¿Hoy? ¡No! ¿Cómo que hoy? No estoy preparado, ni un poco. Ni siquiera creo que algún día lo esté.
No puedo. No puedo. No puedo.
¿Dolerá? Espero que no. De todas formas tengo que dejar de engañarme y aceptar que es obvio que va a doler. Si voy a afrontar esto que sea con valentía ¿no? El problema es que carezco de ella.
Samantha arruga el entrecejo y comienza a mirarame con preocupación. De forma repentina coloca sus manos en mis hombros y se sube a mi regaso.
Ahora toda duda o temor se va por el caño y sólo puedo pensar en ella.
En ella sobre mi.
-No te asustes, por favor -susurró rozando mis labios.
¿Cómo quiere que me concentre de ésta forma?
-¿Dolerá? -pregunto lo primero que me viene a la cabeza, aunque la respuesta me de igual ahora.
-Si -dijo y sus manos se colaron dentro de mí camiseta cortando mi respiración-. pero yo estaré ahí y jamás dejaría que te pase algo malo.
Mi cerebro no captó nada de lo que dijo ¿Cómo podría si ella estaba así de cerca? Ahora mismo solo era Samantha y sus manos acariciando partes que nadie más había tocado.
Un gruñido cerca de mi oído derecho me sacó de balance por un segundo.
-No sólo nadie te había tocado antes, cariño. -susurró mientras su mano comenzó a jugar con el elástico de mi pantalón-. Sino que nadie, además de mi, va a hacerlo en lo que me quede de vida. -jadeé cuando empujó una de sus manos dentro de mi pantalón-. Eres mío Liam.
No dije nada. Mi mente estaba nublada por la lujuria y ya no era capaz de conectar ningún pensamiento lógico.
Pero de un momento a otro ella se detuvo y sentí como se alejó unos centímetros de mi. Enfoqué, como pude, su rostro y una preocupación repentina me invadió al ver su semblante serio.
-¿Qué ocurre? -dije con voz ronca que dejaban en claro cómo me habían afectado sus roces.
No sabría decir que emoción reflejaba ella en su rostro porque jamás la había visto tan seria. Me di cuenta que algo importante le pasaba por lo que mi cuerpo entró en tension y mi entrecejo se undio.
-¿Sam qué tienes? Si hasta hace un momento estabas...
-¿Tú eres mío Liam?
¿Qué? ¿A caso era eso?
La estudié con detenimiento. Ante mi silencio sus ojos comenzaron a buscar desasperadamente mis ojos y me tomó la cabeza entre sus manos.
-Responde, por favor.
Entonces me alejé de sus manos haciendo que sus brazos quedaran suspendidos en el aire. La desesperación y el dolor se manifestaron en su rostro al malinterpretar mi acto.
-¿Es eso lo que te preocupa? -dije con una mueca de desaprobación-. ¿De verdad necesitas que te diga que te pertenezco? -solté la pregunta con incredulidad-. Escuchame bien, Samantha, yo no comparto esa forma de posesividad que tienen ustedes con sus parejas. -me sincere y ella llevó su mirada hasta el colchón-. Pero aún así, de alguna forma que no comprendo, puedo llegar a entender tus sentimientos. -suspiré-. La respuesta es no, no soy tuyo de esa forma Sam.
Al terminar observo como tenía los puños cerrados con fuerza y no era capaz de mirarme. Entonces seguí:
-Sin embargo, no es cómo tu crees. -al pronunciar esas palabras levantó la mirada y mi pecho se oprimio al ver sus ojos hirritados por las lágrimas contenidas-. Sam, para mi lo nuestro va más allá de aquel primitivo instinto de posesión¿No lo crees? Yo no te pertenezco pues somos personas independientes que decidieron acompañarse en el camino. No te pertenezco pero eso no quiere decir que no sienta muchas cosas por ti. No te pertenezco pero deseo poder compartir lo que me quede de vida contigo.
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Mi chica, mi alfa.
WerewolfLiam tiene la vida más ordinaria que un adolecente puede llegar a tener: padres divorciados, dos mejores amigos, asiste a la preparatoria del pueblo y es un completo marginado social. Lo normal. Sin embargo, todo se torna extraño cuando se topa con...