Capítulo 2

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-¡Oye! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! -dije intentando empujarla sin ser brusco

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-¡Oye! ¡¿Qué crees que estás haciendo?! -dije intentando empujarla sin ser brusco.

Ella, ante mi intento de alejarla, me apretó más contra su cuerpo y luego posó sus delicadas manos en mi cintura.

-¿Cómo te llamas? -preguntó ignorando mi anterior pedido.

-No te lo tomes a mal -fruncí el seño al no encontrar las palabras lo suficientemente sutiles-. pero no te conozco y estás invadiendo mi espacio personal.

Ahora que me fijaba ya había sonado el timbre para el ingreso de clases y en el pasillo ya no quedaba nadie más que la loca que me está prácticamente acosando y sus amigos.

-Mírame -me ordenó y aunque sonaba estúpido tuve la imperiosa necesidad de obedecerla-. no pienso soltarte. Ya te lo dije, eres mío, de mi propiedad -La miré incrédulo-. Ahora responde ¿Cómo te llamas?

-Liam. -respondí aturdido.

¿Suyo? ¡Claro que no! Esta desquiciada pues no encuentro otra explicación.

Un destello de algo desconocido pasó por su mirada al escucharme, y en un gesto que se me antoja cariñoso, posó su mano en mi mejilla.

<<¿De dónde salió esta mujer?>>

-Liam -saborea el nombre entre sus labios y luego sonríe ¡Dios! Es la sonrisa mas linda que haya visto-. ¿Liam...?

¿Qué es esto?¿Por qué este pedazo de mujer está siquera hablandome?¿Por qué me siento tan atraído?¿Y sobre todo, por qué está actuando como una loca?

-Liam-Liam Wilson.

¡Mierda Liam! ¡Deja de tartamudear que estás quedando como un imbécil!

Entonces, en un intento por darme seguridad, me yergí sobre mi mismo e intenté disimular que mis piernas nos estaban hechas gelatina.

-¿Tú cómo-cómo te llamas? -devuelvo la pregunta.

La chica frente a mi agranda su sonrisa ¡Dios de los dioses! Es demasiado hermosa para su propio bien.

-Samantha Davies.

Lindo nombre.

Un carraspeo nos saca de la burbuja en la que no me había dado cuenta que estábamos.

-Samantha -ella se tensa al escucharla-. ¿Es él?

Samantha, quien sigue acorraladome contra los casilleros se separa, solo un poco, para poder ver a la otra chica. Pero cuando lo hace la chica que aún no sé ni su nombre me mira a la cara con curiosidad.

-¡No lo mires Sara! -exige soprendiendonos-. Te prohíbo que lo veas, que lo toques o que siquiera pienses en él. -dictamina en una clara amenaza.

Para mi sorpresa la tal Sara se encoge en su sitio mientras que baja la cabeza y murmura una disculpa.

-Cariño, tenemos que irnos ahora. No creo poder aguantar más.

Mi chica, mi alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora