Sé supone que ahora debería estar excitado, invadido por puro deseo, pero resulta que lo único que siento es pudor. Me avergüenzo no exactamente de la terrible y directa invitación que esta mujer me ha soltado, si no del echo de que yo no sea lo que ella espera, quiero decir, yo soy el hombre más inexperto, de dicsisiete años, que conozco.
Ahora mismo el cerebro me va a explotar con tantan información ¿Qué no le bastaba con decirme que era un licantopo? ¿Qué no le era suficiente, de por si, con el echo de que alla entrado a mí instituto una chica tan hermosa? Al parecer esta mujer quiere que muera demasiado joven.
<<¡Liam, respóndele, está esperándote! Mierda, Liam, pero si ella se nos acaba de declarar y tú te has quedas en shock justo ahora>>
Mi irritante voz interior tiene razón, sin embargo, estoy demasido conmosionado como para poder hacerle caso, y es que no todos los días pasa algo como esto.
-Liam ¿Cariño, estás bien? -dice Samantha con preocupación. La entiendo, ahora mismo debo estar de un color palido como el papel-. ¡Hay dios! Lo lamento, de verdad que lo hago. -se apresura a llegar a mi lado mientras acuna mi rostro-. Soy un desastre ¿Como voy a pretender llenarte de tanta información sin que te asustes? Soy una idiota.
La miro a los ojos y veo no solo la preocupación reflejada en ellos, si no que también veo un auténtico temor reinar sobre ellos.
-N..no es tu cul..pa, Sam -digo más tartamudo que nunca. Intento, además, de transmitirle calides poniendo mis manos sobre las suyas-. So..solo que est..estoy intentando proce..sarlo todo.
Veo la duda en su rostro por lo que me apresuro a seguir hablando.
-Solo quiero estar tranquilo. -suelto un prologado suspiro-. ¿Crees que puedes llevarme a casa? -le digo suplicante, pero en cuanto suelto la pregunta soy testigo de como sus ojos se vuelven completamnete negros y, bruscamente, me acorrala contra la puerta de la habitación.
- ¡Tú no vas a irte a ningún lado! ¡¿Aún no entiendes que nos pertenecemos?! -medio grita medio ruge al decírmelo-. Tu lugar es aquí, con migo.
Su grito es escalofriante. Nunca nadie me había gritado de tal forma ¿Por qué me trata así si yo lo único que he echo a sido hacer lo que se le plazca?
No me había dado cuenta que no solo me había asustado, si no que también estaba llorando ¡Llorando! ¿Cómo es que una chica está haciéndome llorar? Es, simplemente, vergonzoso.
En el mismo instante en que Samantha se percata de mis lagrimas se aleja como si yo le repudiara y no puedo explicar como, aún con ella tratándome así de mal, su repentina lejanía me provoca un gran vacío en el pecho.
-Lo...lo siento -dice y sus ojos se cristalizan-. Yo nunca quise gritarte. Solo que..es solo que no puedo dejarte ir, es más fuerte que yo. Mi instinto me dice que hasta que, almenos no te marque, no puedes salir siquiera de esta habitación.
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Mi chica, mi alfa.
Hombres LoboLiam tiene la vida más ordinaria que un adolecente puede llegar a tener: padres divorciados, dos mejores amigos, asiste a la preparatoria del pueblo y es un completo marginado social. Lo normal. Sin embargo, todo se torna extraño cuando se topa con...