Promesa de San Valentín

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Judai se repetía de forma mental una y otra vez que pronto sería San Valentín. Quería “agradecer” a Johan por la increíble y elegante cena en la que lo invitó el año anterior. Quiso recompensarlo en el día blanco pero olvidó por completo la fecha.
Observó una vitrina llena de chocolates. Para él eso no compensaba para nada el gesto que Johan le había entregado. En aquella cena hubo incluso de todas las formalidades; correr su silla para que se sentara, usar trajes elegantes y un dulce sonido de violín mientras comían. Judai sabía que no podría igualar ese gesto de amistad que su amigo había hecho por él.

Observó la fecha en el calendario de su teléfono. No podía creer que solo faltaban unas cuantas horas y no tenía ningún regalo para Johan, y rogaba, que Johan no tuviera otro increíble panorama para ambos como ocurrió antes.
No compraría chocolates y no haría una cena que no se parecería en nada a la que Johan le obsequió. Pensó un momento hasta que creyó encontrar un regalo; no sería perfecto pero podría gustarle a Johan.

Era 14 de febrero y mientras el centro de la ciudad se llenaba de parejas. Judai veía incómodo sus pies mientras jugaba con la acera. Sostenía un paquete en sus manos mientras comenzaba a sentirse ansioso, quería saber la reacción de Johan cuanto antes.
Luego de unos minutos llegó Johan, respirando de forma agitada mientras se disculpaba por la tardanza.

El paquete era apretado con fuerza y parecía que habían llegado más parejas, incomodando a Judai. Pero aún así extendió el obsequio y se lo entregó a Johan. Éste lo observó enternecido mientras con emoción abría el obsequio que el castaño le había entregado, la idea de que Judai se tomara el tiempo de escoger algo para él ya era un gesto que emocionaba a Johan.

Ambos estaban sentados en donde Judai estaba esperando a Johan unos minutos atrás. Johan comía los caramelos que habían estado envueltos en un pañuelo rojo, mientras observaba el peluche que al apretar su mano hacia un ruido y sonrojaba sus mejillas.

–Sé que no podrá igualar la cena pero estoy feliz de que te guste...

–¡Me encanta!

La sonrisa risueña de Johan hizo sentir tímido a Judai. No pensó que le gustaría tanto y que se lo hiciera saber con esa bella sonrisa.

–Yo también tengo algo para tí.

El rostro de Judai perdió la sonrisa de inmediato. No quería que Johan gastara su dinero en otra cena elegante, aunque esta vez ninguno de los dos estaba vestido para la ocasión.

–Sonríe, no es nada malo.

–Ya no sé que pensar de tus regalos.

–Te va a gustar, vamos.

–No es como que el otro no me gustara pero... No te regalaré nada para el día blanco.

Judai pensó que con aquella “amenaza” Johan no le daría el nuevo regalo. Pero en vez de dimitir, Johan se veía más entusiasmado diciendo que si aceptaba no debía obsequiarle nada para el día blanco. Aunque Judai no entendió a lo que se refería con “aceptar”, accedió a la petición de Johan.

Se encontraban en una de las zonas más altas de la ciudad, se veía un bello panorama y la brisa era en verdad refrescante. Judai observaba cada rincón mientras Johan acariciaba sus nudillos para llamar su atención.

–Creo que solo veo puntos rojos desde aquí.

Johan sonrió ante el comentario de Judai pero luego volvió a su rostro serio, aunque algo nervioso.

–He tenido tantas oportunidades para decírtelo pero... Creo que este pequeñito por fin me dio el valor.

Judai no entendía lo que quería decir el otro mientras sostenía el peluche que le había entregado anteriormente.

–Pensaba decirlo en la cena pero tal vez lo arruinaría... Me gusta... Ría que siguiéramos siendo amigos.

Las cejas de Judai se inclinaron con intriga. Las palabras de Johan no parecían coordinar pero a la vez Judai entendió lo que quería decir, así que quiso hacerle una pequeña broma a Johan.

–Claro. Es el día de la amistad.

–Sí, sí... No hay que hacerse una idea equivocada.-Terminó por decir mientras reía sin ganas.

–Este será nuestro lugar secreto... ¡Ah! El lugar de nuestra promesa.

–¿Promesa?

–Sí. No lo entendía en aquella ocasión pero creo que por fin lo entendí. A mí también me gusta estar contigo.

–Eso es genial, sí. Me alegro que lo entendieras.

Las puntas de las orejas de Johan se tornaron de color carmesí por la vergüenza. Sintió un calor invadir sus mejillas cuando Judai tomó su mano y entrelazó sus dedos. Una sonrisa tímida y nerviosa se formó en el rostro de ambos mientras Judai comenzaba a acercar sus labios a los de Johan. El sabor de los caramelos en los labios de Johan hizo el momento más dulce para Judai quien tomó una de las mejillas de su ahora pareja para profundizar el beso y seguir probando aquellos suaves e irresistibles labios.

Judai estaba ansioso por los próximos años. El próximo 14 de febrero sería diferente, pero tal vez olvidaría los obsequios. Ya que quería asegurarse que cada día al lado de Johan fueran una sorpresa inolvidable para ambos.

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Reto del día: usando ropa formal

Edité las historias anteriores. Así que si deciden leerlos una vez más, la lectura será más entendible. (⌒▽⌒)

30 Días [De Spiritshipping]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora