Por solo una casualidad

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Johan era un chico solitario, luego de terminar sus estudios se concentró en su trabajo que consistía en crear afiches, logos u otros trabajos que requería a alguien habilidoso sobre las ilustraciones, como se dedicó a ello de manera independiente se alejó de todo y de todos para solo estar en su hogar y salir de vez en cuando a solo hacer las compras.

Mientras observaba por la ventana pensando en como acomodar las complicadas exigencias del cliente, visualizo a las escasas personas que pasaban por fuera de su morada, luego un chico que nunca había visto se quedó frente a su casa observando el número; suspiro y volvió a ver el papel que tenía en mano.
Johan pensó en ofrecerle ayuda pero luego pasó de esa idea al sentir que el otro podría sentirse incómodo, además de que sus habilidades sociales no eran muy buenas, fijó su vista en su trabajo pero a los segundos volvió a mirar por la ventana donde aún estaba ese confundido muchacho. Suspiró, se levantó de su asiento colocándose frente a la ventana de su segundo piso.

–¿Necesitas ayuda?

El castaño observó rápidamente hacia arriba y asintió.

–Bajaré en un momento

Al salir por la puerta se sorprendió que aquel desconocido siguiera ahí, ya que mientras bajaba por las escaleras se imagino fugazes ideas como que alguien ya le habia ayudado o que simplemente se cansó de esperar y se fue.

–Hola, gracias por ayudarme.-Sonrío mientras Johan salía por la puerta principal.

–Ah sí... Bueno, aún no sé si seré de mucha ayuda.-Dejó salir una tímida risa.

–No te preocupes por eso, estoy seguro que así será... Ah, estoy buscando este número, la dirección es la correcta pero ya llevó algunos minutos sin dar con el número.

Le enseñó el papel que traía y Johan le dijo donde podría localizar el número de ese hogar, el de cabellos bicolor volvió a agradecer y partió.

Al día siguiente alguien llamaba a la puerta de la casa de Johan, éste salió encontrándose con el chico del día anterior.

–Muchas gracias por lo de ayer, traje este pequeño pastel en señal de amistad.-Sonrío divertido mientras Johan solo tenía un rostro de confusión.
Solo tenía dos amigos que conoció en la universidad y actualmente ambos estaban de viaje hacía otros países, aparte de conocer varios amigos falsos en el camino, no se había permitido establecer nuevas relaciones.–¿Dije algo malo?-Preguntó sacándolo de sus pensamientos.

–Eh, no, claro que no. Adelante, sientete cómodo.-Ofreció mientras el otro asintió y entró tímidamente.

A pesar de todo ambos pasaron una tarde agradable hablando. Finalmente supo el nombre de su nuevo «vecino» y amigo. Judai también supo sobre su nuevo amigo, como en que consistía su trabajo y las horas que tardaba en el aunque la mayoría de sus clientes no apreciaban eso.

Pasaron los meses y cada vez que Judai podía lo visitaba uno o tres días a la semana y si no podían verse solían llamarse. En esas visitas casi siempre solamente estaban ellos dos pero a veces también iba con algunos amigos que pronto también se hicieron amigos de Johan.

Un día Asuka, quien había establecido amistad con Johan gracias al castaño. Sugirió hacer una pijamada de kigurumis, también debido a que estaban a mitad de invierno y esos cálidos pijamas les ayudarían.

–¿Qué te parece este?-Preguntó alegre Judai mientras elegía uno de los pijamas para la reunión nocturna que sería en tres días.

–¿No es algo pronto elegir uno?

–No creo, además tú dijiste que mañana y pasado tendrías mucho trabajo y quería elegir el kigurumi contigo.

–¿Por qué?

30 Días [De Spiritshipping]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora