No cumplas mi deseo

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La habitación parecía estar más fría que nunca. El silencio era doloroso para ambos pero sabían que era lo mejor, ninguno quería ser el primero en hablar.

Ya pasaba la hora de la cena y Johan sólo se preparó un emparedado con una taza de bebida caliente.

Judai a su vez solo observó por la ventana esperando que Johan se fuera a dormir.

El sillón era en verdad incómodo y apenas podía moverse, su hombro comenzaba a doler cuando sintió la puerta de la habitación abrirse.

–Judai, es mejor que vayas a la cama.

–¿En serio? ¿No sería molesto para ti?

Johan observó hacía un lado indiferente para volver a hablar.

–Solo si quieres.

Judai asintió y se levantó con dificultad.

Se encontraba observando la pared del lado derecho mientras Johan observaba el lado izquierdo. Ninguno decía nada pero Judai quería volver a hablar hasta la madrugada con su pareja.

–Johan... ¿Qué hice ahora?

El recién mencionado se levantó de inmediato mientras lo observaba molesto, algo que Judai no vio al estar la habitación en obscuras.

–“¿Qué hice ahora?”. No te hagas el inocente ahora. Sabes perfectamente lo que has hecho.

–No lo sé.-Dijo para luego sentarse y quedar a la altura de Johan.–¿Y qué has hecho tú? No eres precisamente alguien inocente.

–¿De qué hablas?

–Siempre estás mostrando esa actitud... Perfecto Johan.

Susurró pero Johan logró escucharlo y eso lo hizo molestarse aún más.

–¿Así que mi personalidad te molesta? Entonces no debiste haberte quedado conmigo en primer lugar.

Los ojos de Judai se abrieron con sorpresa para luego mostrar un rostro molesto.

–¡Desearía que nunca me hubiera enamorado de ti! 

–¡Pienso lo mismo!

Ambos se lanzaron la última mirada de odio antes de volver a su respectivo lugar para dormir.

Al día siguiente Judai despertó observando a Johan dormir a su lado. La visión que tenía frente de él no le hizo ningún efecto. Estaba de acuerdo en que Johan se veía adorable pero no pasaba a ningún sentido romántico, no quería despertarlo con un beso o rozando sus dedos en sus mejillas.
Johan abrió los ojos y se quedó serio observando al castaño.

–Buenos días.

–Buenos días.-Repitió Judai.

–¿Qué quieres para el desayuno?

–¿Lo harás tú?

–Siempre lo hago yo.

Judai sonrió contagiando a Johan.

Durante el desayuno ambos hablaban de forma alegre, casi ignorando la discusión de la noche anterior o más bien la discusión no estaba siendo ignorada. Ambos habían hablado y sus sentimientos ahora volvieron a ser como si fueran los mejores amigos. Ninguno lo entendía pero estaban felices de que el enojo que sentían se hubiera ido.

Los días pasaban y ambos solo seguían con sus sentimientos de amistad. Los deseos de abrazarse y besarse habían desaparecido por completo. Ninguno tenía esas emociones de alegría espontánea al verse o de sentirse excitados ante algún roce o al ver semi desnudo al otro.

30 Días [De Spiritshipping]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora