Su pelaje era rojizo, un color poco común entre los lobos, de hecho, no recordaba haber visto tal pigmento en ninguno de nosotros. Sus ojos eran oscuros, tan oscuros que podría jurar que eran negros. ¿Su tamaño? Es tan grande que creo ha de alcanzar a mi loba, y aquello debería de ser imposible. Quiero decir, yo soy la reina porque realmente soy considerada la loba más fuerte, grande y poderosa del último milenio pero todos, incluyéndome, nos quedamos pasmados al ver al lobo de Liam.
¿A eso te referías hermanita?
Cuando Liam empezó a sufrir los típicos síntomas de la primera transformación intenté mantener la calma pero no pude evitar desmoronarme cuando lo vi caer al suelo. Yo sabía que nada malo le sucedería pero verlo de aquel modo activó mis instintos protectores. La verdad lamentaba que él tuviese que padecer todo eso, pues él no tenía la culpa de que estar conmigo conllevase tantas cosas. Sin embargo, mi pecho sintió un gran alivio al ver que la transformación había sido exitosa. Planeaba transformarme junto a él para que no se siéntese tan solo pero Sara, mi amiga, apareció a mi lado con cara de preocupación. Allí supe que nada bueno iba a venir.
-Sam, Frederick está marchando hacia aquí con un gran ejército.
Un jadeo colectivo se escuchó en todo el jardín, por un momento había olvidado que toda mi gente estaba reunida a mi alrededor. No voy a mentir, aquella noticia logró que por un momento mis piernas temblaran, si esto hubiese sucedido unos meses antes esto no sería más que otra de las tantas masacres de la que he sido partícipe a lo largo de mi reinado pero ahora no estaba sola y temía por mi lobito inexperto. Dirigí mis ojos hacia él y la negrura de su mirada me transmitió todo lo que necesitaba en aquel momento: mi macho estaba conmigo.
Miré nuevamente a Sara y contesté con fortaleza:
-¿Cuánto tiempo tenemos?
Ella vaciló un momento. Sam era una guerrera fuerte pero tenía una debilidad: Frederik. Ambas lo sabíamos. En su momento ella lo amó, si bien no era su mate ella lo amaba casi como yo amo a Liam. Pero aquella maldita basura del demonio no merecía nada de ella. Nada. Ella le confesó sus sentimientos y el se rio en su cara alegando que a la única mujer que quería entre sus sábanas era a mi.
Asco.
Sara era lo más parecida a una mejor amiga para mí y siempre fuimos sinceras entre nosotras, ella jamás me guardó resentimiento pues era consiente de que yo no poseía ningún sentimiento hacia él. Pero no por eso fue menos doloroso para ella. Cuando Sara me relató como se había abierto hacia él y cómo él había reaccionado yo me enfurecí como nunca. De hecho ese fue uno de los tantos motivos por el que me aleje de él.
-Doce días aproximadamente -contestó trayéndome al presente.
Doce días... bueno para ser sincera era más de lo que esperaba y necesitaba para prepararme. El muy hijo de puta se me había adelantado pero no importaba, yo me encargaría de que se tragara la idea de poder intentar derrocarme. Y esta vez juraba por la Luna que iba a matarlo a cómo de lugar.
Comencé a caminar hacia el interior del castillo y me detuve por un segundo para mirar cómo Liam, en su forma lobuna, a pesar de costarle un mundo poder pararse en sus cuatro patas y caminar, hizo su mayor esfuerzo para seguirme.
-Despacio lobito.
Al hablarle me observó, y sorprendiendo a todos, se paró con la mayor fuerza de voluntad y se acercó a mi lado. A dónde pertenece. Pose mi mano sobre su lomo en una sutil caricia y el bajó sus orejas en señal de que disfrutaba aquello. Luego pareció darse cuenta de que aún los habitantes del castillo se encontraban de espectadores a nuestro alrededor y sin pensarlo les gruñó colocando su cuerpo entre ellos y yo.
Sonreí. Los lobos cuando se trasforman por primera vez y tienen a su mate se vuelven posesivos en exceso, además de no poder volver a su forma humana por al menos veinticuatro horas.
-Cada uno vuelva a su labor -demandé a los miembros del castillo-. Pronto recibirán órdenes informando como vamos a proseguir con el plan de guerra -hablé con firmeza. Todos asintieron obedientes-. Por último, no quiero que nadie se desespere. Vamos a ganar esto como siempre lo hemos hecho.
Tras eso di media vuelta con mi lobo favorito a mi lado, atento a cualquier peligro que estuviese al asecho. Solté una risa divertida cuando pensamientos indebidos llenaron mi cabeza. En cuanto Liam volviese a la normalidad iba a recompensarlo por preocuparse tanto por mí. Claro que sí.
El torció su cabeza hacia mi, seguramente adivinando mis pensamientos. Podría acostumbrarme a esto.
Tras eso dos aromas diferentes pero conocidos aparecieron en el radar. De inmediato me tensé pero tuve que concentrarme en no demostrar mi descontento porque si Liam sentía una amenaza para mi no podría detenerlo.
Las sentía tras la puerta del castillo y ellas también sabían que yo estaba al otro lado pero sabía que no iban a entrar al menos que yo las autorizara, después de todo sería un suicidio entrar al castillo de un monarca sin su consentimiento. A pesar de no querer abrí la pesada puerta.
Fute y Kenya se encontraban al otro lado, de inmediato olfateé sangre proveniente de alguno de los dos cuerpos. Estudié a Kenya de arriba abajo pero no encontré nada, entonces me di cuenta que Fute estaba sosteniéndose en el cuerpo de mi otra hermana. Mierda.
-Ayúdanos. -no alcanzó a decir que su cuerpo se desvaneció.
Menos mal Kenya la sostenía.
Hola bebes 💞
¿Cómo han estado?
Cuéntenme que tal la cuarentena en sus países...
Azu🌙
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Mi chica, mi alfa.
WerewolfLiam tiene la vida más ordinaria que un adolecente puede llegar a tener: padres divorciados, dos mejores amigos, asiste a la preparatoria del pueblo y es un completo marginado social. Lo normal. Sin embargo, todo se torna extraño cuando se topa con...