.
Sin querer, me lo quedé viendo fijamente, sus mejillas estaban calientes y rojas, su blanco cabello alborotado me fascinaba. Parecía yo la enferma intentando escuchar sus latidos, siendo que desde fuera del Hospital se escucharían como fuertes golpes a una puerta. Él solo me sonreía pacientemente, observando el color rojo que empapaba mis mejillas. Se fue acercando despacio hacia mi rostro, cerré fuertemente mis puños e intenté no respirar. Al ver que ya prácticamente no había nada de distancia entre ambos, cerré los ojos esperando lo mejor.

Por fin, luego de tanto tiempo, pude sentir sus secos labios rozando los míos, eran dulces y cálidos, o tal vez solo es una excusa para decir que se sintió muy placentero. Mientras más cerca suyo estaba, más sentía el olor a tabaco, a mi parecer, quitando un poco la atmósfera romántica, pero preferí no arruinar el momento regañándolo. De repente, sentí como mordisqueaba mis labios, una y otra vez, le seguí el juego como más pude. No soy ninguna experta, pero creo que no lo hice tan mal para ser mi primera vez. Todo iba perfecto, él jugueteaba con mis cabellos y yo acariciaba sus suaves y ardientes mejillas, pero, sin ningún aviso de por medio, pude sentir algo húmedo introducirse en mi boca, en ese momento fue cuando realmente no sabía que hacer, él movía su lengua, inspeccionando por dentro, mientras que yo me quedaba haciendo nada, petrificada. Sans seguía con lo suyo, pero no se percataba del poco aire que quedaba en mis pobres pulmones, por lo tanto no me quedó opción mas qué apartarlo con un débil empujón que no dio resultado alguno, él era mucho más alto, grande y pesado que yo. La falta de aire me llevó a rasguñar un poco sus mejillas, por lo que rápidamente se alejó de mis labios con un fino hilo de saliva uniéndonos. Él me observó, pervertido.

- Heh, nada mal princesa... - Me dejó recuperar el aire unos segundos y luego fue controlado por sus deseos más fuertes, volviendo a morder mis finos labios repetidamente. - Vaya, me pregunto por qué no hice esto antes - agregó con un leve gemido de por medio que hizo que me estremeciera. Quise contestarle con algo irónico y sarcástico, pero selló mis labios con un tierno beso francés.

HUMANTALE "Mi Trabajo Es Protegerte" (FRANS) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora