46. Perdóname

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Dalia

Me sentía nerviosa.

Diablos

Entonces lo mire. El gran edificio al frente mí, el imperio familiar que según mi madre algún día yo heredaría.

— Por fin madre, hoy habrá justicia mi padre no lastimará a nadie más —susurro para mí misma. Siento un leve empujón y me giro encontrándome con una niña de unos 6 años, su cabello rubio cae libre mente por sus hombros, su piel blanca como la leche y unos grandes ojos marrones con un toque ¿verdoso?, tiene puesto un vestido blanco hasta las rodillas y zapatos negros.

— L-lo siento... —me dice mientras se sonroja.

¡Layla! —gritan asiendo que la niña a mi lado salte.

— Ay no —acata mientras se lleva la mano a su cara.

— Por dios te he dicho que no te alejes así, te puedes perder o algo peor... —veo como el señor comienza a regañarla, él es una copia exacta de la niña menos por sus ojos son grises— lo lamento señorita.

Me dice mirándome.

— No se preocupe fue un accidente, mejor será que le hagas caso a tu padre pequeña —le aconsejo mientras ella solo resopla, el me da una discreta sonrisa y agarra a su hija para cogerla en los brazos.

— Adiós —dice ella mientras mueve su manito, yo le devuelvo el gesto.

Mis ojos ven mi reflejo en un vidrio, quien diría que la chica indefensa la cual su padre siempre menos precia lo terminaría demandando. Te tengo Alan pagaras por todo lo que me has hecho, no solo a mi sino a los de mas, tu infierno del terror ha acabado.

Un chico pasa a lado de mí, me sonríe y giña el ojo provocando que me sonroje como un tomate y baje a la mirada analizando mi atuendo. Una camisa jeans, pantalones negros rasgados más un gorro y gafas de mismo color, unas botas marrones y una mochila blanca.

En ese preciso momento veo como mi padre sale de la empresa y se dirige a su lujoso auto, se ve más viejo, ojeroso y cansado me oculto tras un árbol cuando escucho las sirenas de policía.

— Alan McCoy, queda detenido por el presunto crimen de lavado de dinero —dice el oficial mientras lo esposa y mi padre maldice— todo lo que diga puede ser usado en su contra.

Entonces lo encamina al carro de policías y de la nada llegan reporteros.

Malditos buitres

Lo siento padre, pero es lo correcto, me digo mentalmente sujetando con fuerza las correas de mi mochila, me giro dejando a tras tantos años de maltratos y acusaciones erróneas, inseguridades y culpabilidad.

— Yo no la mate —digo y por primera vez lo creo.

Dos semanas después

El sonido de mis tacones contra las baldosas del palacio de justicia se siento molesto. (atuendo en multimedia)

— Tranquila Dalia —me dice Andy a mi lado, entramos a la sala y él sale a contestar una llamada.

A lo lejos veo a mi abogada luce un lindo traje negro con blanco, se revisa en maquillaje en un espejo y alado de ella se encuentra su secretario el cual la mira de una forma...diferente.

— Se muere por ella —salto de susto al escuchar la voz de mi mejor amigo, tiene un traje azul oscuro y su cabello esta peinado hacia atrás— pero se ve que no le da chance, pobre.

Hace un puchero y yo ruedo los ojos.

~•~

El juicio empezó y con ellos mis antiguas inseguridades llegaron, por el estrado pasaron mis innumerables psicólogos, psiquiatras, doctores, haciéndome recordar aquellos días en que lo único que pensaba era en morirme, la culpa me carcomía por dentro solo quería olvidar por un segundo lo que pasaba, así que empecé a consumir pastillas.

Grave error

Suspiro mientras veo como el juez analiza todo, siento la mirada de mi padre en mí.

— El siguiente en pasar al estrado será Alan McCoy —veo como se levanta y camina al estrado, dice que dirá toda la verdad para después sentarse— como se declara ante las acusaciones presentada contra usted.

Culpable —siento que aire me falta, los murmullos se empiezan a oír en la sala.

— Silencio en la corte, no hay nada más que acatar —hace una pausa— señor Alan McCoy queda sentenciado a 25 años de cárcel por los delitos de estafa, lavado de activos, acoso y posesión de armas.

Lo siguiente que pasa es que esposan a mi padre y se llevan.

Termino todo

Soy libre

Al fin

¡Dalia! —grita mi padre— perdóname, lo lamento tanto mi niña —lo miro a los ojos, pero las lágrimas hacen que se vea borroso hasta que al fin se llevan, siento la mano de Keyla sujetar la mía, ella me sonríe para después abrazarme. Nunca me sentí tan en paz como ahora.

~•~

— Por fin todo acabo —me dice Andy mientras lo abrazo alado de él se encuentra Rob con un traje gris y zapatos negros

— Sé que es pronto, pero ahora eres la mayor accionista de la empresa así que planearemos una reunión esta semana —habla el pelinegro.

— Trabajo, trabajo y trabajo solo de eso sabes hablar, déjala respirar —responde mi mejor amigo dejándome de abrazar.

— Mantenido, mantenido, mantenido —la voz de Chris se hace presente junto con Liv, todos reímos mientras An solo lo mira mal. Ella esta vestida con un vestido blanco con estampado de flores y zapatos habanos, su cabello esta suelto y él con un pantalón negro, camisa blanca y saco café oscuro más zapatos grises.

— Aunque sea no soy necesitado.

Mi casi-cuñado lo fulmina con la mirada y mi mejor amiga se sonroja. Río y siento una mirada detrás de mí, me giro con intención de descubrir aquella mirada, pero Andy me agarra de los hombros.

— Y si vamos a cenar para celebrar —me dice algo nervioso y a este que le dio.

— Si vamos —apoya rubio.

Rob solo ríe y nos lleva a la salida.

Aquí hay gato encerrado.

Ed Sheeran

— Te dije que no era buena idea venir —me vuelve a regañar Stu mientras conduce a casa.

— Solo quería verla —respondo.

— Pues eso casi nos cuesta un ojo de la cara, debes tener paciencia y confiar en tus amigos.

— Lo haré.

Pronto estaremos juntos Dalia.

Lo prometo hermosa

Mi Vecino(Ed Sheeran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora