31. Al borde del abismo

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Dalia
Abrió los ojos y me lleve la mano a la cabeza sentí como si a mi cuerpo le hubiera pasado un camión encima.

Recordé lo que paso y me senté rápidamente, lo que provoco una punzada en mi cabeza. Vi que mi ropa estaba bien a pesar de la oscuridad del lugar.

Coloqué mis palmas en él piso, pero no lo sentí frío sino suave... Una alfombra rosa palo... No podía ser no.

Estaba en mi departamento

Que mierda...

Me pare y sentí mi cuerpo crujir, cerré los ojos por él dolor y camine hasta él interruptor que estaba cerca de la puerta. Cuando la luz se prendió me tarde varios segundos en acostumbrarme a la luz. Puse la mano en mi cabeza y me giré.

¿Dónde quedaron mis cosas?

Me paro en seco.

Tiemblo... Mi cuerpo se tensa al instante.

Mi departamento está lleno de fotos de mi madre. En la cocina encima de la de la isla, aparadores, estufa y refri, hay fotos de mi madre y mías cuando estaba vida.

Me acerco y con los dedos temblorosos agarró la primera foto, él día de mi nacimiento ella esta con la típica bata de hospital totalmente sudada y con un gorro que cubre su cabello, aunque unos cabellos rebeldes se salen de ella, tiene una hermosa sonrisa a su lado estoy yo cubierta con una manta.

Tan pequeña y frágil.

Ese día mi mamá juro protegerme de todo, menos de ella misma.

Las lágrimas se acumulan en mis ojos haciendo que vea borroso, dejo la foto con cuidado y me dirijo a los sillones donde hay fotos de mis primeros y únicos años que estuvo mi mamá conmigo.

Hay fotos en mis cumpleaños, puestas cronológicamente en los sillones hasta mis 7 años. Tomó la última aún recuerdo ese cumpleaños ella se veía tan emocionada tras pasar días encerrada en el cuarto cuando volvió a la realidad se dio cuenta que faltaban 5 días para cumpleaños y me hizo una gran fiesta. Pongo la foto en mi pecho y la aprieto contra este, cierro los ojos.

— Feliz cumpleaños mi amor no dudes que siempre estaré a tu lado en cada paso que des. Eres el mejor regalo que me pudo dar la vida —me susurro al oído mientras miraba mi pastel— soplas la veas mi niña hermosa.

Empiezo a sollozar sin control, era mi madre, la mujer que más amaba en este mundo. Era amorosa y la mujer más bella que había visto solía decirles a las empleadas nuevas que mi madre era una reina, pero nadie lo sabía solo yo.

Pero en ese momento siento también rabia y arrugo la foto que está en mis manos. Sufrió mucho no lo niego, pero se supone que era la luz de su vida que por mi haría cualquier cosa, pero no fue así me abandono dejándome con él hombre que tanto decía amar... Si lo sabía ¿por qué me dejo con él? Peso tal vez que correría otra suerte o que.

Me abandonaste y eso nunca te lo perdonaré. Me hiciste cargar con una culpa el resto de mi vida...

Ese era el amor que me decías tener.

Quiero salir de aquí, pero el masoquismo me puede y me acerco a la cama dejando caer al suelo la antigua foto. Me llevó mi mano derecha a mi boca para reprimir un grito. Retrocedo hasta que mi espalda choca con el mueble.
En mi cama hay fotos del cuerpo de mi mama sin vida, en su habitación tal y como la encontré aquella mañana, se ven algunas tomadas en la morgue y también en él día del sepelio. Pero lo que más me aborrece es que hay una especie de sustancia roja regada en las fotos que le da un aspecto más macabro.

Mi Vecino(Ed Sheeran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora